PARA SER CONSOLADO EN LA ETERNIDAD

Los Sermones Más Visitados:23

PARA SER CONSOLADO EN LA ETERNIDAD

Lucas 16:19-31.

 

  INTRODUCCIÓN: Hoy ha llegado a la vida de ustedes un gran cambio inesperado.  En un caso como el que hoy ha sucedido a ustedes, llegan las dudas, los sentimientos de culpa, el shock, el aturdimiento, la angustia, la tristeza, el enfado, el alivio, el miedo, la vergüenza, etc…   Por eso, en esta ocasión les compartiré el glorioso mensaje del evangelio con el objetivo de consolar el alma de cada uno de ustedes, especialmente la de los familiares del hermano fallecido, como a su esposa, hijos, madre, hermanos, y sobrinos que hoy se encuentran aquí reunidos.  Hoy tanto familiares como amistades, compañeros, y hermanos en la fe, todos estamos conmocionados por la decisión de Miguel, pero lo hecho, hecho está, y ya no podemos revertirlo, por lo que todo lo concerniente acerca de él y su salvación, queda en manos de la gracia soberana de Dios.  Ahora, es tiempo no de buscar causas, ni culpables; ni es tiempo para reproches o auto recriminación, pues nada de eso serviría para mejorar lo concerniente a la eternidad de Miguel.  Sin embargo, hoy más que nunca cada uno de nosotros debe ocuparse en saber cómo nosotros enfrentaremos la eternidad al que cada día nos estamos dirigiendo.

   El texto del evangelio que hoy compartiré con ustedes nos tiene claras indicaciones de lo que debemos hacer desde ahora, para que nuestro destino no sea catastrófico ni tormentoso, sino que sea lleno de consuelo que comience ahora y permanezca para la eternidad, tal como observaremos en la lectura acerca de Lázaro quien en la eternidad “es consolado” (v. 25).  /  ¿Cuáles son las indicaciones de lo que debemos hacer desde ahora?  /  Prestemos atención a las siguientes indicaciones:

 

   La primera indicación de lo que debemos hacer desde ahora, es:

I.- NO DEJES QUE LAS COSAS TERRENALES TE IMPIDAN LLEGAR AL CIELO.

   Es importante que observemos primeramente el estilo de vida que llevaba el hombre rico que Jesús relató, y el destino eterno en el que se encontró sorprendido después de haber muerto.  Jesús lo narró así: “Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez.  /  Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas,  /  y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas.  /  Aconteció que murió el mendigo, y fue llevado por los ángeles al seno de Abraham; y murió también el rico, y fue sepultado.  /  Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno” (Lucas 16:19-23).  Con esta breve biografía del rico podemos deducir cuáles eran sus intereses personales en esta vida.  Nótese solamente en su estilo de vestir, que “se vestía de púrpura y de lino fino”, en otras palabras, se daba el lujo de llevar una vida de rey, ¡Qué bueno que tenía esa bendición de tener de todo!  Eso no es condenable.   Nótese también que en su vida social se la pasaba no con humildad sino con mucha vanidad, debido a que “hacía cada día banquete con esplendidez”, lo que demuestra que el fin principal de su vida era solamente disfrutar de los placeres terrenales, olvidándose incluso de los mendigos, de los enfermos, y de los hambrientos, etc… que estaban tan cerca y a la vista de él, que en el caso de una persona que tiene enfocada su vida no en sí mismo sino en la gloria de Dios, desarrolla una espiritualidad de servicio y generosidad hacia estas personas.   Lo terrenal era lo único que le interesaba, por lo que después de su muerte y sepultura se dio cuenta que se encontraba NO en el seno de Abraham (hebraísmo que usó Jesús para referirse al cielo).

   Mis amados, esto NO nos enseña que no debemos ocuparnos de las cosas terrenales como el trabajo, la recreación, las amistades, la vida social que sirven para nuestra superación, sana diversión, y buen compañerismo; sino que nos enseña que en medio de nuestra vida cotidiana no debemos dejar que nada de eso nos impida buscar a Dios y servirle “cada día”, pues si no, después de nuestra vida terrenal quedaríamos ajenos al lugar eterno más sublime que pudiéramos conocer, el cielo.

 

  La segunda indicación de lo que debemos hacer desde ahora, es:

II.- NO DEJES DE BUSCAR LA MISERICORDIA DE DIOS DESDE AHORA.

   Ahora observemos en las palabras de Jesús cuál fue la primera reacción de aquel hombre rico.   Jesús lo describió así: “Y en el Hades alzó sus ojos, estando en tormentos, y vio de lejos a Abraham, y a Lázaro en su seno.  /  Entonces él, dando voces, dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a Lázaro para que moje la punta de su dedo en agua, y refresque mi lengua; porque estoy atormentado en esta llama.  /  Pero Abraham le dijo: Hijo, acuérdate que recibiste tus bienes en tu vida, y Lázaro también males; pero ahora éste es consolado aquí, y tú atormentado” (Lucas 16:23-25).   ¿Notaron cuáles fueron sus palabras al darse cuenta de que él se encontraba “en tormentos” eternos?   Primeramente, dijo: “Padre Abraham”, expresión hebrea que se utilizaba para referirse figuradamente no a Abraham, sino a Dios.   Ahora sí, se da cuenta que necesita a Dios, pero ¿por qué no le invocó durante su vida terrenal sino hasta que se vio perdido en la eternidad?  Luego, sus palabras fueron: “ten misericordia de mí”, y otra vez la misma pregunta.  ¿Por qué hasta ese momento se acordó clamar para su vida la misericordia de Dios, si tuvo toda una vida para ello?   Y así siguió invocando tan siquiera una gota de agua para refrescar su lengua atormentada, pero notemos como un detalle más que sus palabras dirigidas al Dios y a la misericordia de Dios que se la pasó ignorando y rechazando durante toda su vida, ahora lo invocaba “dando voces”, o sea, desesperado, y a gritos, pero ya era demasiado tarde.  Pero, qué diferencia con aquel Lázaro, quien, aunque en esta vida no tuvo fortuna, ni salud, ni el aprecio de su propia familia, sino que solamente Dios fue su único recurso, finalmente confirma Dios al rico que “es consolado”.

   Mis amados aquí presentes, ahora es tiempo de acudir a Dios, ahora es tiempo de clamar por su misericordia, pues no se debe esperar cuando uno se encuentre en desesperaciones irreversibles.  Desde ahora, cada uno de nosotros tome en cuenta que las cosas eternas que necesitamos, solamente se pueden obtener ahora, y no después de nuestra muerte.  Es grato y consolador poder estar con Dios en la eternidad y ser consolado personalmente por Él.

 

   La tercera indicación de lo que debemos hacer desde ahora, es:

III.- NO DEJES LA SALVACIÓN PARA DESPUÉS PORQUE NO SE PODRÁ.

   Ahora sigamos observando con atención que tras no poderse enviar ni una gota de agua donde el rico se encontraba, la narración de Jesús, nos indica que Abraham, entiéndase como figura literaria que se refiere a Dios, le respondió al rico: Además de todo esto, una gran sima está puesta entre nosotros y vosotros, de manera que los que quisieren pasar de aquí a vosotros, no pueden, ni de allá pasar acá” (Lucas 16:26).   Lo que estas palabras debieron dejar bien claro a los oyentes directos de Jesús es que una vez que un pecador que no acudió a Dios y a su misericordia en esta vida, cuando al fin este llegue al destino eterno que le corresponde, y que sin duda no será el cielo, aunque en ese momento se acuerde de Dios, aunque en ese momento se confiese arrepentido, no hay “manera” de salvarse de ese destino ya recibido.  La oportunidad es solamente mientras el ser humano se encuentra con vida aquí en la tierra.   Esto es un gran consuelo para los que ahora son creyentes en Jesucristo, pues cuando nos demos cuenta de que hemos sido bienvenidos al hogar celestial, podemos estar seguros de que nada nos arrebatará de aquel lugar, pues será el lugar más seguro y sublime donde llegaremos a morar.

   Mis amados, si alguno de ustedes no está seguro de dónde pasará la eternidad, por lo que podría ser en el infierno de tormento eterno, que no siga dejando que el tiempo y su vida pase, pues si la muerte le sorprende sin haber aceptado a Jesús como su Salvador, usted sin duda alguna, se tendría que ir a ese horrendo lugar llamado infierno en el que nunca por los siglos de los siglos tendrá manera de salir de allí; pero si usted recibe a Jesucristo como su Salvador personal, entonces el cielo será para usted y nada hará que usted se lo pierda.

 

   La cuarta indicación de lo que debemos hacer desde ahora, es:

IV.- NO DEJES A UN LADO LA PALABRA SALVADORA DE DIOS.

   En la siguientes palabras de Dios al rico, según la narración de Jesús, leemos que: Entonces le dijo: Te ruego, pues, padre, que le envíes a la casa de mi padre,  /  porque tengo cinco hermanos, para que les testifique, a fin de que no vengan ellos también a este lugar de tormento.  /  Y Abraham le dijo: A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos” (Lucas 16:27-29).   Qué terrible y horrendo debe ser estar en ese lugar de tormento donde fue para siempre aquel hombre rico que desechó a Dios de su vida, al grado de que uno puede acordarse de sus cinco hermanos, y expresar que el infierno es un lugar indeseable, por lo que quería hacer o que alguien haga algo para que ellos no fueran también a ese destino.   Pero la respuesta divina fue clara: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”.  ¿Qué significan estas palabras de respuesta?  Lo voy a aclarar de esta manera: En nuestra época tenemos una Biblia que se compone de Antiguo Testamento y de Nuevo Testamento, pero en la época que Jesús relata las palabras de respuesta solamente había Antiguo Testamento, aunque no en libros impresos como los nuestros, ni tampoco que cada uno tuviera uno, sin embargo, los escribas y sacerdotes que tenían el resguardo de los manuscritos tenían bien informado a los judíos cuáles eran los libros que conformaban todo el Antiguo Testamento.  Pero una manera de distinguir las agrupaciones de esos libros era llamándolos: Los libros de Moisés, y los libros de los Profetas.   Los libros de Moisés que también son llamados “Libros de la Ley, Torah, o Pentateuco”, son los primeros cinco libros que tenemos ahora en el Antiguo Testamento de nuestras biblias, cuya autoría se atribuyen a Moisés; y los libros de los profetas, son todos los demás libros del Antiguo Testamento que fueron escritos por profetas.   Es a estas dos subdivisiones de los libros del Antiguo Testamento, a los que Jesús se refirió cuando dijo: “A Moisés y a los profetas tienen; óiganlos”.   Todos ellos habían muerto siglos atrás, pero en sus escritos habían consignado el conocimiento necesario para evitar la condenación y buscar la salvación en Dios.   Es importante notar que, con esa expresión, Jesús quiso resaltar que toda las Sagradas Escrituras son la palabra revelada de Dios y suficiente para saber cómo acceder a la salvación, y que no debe ser dejada a un lado por ningún ser humano.

   Mis amados, que tienen la oportunidad de tener acceso a un ejemplar de las Sagradas Escrituras, dice el apóstol Pablo que “Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto…” (2 Timoteo 3:16,17a).  En ella, en cada uno de sus libros, en cada una de sus páginas, pueden encontrar el mensaje de salvación, que libra del tormento eterno.

 

   La quinta indicación de lo que debemos hacer desde ahora, es:

V.- NO DEJES QUE TU CORAZÓN SIGA SIN ARREPENTIMIENTO.

   Y como lo último que observaremos en las palabras narradas por Jesús, son las que expresan el deseo de lo que el rico quisiera que hagan sus hermanos.   Escuchemos al rico: “Él entonces dijo: No, padre Abraham; pero si alguno fuere a ellos de entre los muertos, se arrepentirán.  /  Mas Abraham le dijo: Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguno se levantare de los muertos” (Lucas 16:30,31).  El rico le había estado pidiendo a Dios que enviara a alguien desde el cielo a la tierra para persuadir a sus cinco hermanos para que se arrepintieran de su manera de vivir en la tierra.  Al parecer toda su familia llevaba el mismo estilo de vida, ajena de Dios, pero este miembro de la familia había descubierto demasiado tarde que es mejor el arrepentimiento para vida.   Dios es claro, y le vuelve a aclarar al rico atormentado que a “Moisés y a los profetas” deberían oír.   Pero lo que aquí nos queda claro es que el ser humano que no se arrepiente porque su corazón es duro contra Dios y sus leyes, terminará en tormento eterno, pero el que se arrepiente tendrá el privilegio de ser consolado en la eternidad en el cielo donde Dios tiene moradas suficientes ya preparadas para cada persona arrepentida.

 

   CONCLUSIÓN: Finalmente, luego de haber compartido las indicaciones necesarias para recibir no la condenación sino el consuelo de Dios para nuestras vidas, quiero añadir a este mensaje un versículo más de la Biblia, para el consuelo del alma y de la conciencia de cada uno de ustedes, especialmente para su familia que han sido testigos del inesperado final de la vida de Miguel.   Se trata de Hebreos 10:14 que dice: “porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los santificados”, lo que nos indica que, si Miguel verdaderamente aceptó a Jesucristo para su vida y salvación, el beneficio de la perfección ganada por Jesucristo para él debe ser perfecto “para siempre”, entonces confiemos en que la gracia soberana de Dios sea su único recurso para la eternidad, pues nadie, ni nosotros, podríamos tener salvación de otra manera.

   Dios consuele y fortalezca el corazón de cada uno de ustedes.

diegoteh

diegoteh.org

El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor adjunto de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México, enfocado en la atención pastoral de diversas congregaciones.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *