JOSÍAS, REFORMADOR MOTIVADO POR SU RELACIÓN CON DIOS

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JOSÍAS, REFORMADOR MOTIVADO POR SU RELACIÓN CON DIOS.

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2 Crónicas 34:1-33.

Predicado por el Pbro. Diego Teh Reyes, el domingo 11 de febrero 2024, a las 10:00 hrs. en las Congr. Cristo es el Camino, de la Col. Chuminópolis; y a las 18:00 horas en la Congr. Ebenezer, de la Col. San José Tecoh II, ambas de Mérida, Yuc, como quinto sermón de la serie: JÓVENES COMPROMETIDOS CON LA VOLUNTAD DE DIOS.

“De ocho años era Josías cuando comenzó a reinar, y treinta y un años reinó en Jerusalén. Este hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda.

A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre; y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas. Y derribaron delante de él los altares de los baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera, las esculturas y estatuas fundidas, y las desmenuzó, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios. Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpió a Judá y a Jerusalén. Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor. Y cuando hubo derribado los altares y las imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruido todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén

A los dieciocho años de su reinado, después de haber limpiado la tierra y la casa, envió a Safán hijo de Azalía, a Maasías gobernador de la ciudad, y a Joa hijo de Joacaz, canciller, para que reparasen la casa de Jehová su Dios. Vinieron estos al sumo sacerdote Hilcías, y dieron el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, que los levitas que guardaban la puerta habían recogido de mano de Manasés y de Efraín y de todo el remanente de Israel, de todo Judá y Benjamín, y de los habitantes de Jerusalén. 10 Y lo entregaron en mano de los que hacían la obra, que eran mayordomos en la casa de Jehová, los cuales lo daban a los que hacían la obra y trabajaban en la casa de Jehová, para reparar y restaurar el templo. 11 Daban asimismo a los carpinteros y canteros para que comprasen piedra de cantería, y madera para los armazones y para la entabladura de los edificios que habían destruido los reyes de Judá. 12 Y estos hombres procedían con fidelidad en la obra; y eran sus mayordomos Jahat y Abdías, levitas de los hijos de Merari, y Zacarías y Mesulam de los hijos de Coat, para que activasen la obra; y de los levitas, todos los entendidos en instrumentos de música. 13 También velaban sobre los cargadores, y eran mayordomos de los que se ocupaban en cualquier clase de obra; y de los levitas había escribas, gobernadores y porteros.

14 Y al sacar el dinero que había sido traído a la casa de Jehová, el sacerdote Hilcías halló el libro de la ley de Jehová dada por medio de Moisés. 15 Y dando cuenta Hilcías, dijo al escriba Safán: Yo he hallado el libro de la ley en la casa de Jehová. Y dio Hilcías el libro a Safán. 16 Y Safán lo llevó al rey, y le contó el asunto, diciendo: Tus siervos han cumplido todo lo que les fue encomendado. 17 Han reunido el dinero que se halló en la casa de Jehová, y lo han entregado en mano de los encargados, y en mano de los que hacen la obra. 18 Además de esto, declaró el escriba Safán al rey, diciendo: El sacerdote Hilcías me dio un libro. Y leyó Safán en él delante del rey.

19 Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos; 20 y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a Asaías siervo del rey, diciendo: 21 Andad, consultad a Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la palabra de Jehová, para hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro.

22 Entonces Hilcías y los del rey fueron a Hulda profetisa, mujer de Salum hijo de Ticva, hijo de Harhas, guarda de las vestiduras, la cual moraba en Jerusalén en el segundo barrio, y le dijeron las palabras antes dichas. 23 Y ella respondió: Jehová Dios de Israel ha dicho así: Decid al varón que os ha enviado a mí, que así ha dicho Jehová: 24 He aquí yo traigo mal sobre este lugar, y sobre los moradores de él, todas las maldiciones que están escritas en el libro que leyeron delante del rey de Judá; 25 por cuanto me han dejado, y han ofrecido sacrificios a dioses ajenos, provocándome a ira con todas las obras de sus manos; por tanto, se derramará mi ira sobre este lugar, y no se apagará. 26 Mas al rey de Judá, que os ha enviado a consultar a Jehová, así le diréis: Jehová el Dios de Israel ha dicho así: Por cuanto oíste las palabras del libro, 27 y tu corazón se conmovió, y te humillaste delante de Dios al oír sus palabras sobre este lugar y sobre sus moradores, y te humillaste delante de mí, y rasgaste tus vestidos y lloraste en mi presencia, yo también te he oído, dice Jehová. 28 He aquí que yo te recogeré con tus padres, y serás recogido en tu sepulcro en paz, y tus ojos no verán todo el mal que yo traigo sobre este lugar y sobre los moradores de él. Y ellos refirieron al rey la respuesta.

29 Entonces el rey envió y reunió a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 30 Y subió el rey a la casa de Jehová, y con él todos los varones de Judá, y los moradores de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño; y leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová. 31 Y estando el rey en pie en su sitio, hizo delante de Jehová pacto de caminar en pos de Jehová y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. 32 E hizo que se obligaran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín; y los moradores de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, del Dios de sus padres. 33 Y quitó Josías todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirviesen a Jehová su Dios. No se apartaron de en pos de Jehová el Dios de sus padres, todo el tiempo que él vivió” (2 Crónicas 34:1-33).

 

   INTRODUCCIÓN:  Así como hace unos años sonó mucho en el internet la fama de un niño predicador, así en el libro de Las Crónicas de los reyes, resalta la buena fama para la gloria de Dios, de Josías, un niño que teniendo apenas 8 años comenzó a reinar sobre el pueblo de Dios en el reino de Judá (el reino del sur de Israel), y así transcurrieron los primeros 8 años de Josías, seguramente que entre sus intereses infantiles de jugar como lo hacían otros niños de su edad, y al mismo tiempo gobernar seguramente con el apoyo de algún buen grupo de consejeros reales.   Este niño rey fue creciendo hasta llegar a sus 16 años, tras ya haber sido rey durante 8 años.  A esta edad, el cronista le llama “un muchacho”.  Si el ser rey a los 8 años es un dato fascinante, lo es todavía más cuando al tener 16 años Josías comienza a ser un rey diferente, un rey con más criterio y conciencia personal, un rey que comienza su relación espiritual con Dios.  Es algo que no había sido visto en un rey de Judá por lo menos en los últimos más de 60 años.  Por eso el cronista dice que esta decisión de Josías la tomó siendo aún muchacho” (v. 3), pues, incluso su abuelo tomó esta decisión cuando ya era un adulto mayor.  Era raro, pero extraordinario que Josías “siendo aún muchacho” comenzó a relacionarse personal y voluntariamente con Dios; y es a esta edad prácticamente que comienza la gran aventura espiritual de Josías el cual vivió durante los siguientes 23 años de su vida que invirtió haciendo las reformas necesarias en el entorno de su reino.

   Josías es conocido como el rey más destacado como reformador de la religión y de la vida de fe del pueblo judío que le tocó regir por designio del único y soberano Dios del universo, el Dios de su pueblo amado, el cual también es el mismo Dios de la iglesia de la actualidad.  Por cierto, para lo que tienen biblias con subtítulos, pueden observar que en 2 Crónicas 34, entre los versículos 2 y 3 dice que la narración que sigue se trata de REFORMAS DE JOSÍAS, lo cual significa que fue un REFORMADOR, tal como hemos escuchado de los personajes del siglo XVI como Lutero, Calvino, y otros.  Esto es extraordinario porque acerca de la iniciativa de hacer reformas en la vida espiritual y cúltica del pueblo de Dios solo se dice en los subtítulos bíblicos con respecto de otros dos reyes: Acerca del rey llamado ASA (cf. 2 Reyes 15), y del profeta y gobernador NEHEMÍAS (cf. Nehemías 13).

   Basado en la historia de del joven Josías desde sus 16 años en adelante lo que ahora voy a predicarles es que: Hay decisiones esenciales que pueden convertir a todo creyente, especialmente a un joven en un reformador en nombre de Dios. / ¿Cuáles son las decisiones esenciales que pueden convertir a todo creyente, especialmente a un joven, en un reformador en nombre de Dios? / Sigamos la narración de la crónica del reinado de Josías, desde el versículo 3 en adelante, y conoceremos dos de estas decisiones esenciales.

 

   La primera decisión esencial que puede convertir a todo creyente, especialmente a un joven en un reformador en nombre de Dios es:

I.-  LA DE BUSCAR A DIOS.

   Es a esta edad suya que dice el v. 3 de la crónica de su reinado que: A los ocho años de su reinado, siendo aún muchacho, comenzó a buscar al Dios de David su padre” (2 Crónicas 34:3a).  Es aquí con su búsqueda de Dios donde comienza a configurarse la buena visión de su reinado, y que el cronista evalúa diciendo que: “Este hizo lo recto ante los ojos de Jehová, y anduvo en los caminos de David su padre, sin apartarse a la derecha ni a la izquierda” (cf. v. 2). Cualquier misión o comisión humana tendrá el éxito garantizado cuando hay de por medio la responsabilidad de una búsqueda permanente de la guía de Dios.  Los siguientes 4 años, hasta que el antes niño y muchacho, ahora ya todo un joven de 20 años comenzó a ejecutar acciones de reforma en todo su reino que gracias en parte a su señor abuelo, pero más gracias a la mala espiritualidad de su señor padre de quien había heredado un reino lleno de diversas idolatrías.

   Es así como el cronista dice del ahora veinteañero joven Josías: “y a los doce años comenzó a limpiar a Judá y a Jerusalén de los lugares altos, imágenes de Asera, esculturas, e imágenes fundidas. Y derribaron delante de él los altares de los baales, e hizo pedazos las imágenes del sol, que estaban puestas encima; despedazó también las imágenes de Asera, las esculturas y estatuas fundidas, y las desmenuzó, y esparció el polvo sobre los sepulcros de los que les habían ofrecido sacrificios. Quemó además los huesos de los sacerdotes sobre sus altares, y limpió a Judá y a Jerusalén. Lo mismo hizo en las ciudades de Manasés, Efraín, Simeón y hasta Neftalí, y en los lugares asolados alrededor. Y cuando hubo derribado los altares y las imágenes de Asera, y quebrado y desmenuzado las esculturas, y destruido todos los ídolos por toda la tierra de Israel, volvió a Jerusalén” (2 Crónicas 34:3b-7).

   Estimado joven, o hermano adulto, si en tu vida igualmente has comenzado a buscar a Dios, eres también una potencial persona que puede llevar a cabo importantes reformas en la comunión del pueblo de Dios en el cual nos ha tocado vivir en la actualidad.  En todos los tiempos ha habido necesidad de personas buscadoras de Dios que lleven a cabo las reformas necesarias en el pueblo de Dios que suele desviarse una y otra vez de la sana vida de fe.  Los reformadores que el pueblo de Dios necesita no fueron únicamente los que surgieron en el siglo XVI de nuestra era cristiana, sino que así los hubo en el siglo XII, pero así los hubo también en los siglos X, IX, VIII, VII, etc… antes de Cristo, y así siguen siendo necesarios en este siglo XXI.  El principal requisito es que uno sea un verdadero buscador de Dios.

 

   La segunda decisión esencial que puede convertir a todo creyente, especialmente a un joven en un reformador en nombre de Dios es:

II.- LA DE TEMER LA PALABRA DE DIOS.

   De los versículos 19 al 21, nos narra la gran preocupación que hubo en Josías cuando en su tiempo fue hallado el libro de la ley de Dios.  La historia dice así: Luego que el rey oyó las palabras de la ley, rasgó sus vestidos; 20 y mandó a Hilcías y a Ahicam hijo de Safán, y a Abdón hijo de Micaía, y a Safán escriba, y a Asaías siervo del rey, diciendo: 21 Andad, consultad a Jehová por mí y por el remanente de Israel y de Judá acerca de las palabras del libro que se ha hallado; porque grande es la ira de Jehová que ha caído sobre nosotros, por cuanto nuestros padres no guardaron la palabra de Jehová, para hacer conforme a todo lo que está escrito en este libro” (2 Crónicas 34:19-21).  Cuando él descubre que la ley condenaba muchas cosas que seguramente él mismo no había obedecido, envió a consultar a Dios primeramente por él.  La respuesta para él fue favorable.  Dios no le castigará.  Esto se puede leer en los versículos 22 al 28.

   Pero en los versículos 29 al 33, leemos que por el temor que tuvo a la palabra de Dios, Josías hizo lo siguiente: “Entonces el rey envió y reunió a todos los ancianos de Judá y de Jerusalén. 30 Y subió el rey a la casa de Jehová, y con él todos los varones de Judá, y los moradores de Jerusalén, los sacerdotes, los levitas y todo el pueblo, desde el mayor hasta el más pequeño; y leyó a oídos de ellos todas las palabras del libro del pacto que había sido hallado en la casa de Jehová. 31 Y estando el rey en pie en su sitio, hizo delante de Jehová pacto de caminar en pos de Jehová y de guardar sus mandamientos, sus testimonios y sus estatutos, con todo su corazón y con toda su alma, poniendo por obra las palabras del pacto que estaban escritas en aquel libro. 32 E hizo que se obligaran a ello todos los que estaban en Jerusalén y en Benjamín; y los moradores de Jerusalén hicieron conforme al pacto de Dios, del Dios de sus padres. 33 Y quitó Josías todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirviesen a Jehová su Dios. No se apartaron de en pos de Jehová el Dios de sus padres, todo el tiempo que él vivió” (2 Crónicas 34:29-33).  La ley de Dios, le motivó a continuar con más reformas religiosas principalmente, pero también en otras áreas de su administración. El versículo 33 destaca esta labor de él diciendo: “Y quitó Josías todas las abominaciones de toda la tierra de los hijos de Israel, e hizo que todos los que se hallaban en Israel sirviesen a Jehová su Dios. No se apartaron de en pos de Jehová el Dios de sus padres, todo el tiempo que él vivió” (2 Crónicas 34:33).

   Cuando un creyente entiende la palabra de Dios, uno se preocupa por vivirla; y uno se preocupa por ver que otros que no están obedeciendo a Dios lo hagan también.  Es así como cada uno de nosotros, por cada uno de ustedes jóvenes y adultos que también por temor a la palabra de Dios pueden ser los reformadores de nuestro tiempo entre nuestros mismos compañeros y hermanos jóvenes o adultos que se reúnen juntamente con nosotros.

 

   CONCLUSIÓN: Estimado joven, y también adulto creyente en Jesucristo y temeroso de Dios. En cualquier lugar que te encuentres, con todo ese conocimiento divino y espiritual que has recibido de Dios, y que te ha llevado a la fe en nuestro Señor y Salvador Jesucristo, puedes ser un instrumento útil en las manos de Dios para que seas un reformador en este siglo XXI, pues, buscar a Dios y tenerle temor a su palabra son factores espirituales que te pueden convertir en un reformador de la vida religiosa, espiritual, política, social, económica, laboral, etc… en cualquier lugar donde nuestro Señor te ha puesto para representarle dignamente.  No olvides que como joven no eres poca cosa, ni eres menos que los adultos.  Dios no mira las edades, sino que a los que le buscan, y a los que temen a su palabra, pues a ellos usa para el cumplimiento de sus propósitos.  Hoy debes decirle a Dios que estás dispuesto a dejar que tu vida sea para el cumplimiento de sus propósitos divinos y eternos, ya sea dentro de la comunión de su iglesia, o fuera de ella en el lugar donde más pasas tiempo viviendo o trabajando.  Jesucristo nuestro Señor y Salvador te capacitará para que logres hacer las reformas necesarias de todo tipo en este mundo en el cual vivimos.

   Que Dios te use para su gloria.  Dios te bendiga.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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