COMPRUEBA QUÉ QUIERE JESÚS
Génesis 17:1-5;
Juan 1:42,51.
INTRODUCCIÓN: Desde antes del inicio del ministerio de Jesús, y en la historia del llamado de sus primeros discípulos, tenemos suficiente información para saber no solamente quién es Jesús (tema que ya he presentado antes), ni solamente para saber qué hace Jesús en la vida de las personas para convertirlas en sus discípulos, sino que también tenemos suficiente información tan solo en este primer capítulo del evangelio según San Juan, acerca de qué es lo que Jesús quiere, en realidad de toda persona. Lo que Jesús quiere especialmente de quienes ya son sus discípulos, o están iniciando, o aún en el proceso de iniciar como discípulos, es que según la experiencia de cada quién, que todos centren su atención en él. Explicaré mejor esto, usando como ejemplo la manera como Juan el Bautista, Andrés, Simón, y Felipe, personajes principales de la narración de Juan 1, centraron sus RESPONSABILIDADES en la persona y obra de Jesús. Es mi objetivo compartirle que usted también debe centrar en Jesús todo lo que piensa, dice, y hace.
De manera específica, lo que voy a predicarles en este momento, es que: Jesús quiere que sus discípulos asuman RESPONSABILIDADES centradas en él. / ¿Cuáles son las RESPONSABILIDADES centradas en Jesús que él quiere que sus discípulos asuman? / A través del texto de bíblico del evangelio según San Juan Capítulo 1, descubriremos juntos cuáles son las RESPONSABILIDADES que Jesús quiere que asuman sus discípulos.
La primera RESPONSABILIDAD centrada en Jesús que él quiere que asuman sus discípulos QUE TIENEN A SU CARGO UN MINISTERIO, es:
I.- ENFOCAR NUESTRO MINISTERIO EN ÉL, (como Juan el Bautista).
Aunque en sentido estricto Juan el Bautista no fue un discípulo de Jesús porque no anduvo con él, no recibió enseñanzas de él, pero dado el crédito que este Juan le dio a Jesús en todo, es como si este hombre hubiese sido uno de los discípulos de Jesús. Pero, lo que quiero que observen es cómo el Bautista Juan tuvo a su cargo el ministerio de precursor del ministerio de Jesús, es decir, que su ministerio o trabajo fue el preparar el camino para que el ministerio de Jesús iniciara. Desde el comienzo de su ministerio, siempre resaltó a Jesús diciendo a la gente: “El que viene después de mí, es antes de mí; porque era primero que yo” (Juan 1:15b). Y cuando le preguntaron al bautista si él era el Cristo, él respondió diciendo: “Yo bautizo con agua; mas en medio de vosotros está uno a quien vosotros no conocéis. / Este es el que viene después de mí, el que es antes de mí, del cual yo no soy digno de desatar la correa del calzado” (Juan 1:26-27). Aunque entre Juan el Bautista y Jesús había una relación familiar, no había entre ellos un plan familiar, ni entre ellos dos solamente, de promover a Jesús para que sea conocido como el Cristo. Juan, impulsado por el Espíritu Santo de Dios, hablaba de “el que viene después de mí”, sin saber que se trataba prácticamente de un primo suyo, porque su madre y la madre de Jesús eran primas (cf. Lucas 1:36). Dios solamente impulsaba a Juan a hablar del Cristo sin que Juan supiera de antemano quién sería.
Cuando años después el apóstol Juan escribió acerca del ministerio de Juan el Bautista, relató diciendo: “El siguiente día otra vez estaba Juan, y dos de sus discípulos. / Y mirando a Jesús que andaba por allí, dijo: He aquí el Cordero de Dios. / Le oyeron hablar los dos discípulos, y siguieron a Jesús” (Juan 1:35-37). El mismo bautizador debió haberse quedado sorprendido de que el hombre que caminaba hacia él era nada menos que su pariente Jesús, pero Juan no identificó a Jesús como su pariente, sino como el Cordero de Dios, diciendo: “He aquí el Cordero de Dios”. Luego podemos observar que el resultado de esta responsabilidad de Juan de usar su ministerio para resaltar a Jesús fue que dos de sus propios discípulos, Andrés y Juan el que llegó a ser apóstol de Jesús, “siguieron a Jesús”. El Bautista mismo, en otras ocasiones mientras bautizaba y predicaba acerca del Cristo y del reino de los cielos, decía: “Es necesario que él crezca, pero que yo mengüe” (Juan 3:30).
Amados hermanos, la lección de esta historia es que todas las personas que tenemos un ministerio, o discípulos bajo nuestro ministerio de formación, no los preparemos para que centren su atención en nosotros sino en el mismo Jesús a quien Juan el Bautista resaltó en todo.
La segunda RESPONSABILIDAD centrada en Jesús que él quiere que asuman sus discípulos QUE TIENEN FAMILIARES, es:
II.- LLEVAR A NUESTROS FAMILIARES A ÉL, (como Andrés).
Ahora, observemos en nuestro texto bíblico lo que ocurrió con Andrés, uno de los dos que antes de conocer y seguir a Jesús fueron antes discípulos de Jesús. El apóstol Juan narra que: “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. / Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). / Y le trajo a Jesús” (Juan 1:40-42a). Una de las primeras cosas que quiero resaltar aquí es que cuando Andrés junto con Juan no el Bautista sino el futuro apóstol, conocieron a Jesús, Andrés por su parte acude inmediatamente a buscar a su hermano Simón que hasta ese momento se llamaba solamente Simón. Si es que aquí al hermano de Andrés se le llama Simón Pedro, es porque cuando el apóstol Juan escribe esta historia, a Simón, Jesús le había cambiado o añadido un nombre más, el de Pedro. Noten ustedes entonces primero, que entre Andrés y Simón había un vínculo familiar, pues era su “hermano”.
Lo segundo que debemos observar aquí es que cuando Andrés halló a su hermano Simón, lo primero que le dijo fue: “Hemos hallado al Mesías”. Y lo siguiente que hizo fue: “Y le trajo a Jesús”. En este caso, Andrés, no se proclamó ante su hermano como el primer o segundo hombre más destacado o importante por haber sido el primero junto con Juan en acudir a Jesús, inicialmente para conocer dónde estaba hospedado en la comunidad donde le conocieron, pero terminó descubriendo que Jesús era nada menos que el Mesías, y que cuando Andrés trajo a su hermano Simón ante Jesús, Jesús inició en Simón un proceso de discipulado.
Amados hermanos, esto también nos enseña que Jesús quiere que los que tenemos familiares, hermanos en la familia, los llevemos a conocer por la experiencia de la fe, al mismo Jesús que ellos tuvieron el privilegio de conocer.
La tercera RESPONSABILIDAD centrada en Jesús que él quiere que asuman sus discípulos QUE SOLO LES GUSTA ESCUCHAR, es:
III.- SER FIRMES EN SER DISCÍPULOS DE ÉL, (como Simón).
Observemos que cuando Simón llevado por su hermano Andrés, llegó a Jesús, dice San Juan: “Y mirándole Jesús, dijo: Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas (que quiere decir, Pedro)” (Juan 1:42b,c). ¿Por qué le habrá cambiado o añadido Jesús el nombre Cefas? Hay varias razones, pero en esta exposición solamente quiero presentarles una interpretación. En cuanto al nombre Simón, no tiene nada malo o negativo tal nombre, pues en el idioma hebreo de donde proviene significa: “El que ha escuchado a Dios”. Sin duda que el significado de este nombre es bueno, pero Jesús quería que Simón no sea únicamente uno que ha escuchado, sino uno que obedezca después de haber escuchado, así que le pone por nombre: Cefas, el cual proviene del arameo, un dialecto hebreo que significa: Roca, cuya característica es la firmeza, porque una roca no anda rodando como pudiera pasarle a una pequeña piedra. Simón, tenía mucho problema de inestabilidad de carácter, y tenía que trabajar este detalle de su vida.
Aun durante la formación discipular de este hombre que no tenía problemas en escuchar y aprender lo que Jesús enseñaba, pero a la hora de poner en práctica lo aprendido allí si tenía problemas. Por eso en una ocasión, Jesús le tuvo que decir: “Quítate de delante de mí, Satanás” (Marcos 8:33). En otro momento, cortó la oreja de una persona, lo cual no fue aprobado por Jesús. La noche del arresto de Jesús 3 veces negó que Jesús era su Maestro. Era bueno para escuchar, pero no para ser un hombre de firme convicción. Poco a poco Simón “el que había escuchado a Dios” fue aprendiendo a vivir no solamente como oidor sino como hacedor de lo que aprendía con su Maestro Jesús. Poco a poco aprendió a ser un hombre firme en la fe. Tiempo después, Pedro escribió: “resistid firmes en la fe” (1 Pedro 5:9), “procurad hacer firme vuestra vocación y elección; porque haciendo estas cosas, no caeréis jamás” (2 Pedro 1:10), “guardaos, no sea que arrastrados por el error de los inicuos, caigáis de vuestra firmeza” (2 Pedro 3:17). De inestable a solo escuchador, aprendió a ser firme como una roca.
Amados hermanos, recordemos también que el apóstol Santiago dice: “sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. / Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. / Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era” (Santiago 1:22-24). No seamos Simones, sino Rocas firmes, no solamente oidores sino hacedores firmes.
La cuarta RESPONSABILIDAD centrada en Jesús que él quiere que asuman sus discípulos QUE TIENEN AMIGOS, es:
IV.- INVITAR A NUESTROS AMIGOS QUE CONOZCAN A ÉL, (como Felipe).
Ahora, observemos lo que ocurrió con Felipe y lo que él hizo. Solamente un día después que Andrés y Juan conocieran a Jesús, él también tuvo el privilegio de conocer a Jesús. Ese día Jesús viajó a muchos kilómetros, al parecer desde Betábara cerca de Jerusalén, hasta Galilea el pueblo de Andrés y Pedro, parece ser que junto con ellos. El apóstol Juan, según la Traducción en Lenguaje Actual, en su libro escribió: “Al día siguiente, Jesús decidió ir a la región de Galilea. Allí encontró a Felipe, que era de Betsaida, el pueblo donde vivían Andrés y Pedro. Jesús le dijo a Felipe: «Sígueme»” (Juan 1:43-44, TLA). Lo que ocurrió primero, es que Felipe le siguió, no sé a dónde, no sé si se hospedaron juntos en algún lugar, tampoco sé de qué platicaron, pero Felipe no tardó en darse cuenta que se trata del prometido de Dios de quien está escrito en la ley de Moisés.
Pero, lo que quiero resaltar en este punto es que según el versículo 45 dice que: “Felipe halló a Natanael, y le dijo: Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús, el hijo de José, de Nazaret” (Juan 1:45). Cuando Felipe dice: “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley”, así como los profetas”, quizá podría estar refiriéndose de que en su hallazgo extraordinario estuvieron presentes Andrés y Pedro, quienes uno o dos días antes le habían conocido en Betábara de Judea. Pero, observen que en el relato no se dice que Natanael tenga alguna relación familiar con Felipe como se dice de Felipe que Simón Pedro era su hermano. Entonces, la relación que Felipe y Natanael tenían era solamente de amistad. Eran amigos. Felipe estaba interesado en que su amigo Natanael conociera al Mesías de la promesa de la ley.
En este caso, la labor de Felipe no fue tan fácil como la de Andrés de quien se dice que trajo a su hermano Simón a Jesús, pues Felipe enfrentó algo de incredulidad en su amigo. San Juan lo narra diciendo que: “Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir algo de bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve” (Juan 1:46). Felipe, aun siendo conocedor de las Escrituras de la ley, y parece ser que Natanael también se sabía bien las Escrituras, no discutió nada teológico ni escritural con Natanael, sino simplemente le dijo: “Ven y ve”, o sea, “Ven y compruébalo tú mismo” (NTV); y Natanael acudió. Lo que vemos en este detalle es que Felipe llevó a su amigo a Jesús.
Amados hermanos, la enseñanza de esta historia de Felipe y Natanael, nos indica que lo que Jesús quiere es que también nosotros llevemos a nuestros amigos a tener un encuentro salvador con él, quien se encargará de hacer toda la obra espiritual en sus vidas. Pero, observen que Felipe ni siquiera era un apóstol en ese momento, y realmente ni siquiera un discípulo, ni siquiera había sido bautizado con el Espíritu Santo, ni siquiera había recibido la comisión de hacer discípulos, pues apenas llevaba unas cuantas horas (sino es que minutos) de haber descubierto que Jesús era el Mesías de la ley. Simplemente compartió su descubrimiento, y pudo traer a un amigo a Jesús. En el caso de nosotros que hasta hemos recibido dones de Dios para presentar a Jesús, con más razón debemos invitar a nuestros amigos a que conozcan a Jesús, y él sea el salvador de sus vidas.
CONCLUSIÓN: Amados hermanos, como ustedes pudieron observar, lo que Jesús quiere es que la vida, ministerio, familiares, aprendizaje, y amistades de sus discípulos esté todo centrado en él, bajo cualquier circunstancia, ya sea como responsables de un ministerio, como miembros de una familia, como estudiantes de la palabra de Dios, y hasta si tenemos o si somos amigos de otras personas.
Que Dios nos ayude a ser responsables encentrar todo lo que somos, pensamos, decimos o hacemos, en Jesucristo quien es digno de ser el centro de todo para nosotros.
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