JOSÉ, EXALTADO POR DIOS POR SU OBEDIENCIA

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JOSÉ, EXALTADO POR DIOS POR SU OBEDIENCIA

Génesis 39:1-23; 40:1-23; 41:1-57.

 

Predicado por el Pbro. Diego Teh Reyes, el domingo 14 de enero 2024, a las 10:00 hrs. en la congr. Cristo es el Camino, de la Col. Chuminópolis, Mérida, Yuc; como primer sermón de la serie: JÓVENES COMPROMETIDOS CON LA VOLUNTAD DE DIOS.

 

   INTRODUCCIÓN: Con el mensaje de este momento comenzamos una serie de 10 predicaciones basadas en la vida de jóvenes de la biblia, esperando que los jóvenes de la actualidad en nuestra amada congregación aprendan valiosas enseñanzas para tomar en cuenta y poner en práctica en sus vidas. Comenzaremos hoy con la historia de José, conocido ahora por muchos como José el soñador, cuya historia encontramos en el libro del Génesis. Uno de los aspectos muy notorios en la vida de José el soñador, el hijo de Jacob, es que habiendo sido un esclavo en casa de un alto funcionario egipcio llamado Potifar, este joven llegó a ser en Egipto, aun siendo un extranjero, un destacado gobernante que no había otro mayor que él en todo Egipto, sino solamente el Faraón.  Una parte triste de su historia le ocurrió cuando era apenas un adolescente menor de 18 años, cuando sus propios hermanos por despreciarlo lo vendieron a unos ismaelitas comerciantes de esclavos, quienes en realidad eran nada menos que descendientes del hermano de su abuelo Isaac, que eran primos de su padre Jacob, y nietos del tío de su padre Jacob; pero, cayó en manos de ellos como objeto de venta, y así fue a parar como un esclavo en Egipto. Pero, no es que Dios no estuviese con José, pues, entre toda esta mala experiencia que le tocó vivir, Dios estaba exaltando a José para llegar a ser con la gracia de Dios, una fuente de bendición para los egipcios extranjeros, para otras ciudades, naciones, y regiones vecinas de Egipto, así como para sus propios hermanos y sus familias que le habían aborrecido y vendido, pero también para el consuelo y satisfacción de su padre Jacob.  Esta es la parte hermosa de la vida de José, que, al darse cuenta de ello, no había más tristeza en é sino un profundo gozo de ser un instrumento en las manos de Dios. En uno de los encuentros que años después José tuvo con sus hermanos, él les dijo con un corazón lleno de perdón: no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto” (Génesis 45:8a).  Estas palabras hacen la aclaración de que aun cuando estaba siendo vendido, Dios estaba con José.   Gracias entonces, a Dios, que, al haber llegado José como esclavo en Egipto, y haber hallado gracia ante el Faraón egipcio, los israelitas (descendientes de Jacob, también llamado Israel) se establecieron y se multiplicaron en Egipto durante más de 400 años, mientras Dios los estaba haciendo crecer para ser una nación que conquistaría una tierra que Dios había destinado para ellos.

   Basado en la historia de la exaltación que Dios hizo al joven José hijo de Jacob, quien, habiendo sido vendido en calidad de esclavo, y quien luego llegó a ser un gran gobernante, lo que ahora voy a predicarles es que Dios exalta a los que viven en obediencia en los diferentes entornos de la vida. / ¿Cuáles son los diferentes entornos de la vida en los que Dios exalta a los que viven en obediencia? / El relato bíblico de José nos presenta una lista de tales entornos de la vida que les compartiré en este mensaje.

 

   El primer entorno de la vida en el que Dios exalta a los que viven en obediencia, es:

I.- EL DE NUESTROS PADRES CUANDO NOS DAN ÓRDENES.

   Conozcamos en este momento, este carácter obediencia de José hacia su padre, pues, es precisamente en este contexto de obediencia que le ocurre lo que podríamos calificar como una desgracia, pero, no fue más que un elemento del proceso que le llevaría a la exaltación que Dios estaría haciendo de este joven obediente, comenzando con la obediencia en su propia familia. Observen que en Génesis 37, en el contexto de la ocasión que sus hermanos le vendieron. Sus hermanos estaban lejos de donde vivían en el valle de Hebrón.  Estaban lejos, trabajando en el cuidado de ovejas, rumbo hacia el poblado de Siquem.  Jacob, el papá de ellos no tenía la posibilidad de ir a ver a sus hijos hasta por Siquem.  Entonces, Jacob, le dijo a su hijo José: Tus hermanos apacientan las ovejas en Siquem: ven, y te enviaré a ellos. Y él respondió: Heme aquí” (Génesis 37:13).

   En la respuesta de José a su papá, se percibe su obediencia a su padre cuando él dice: “Heme aquí”.  Esto indica también que había una muy buena relación entre él su papá. Ahora, el detalle que podemos analizar aquí es que si José, aun sabiendo a estas alturas que no era bien querido por sus mismos hermanos, él bien pudo no querer ir a verlos tal como su papá le pidió.  Un joven, e incluso un adulto que puede hacer una tarea de este tipo, en obediencia a su padre, también puede hacer una directa obediencia a Dios.  Y en el caso nuestro, un joven que es obediente a sus padres, también se trata de un joven que puede ser directamente obediente al evangelio de Jesús que nos pide que amemos incluso a nuestros enemigos, y de esta manera se puede ser un joven o una persona grandemente útil en las manos de Dios.

   Jóvenes, no importa cómo les haya ido o les esté yendo en esta vida en este momento.  No importa si para el desarrollo de tus intereses, de tu vocación, o de otros aspectos de tu vida no te esté yendo muy favorablemente, sin embargo, no descuides ser obediente a tus padres, pues allí comienza la obediencia que Dios observa, aprecia, y requiere de aquellos a quienes él va a encaminar a grandes logros en la vida, aunque en el camino se tenga que pasar por diversas pruebas.  Aunque José fue vendido como un esclavo, y luego fue revendido siempre para ser un esclavo, Dios le exaltó, aunque no parezca así a simple vista o primera impresión, siendo comprado nada menos que por un empleado del rey de Egipto.  En medio de la maldad de sus hermanos, era Dios quien le estaba llevando hasta allí.

 

   El segundo entorno de la vida en el que Dios exalta a los que viven en obediencia, es:

II.- EL DE NUESTROS PATRONES QUE NOS PONEN REGLAS.

   Ahora, José, ya inevitablemente fue vendido por sus perversos hermanos, y fue comprado primero por unos familiares lejanos, los ismaelitas, y luego que le revendieron fue comparado por un jefe, alto funcionario del Faraón de Egipto. Allá en casa de su señor amo llamado Potifar.  Este amo, le dio a José toda la confianza de hacer su trabajo en su casa, sin embargo, la esposa del amo, llena de lujuria, viendo a José como un joven apuesto, quiso ella serle infiel a su marido con este muchacho.  Pero, el muchacho, que era obediente en casa, lo sería también en su trabajo, con su amo o con su patrón.  Su amo le había dicho que tiene a su cargo, la administración de todo lo que hay en su casa, pero le pidió que sea respetuoso con su esposa. José no tuvo problema con esta indicación, y él estuvo de acuerdo. Pero, la esposa de Potifar tuvo la iniciativa de tentar a José para que él se fijara en ella, y traicionaran a Potifar con una relación sexual. Pero, la historia de José dice: “Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer” (Génesis 39:8-9a).

   Se puede apreciar cómo este joven José fue obediente ahora, a su amo. Esta obediencia a su amo, después de todo, le beneficiará a él, pues, resulta en nada menos que una vida de pureza moral en medio de la tentación que le tocó enfrentar, y no solamente una vez.  Es claro en la historia que fue un interés recurrente de la señora infiel el querer seducir al joven José, pero José fue firme en su decisión de obedecer a su amo Potifar, aun no estando presente el patrón en casa.   José, pudo haber dicho o pensado: Bueno, pues, mi papá no está aquí para que sepa que estoy haciendo, y luego además estoy lejos de casa; bueno, pues, ni mi papá ni mis hermanos sabrán de esta situación; bueno, pues, finalmente yo lo hice porque tengo que obedecer a la patrona; entonces ¿por qué no aceptar la propuesta de esta señora?  Pero, el joven que obedece a sus padres, aun cuando fuere viejo, pondrá en práctica la obediencia tanto en su trabajo, como en cualquier otro lugar.

   Precisamente, pareciera que la obediencia no es exitosa, porque a pesar de su obediencia, José fue puesto injustamente en la cárcel, pues, dice su historia que: “… tomó su amo a José, y lo puso en la cárcel, donde estaban los presos del rey, y estuvo allí en la cárcel. 21 Pero Jehová estaba con José y le extendió su misericordia, y le dio gracia en los ojos del jefe de la cárcel. 22 Y el jefe de la cárcel entregó en mano de José el cuidado de todos los presos que había en aquella prisión; todo lo que se hacía allí, él lo hacía. 23 No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José, porque Jehová estaba con José, y lo que él hacía, Jehová lo prosperaba” (Génesis 39:20-23).  Aun el llegar a la cárcel, para José, fue una etapa de exaltación y no de humillación que Dios estaba haciendo con él una vez más, pues, en la cárcel él no estaba por delincuente, por lo que no era un motivo de vergüenza para él delante de su familia si ellos supieran de su situación, ni tampoco era porque había cometido una falta delante de sus patrones del trabajo.  No siendo antes él un carcelero, su jefe: “No necesitaba atender el jefe de la cárcel cosa alguna de las que estaban al cuidado de José” (v. 23).  Dios le estaba exaltando para seguir trabajando respetuosa, productiva, excelente, y obedientemente; y por ello, Dios lo seguiría exaltando a una nueva posición, ya no más como empleado doméstico en casa de Potifar o de otro alto funcionario, ni como carcelero con el mismo u con otro funcionario penitenciario, sino que muy pronto sería el primero después del rey.

 

  El tercer entorno de la vida en el que Dios exalta a los que viven en obediencia, es:

III.- EL DE NUESTRO DIOS QUE EXALTA NUESTRA VIDA.

   En la ocasión que José le respondió a la esposa de Potifar, diciéndole: He aquí que mi señor no se preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene. No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por cuanto tú eres su mujer” (Génesis 39:8-9a), José le afirmó a ella con una pregunta la cual refleja una convicción mucho más profunda de solamente obedecer a papá o a mamá, o que solamente obedecer al patrón o supervisor o jefe del trabajo.  José le dijo clara y rotundamente a ella: “¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9b).  Lo que observamos en este detalle es que José, digamos que un creyente de cuarta generación, que lo que sabía de no pecar contra Dios lo había aprendido en casa de su papá Jacob el hijo de Isaac, y nieto de Abraham.  José, era bisnieto de Abraham, a quien él no conoció, pero que en su familia se recordaba cómo Dios llamó a este bisabuelo para un proyecto especial, y que ellos tienen como Dios al Dios del bisabuelo, del abuelo, y del papá tenían que vivir no pecando contra Dios.

    Pero, aun todavía más importante y relevante es que para el tiempo de José, faltaban por lo menos unos 450 años para que Dios le diera al pueblo de Israel la ley de los Dios mandamientos.  Todavía no había pueblo de Israel para el tiempo de José en Egipto, pues, él apenas fue el primer israelita que llegó a Egipto; y aun no existiendo legalmente el mandamiento: No cometerás adulterio (cf. Éxodo 20), José tenía una profunda obediencia a Dios, de tal manera que él ya consideraba pecado contra Dios, un acto de caer en la tentación que la esposa de Potifar le insinuaba.  Esta obediencia de José no obligada por la ley, sino voluntaria por la convicción de que Dios siendo santo merece ser obedecido lo mejor posible por los que somos pecadores, llevó a José a ser exaltado por Dios, no solamente en la casa de papá, no solamente en el lugar del trabajo, sino también en la cárcel, y más allá de la cárcel cuando llegó a ser nada menos que el gobernador de todo Egipto.

   Después de haber sido José, un buen intérprete de sueños en la cárcel para dos prisioneros del rey: Un copero, y un panadero, y después de que tuvo la oportunidad de interpretar un sueño intrigante del mismísimo Faraón, José fue exaltado por Dios para ser ahora un gobernante de Egipto.  Su historia se relata así: dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni sabio como tú. 40 Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú. 41 Dijo además Faraón a José: He aquí yo te he puesto sobre toda la tierra de Egipto. 42 Entonces Faraón quitó su anillo de su mano, y lo puso en la mano de José, y lo hizo vestir de ropas de lino finísimo, y puso un collar de oro en su cuello; 43 y lo hizo subir en su segundo carro, y pregonaron delante de él: ¡Doblad la rodilla!; y lo puso sobre toda la tierra de Egipto. 44 Y dijo Faraón a José: Yo soy Faraón; y sin ti ninguno alzará su mano ni su pie en toda la tierra de Egipto. 45 Y llamó Faraón el nombre de José, Zafnat-panea; y le dio por mujer a Asenat, hija de Potifera sacerdote de On. Y salió José por toda la tierra de Egipto.  46 Era José de edad de treinta años cuando fue presentado delante de Faraón rey de Egipto; y salió José de delante de Faraón, y recorrió toda la tierra de Egipto” (Génesis 41:39-46).  Fueron unos 12 años de dificultades, pero de tiempo en tiempo José era exaltado por Dios por su obediencia a papá, en el trabajo, y en su vida moral. Fue exaltado como buen empleado, como buen carcelero, como buen intérprete de sueños dados por Dios, como gobernador de un país extranjero, como un esposo digno para Asenat hija de Potifera, etc…

 

   CONCLUSIÓN: José, bien podía darse cuenta de que Dios estaba con él.  La ocasión cuando se encontró con sus hermanos y le dijo: no me enviasteis acá vosotros, sino Dios, que me ha puesto por padre de Faraón y por señor de toda su casa, y por gobernador en toda la tierra de Egipto” (Génesis 45:8a), indica que él podía reconocer todo esto porque aunque sus hermanos pudieron haberlo matado, él salió librado de la muerte por disposición de Dios (37:26), aunque él había sufrido muchas penalidades no causadas por él sino siempre por otras personas (hermanos, familiares, patrones, etc…) él tenía fuerzas para ser siempre un excelente trabajador con notorios resultados (cf. 39:1).  En Génesis 41:45 podemos observar que lo primero que José hizo cuando fue nombrado segundo después de Faraón, fue que: “… salió José por toda la tierra de Egipto” (Genesis 41:45), pero no salió a pasear, sino que fue a inspeccionar todo el territorio del reino, digamos que, salió para hacer su plan de trabajo con la visión de servir en donde Dios le había puesto en tan alta dignidad terrenal.  Si se tratara de un joven de la actualidad, creyente en Jesucristo, se puede decir que había aprendido del evangelio de Jesucristo la enseñanza: “… el que quiera hacerse grande entre vosotros será vuestro servidor” (Mateo 20:26).  En este caso era todo un hombre obediente y servicial, pues, hasta su propio amo podía percibir que Dios le iba exaltando de diferentes maneras todos los días.  Moisés escribió de José diciendo que: vio su amo que Jehová estaba con él, y que todo lo que él hacía, Jehová lo hacía prosperar en su mano” (Génesis 9:3).

   Estimado joven, creyente en Jesucristo, lo que debes procurar hacer es ser siempre obediente a tus padres, a los que te proporción tu empleo, a tus maestros, a tus autoridades de la iglesia, a tus autoridades civiles del municipio, de la ciudad, del estado, y de la república, pero sobre todo primeramente a Dios.  Has esto y serás exaltado por Dios, tal como cantó de Dios Ana la mamá de Samuel: Él levanta del polvo al pobre, y del muladar exalta al menesteroso, para hacerle sentarse con príncipes y heredar un sitio de honor.  Porque de Jehová son las columnas de la tierra, y él afirmó sobre ellas el mundo” (1 Samuel 2:8) y tal como cantó con certeza algún salmista diciendo: “Jehová exalta a los humildes, y humilla a los impíos hasta la tierra” (Salmo 147:6).  Tú solamente se siempre obediente, y Dios hará de ti todo un gran joven hombre o mujer con éxito que proviene de Dios.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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