COMPRUEBA LA MEDIACIÓN DE JESÚS

Los Sermones Más Visitados:355

COMPRUEBA LA MEDIACIÓN DE JESÚS

Génesis 28:10-17;

Juan 1:49-51.

 

   INTRODUCCIÓN: Natanael, invitado por su amigo Felipe, fue a encontrarse con Jesús para comprobar si él era el personaje que, según Felipe, Moisés había escrito de él como el Mesías prometido por Dios. Después de haberse encontrado y dialogado con Jesús desde la primera vez, él quedó convencido de que Jesús es el Mesías, el rey de los judíos. Al final de la conversación, Jesús le dijo: “Cosas mayores que estas verás” (Juan 1:50b). Y acerca de estas dos cosas, la primera cosa mayor que le dijo que vería, es: “De aquí adelante veréis el cielo abierto” (Juan 1:51a).  Esto es tema de otra predicación.  Pero la segunda cosa mayor que le dijo a Natanael que él vería junto con el cielo abierto, es: “y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan 1:51b).  ¿Qué es lo que Jesús quiso decirle a Natanael, acerca de ver ángeles de Dios subiendo y bajando de “el cielo abierto” sobre Jesús mismo? ¿Qué significa esta promesa? Esto es lo que me propongo predicarles en este momento.

   Específicamente, voy a predicarles que: La escena de “los ángeles de Dios” subiendo y descendiendo de “el cielo abierto” sobre Jesús mismo, tiene diversos SIGNIFICADOS mediatorios entre Dios y el ser humano. / ¿Cuáles son estos diversos SIGNIFICADOS mediatorios entre Dios y el ser humano que se representa en la escena de “los ángeles de Dios” subiendo y descendiendo de “el cielo abierto” sobre Jesús mismo? / A continuación les explicaré acerca de sus SIGNIFICADOS mediatorios.

 

   El primer SIGNIFICADO mediatorio, que se representa en la escena de “los ángeles de Dios” subiendo y bajando de “el cielo abierto” sobre Jesús, es:

I.- QUE DIOS A PESAR DEL PECADO DE SUS ESCOGIDOS ESTÁ PRESENTE CON ELLOS POR MEDIO DE JESÚS.

   Unos 1800 antes de Jesús, Jacob el nieto de Abraham, tuvo un sueño revelador en el que según Moisés quien relata esta historia, dice que Jacob vio: “… una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo; y he aquí ángeles de Dios que subían y descendían por ella. / Y he aquí, Jehová estaba en lo alto de ella” (Génesis 28:12-13a).  Y al despertar de su sueño, Jacob dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:16b). Esta manifestación de la presencia de Dios, iniciada desde Abraham, continuada con Isaac, y también con Jacob, se dio a ellos, solamente porque ellos eran de los elegidos de Dios.  Aunque también Dios se llega a manifestar a los que no son su pueblo, le frecuencia es menor, y por lo general no con fines amorosos ni de redención.  Los elegidos de Dios son los más privilegiados con el conocimiento de su presencia.

  Pero un detalle significativo en el relato de la visión es que Jacob nunca vio descender a Jehová, sino que Jehová siempre estuvo y siempre permaneció “en lo alto” de la escalera, sin embargo, Jacob al despertar no dudó en afirmar que la presencia de Dios estaba en aquel lugar donde tuvo la visión, y debió haber entendido también que Dios estaba a favor de él.  Pero, en el caso de la promesa que Jesús le hace a Natanael de que a partir de ahora que él se une al discipulado o apostolado de Jesús, Natanael y sus condiscípulos verán “el cielo abierto” y a “los ángeles de Dios que suben y descienden”, pero le dice algo que es diferente a la escena de la visión de Jacob.  Estos ángeles de dios que suben y descienden ya no lo hace sobre una escalera sino claramente Jesús dice “que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre”.  El Hijo del Hombre, no es otro sino el mismo Hijo de Dios, que no es otro sino Dios mismo, el mismo Jehová de la visión de Jacob.  Jesús se refirió a Natanael acerca del “Hijo del Hombre”, en tercera persona, sin embargo, se trataba de él mismo quien ya estaba en este mundo para traerle a los amados y escogidos de Dios un mensaje salvador del reino de los cielos. La buena noticia de estas palabras es que Dios por medio de Jesús ya estaba en este mundo por sus escogidos para salvación. Natanael, y los demás discípulos que Jesús escogería, pero también todos los que en tiempos posteriores sean sus discípulos, considerando a nosotros de la actualidad, descubriremos que Jesús es la presencia de Dios entre nosotros pecadores.

   Amados hermanos, es por esa razón que el apóstol Juan presenta a Jesús como el que desde antes “era con Dios” y que entonces “era Dios” (Juan 1:1).  Es por eso que Juan recalca que: “vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre” (Juan 1:14), y “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).  Dice que el Hijo “está en el seno del Padre” porque cuando el apóstol Juan escribe este testimonio, Jesús ya hace varios años que regresó al cielo.  Es por eso que Juan el Bautista presentó a Jesús diciendo: “He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo” (Juan 1:29, cf. 36). Es por eso que Natanael tras conocer a Jesús, entre diversas cosas, le dice: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios” (Juan 1:49a).  Dios ya no estaba “en lo alto” de la escalera (Génesis 28:13a), sino que Dios por medio de Jesús ya estaba aquí en la tierra para traernos el mensaje del reino de los cielos.

 

   El segundo SIGNIFICADO mediatorio, que se representa en la escena de “los ángeles de Dios” subiendo y bajando de “el cielo abierto” sobre Jesús, es:

II.- QUE JESÚS POR CAUSA DEL PECADO DE LOS ESCOGIDOS, INTERCEDE POR ELLOS ANTE EL PADRE.

   Como ya mencioné en el punto anterior, en el sueño de Jacob, en su visión, “Jehová estaba en lo alto” (Génesis 28:13a) de la escalera.  La escalera era solamente una figura que representaba a Cristo.  A pesar de que Dios estaba “en lo alto”, Dios le dio a Jacob el privilegio de tener una comunión espiritual con Él, a pesar de que era para Jacob su momento de estar dormido.  Fue tan real el encuentro de Jacob con Dios que él percibió la presencia de Dios no como que estuviera “en lo alto”, sino como alguien que estaba justamente con él en el mismo lugar donde se encontraba dormido, pues al acabarse la visión y al despertar, Jacob dijo: “Ciertamente Jehová está en este lugar, y yo no lo sabía” (Génesis 28:16b).  Esta percepción fue real y tan intensa, gracias a que había ““… una escalera que estaba apoyada en tierra, y su extremo tocaba en el cielo”.

   Pero, a lo que Jesús se estaba refiriendo en sus palabras a Natanael, es que ahora Dios ya no será visto “en lo alto” de la escalera, sino que, a partir de aquel entonces, la escalera es Jesús mismo quien estando en la tierra conecta los elegidos de Dios con el cielo.  La descripción que lo identifica como la escalera es cuando él dice a Natanael que “los ángeles de Dios” que ellos verán subir y bajar, lo harían justamente sobre “el Hijo del Hombre”; y en el contexto de quienes escuchaban esta expresión “el Hijo del Hombre”, entendían muy bien que se trataba de un enviado de Dios, y que efectivamente se trataba de Jesús mismo.  Así que Jesús cumple la función de mediador o intercesor entre los hombres y Dios.  Es por eso que Jesús ostenta y se merece los títulos de “el Hijo de Dios” y de “el Hijo del Hombre”, pues son estas dos calidades que representan las dos naturalezas de Jesús que los hacen un digno representante tanto de Dios como de los seres humanos.  Esto es lo que San Pablo le enfatizó a Timoteo cuando en su primera epístola le dijo: “Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre, / el cual se dio a sí mismo en rescate por todos, de lo cual se dio testimonio a su debido tiempo” (1 Timoteo 2:5-6).

   Quizá el momento más claro en el que Jesús hace la función de intercesor de los elegidos de Dios es cuando la noche de su arresto para ser juzgado y al día siguiente crucificado, le dijo a su Padre:He manifestado tu nombre a los hombres que del mundo me diste; tuyos eran, y me los diste, y han guardado tu palabra. / Ahora han conocido que todas las cosas que me has dado, proceden de ti; / porque las palabras que me diste, les he dado; y ellos las recibieron, y han conocido verdaderamente que salí de ti, y han creído que tú me enviaste. / Yo ruego por ellos; no ruego por el mundo, sino por los que me diste; porque tuyos son” (Juan 17:7-9).  Y al día siguiente, se encontraba crucificado para validar sus palabras, pagando con su muerte el costo de la salvación eterna de los elegidos.  Esa fue su verdadera intercesión.  Sus hechos, más que sus palabras. Natanael, pero también todos los escogidos de Dios de todos los tiempos descubriremos esta bendita realidad de que solo Jesús es nuestro mediador ante el Padre celestial. Es el Dios que no se quedó en las alturas celestiales en su trono glorioso, sino que vino a tocar las bajezas pecadoras de este planeta, para ser él mismo nuestra escalera para subir al reino eterno del Padre celestial.

 

   El tercer SIGNIFICADO mediatorio, que se representa en la escena de “los ángeles de Dios” subiendo y bajando de “el cielo abierto” sobre Jesús, es:

III.- QUE LOS ELEGIDOS DE DIOS RECIBEN EN JESÚS EL CONOCIMIENTO DE SUS BENDICIONES.

   Cuando Natanael hizo caso a su amigo Felipe y fue a ver quién era Jesús, comprobó que Jesús era lo que Felipe le dijo, que se trataba de: “aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas” (Juan 1:45).  Cuando Natanael escuchó a Jesús quien le dijo primero que Natanael era “un verdadero israelita, en quien no hay engaño” (Juna 1:47), comprendió que estaba siendo mirado por Jesús directamente en el corazón más que en lo físico; y cuando le dijo que: “Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi” (Juan 1:48b), comprendió que Jesús no era un simple hombre que podía saber y mirar dónde está uno de cualquier lugar y momento; por lo que no dudó más diciendo: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” (Juan 1:46a).  Inmediatamente Natanael dijo a Jesús: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49).  Esto fue para Natanael una expresión de fe que manifestaba ya no ser incrédulo sino creyente, la base necesaria para poder ser un discípulo de Jesús.

   En una declaración similar que tiempo después hiciera Simón Pedro cuando este le dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente” (Mateo 16:16), en ese entonces, Jesús le dijo a Simón Pedro: “… Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos” (Mateo 16:17).  Esto quiere decir, que cuando Juan el Bautista declaró ante la gente que Jesús es “el Cordero de Dios” (Juan 1:29, 36), que cuando Andrés dijo a Simón “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:41), que cuando Felipe a Natanael que “Hemos hallado a aquél de quien escribió Moisés en la ley, así como los profetas: a Jesús” (Juan 1:45); en todos los casos cada uno pudo decir lo propio no por alguna habilidad cognoscitiva propia sino por revelación de Dios directamente a la experiencia de estas personas.  Lo mismo estaba ocurriendo en la experiencia de Natanael al hacer su afirmación de fe. Dios le estaba revelando el conocimiento necesario en el cual Natanael fundamentaría su fe con respecto a Jesús.  Y esto también sigue ocurriendo en la experiencia de cada pecador de la actualidad que siendo elegido de Dios, le es dado el conocimiento para darse cuenta quién es Jesús, y la fe para creer en él.

   Después de afirmar Natanael a Jesús: “Rabí, tú eres el Hijo de Dios; tú eres el Rey de Israel” (Juan 1:49), Jesús le dice a Natanael: “De cierto, de cierto os digo: De aquí adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles de Dios que suben y descienden sobre el Hijo del Hombre” (Juan 1:51).  Estas palabras de Jesús a Natanael, son un comunicado ilustrado de que una persona que cree en Jesús y que se convierte en uno de sus discípulos, tiene bendiciones que no pueden ser percibidos por cualquier persona, sino solamente por los que son creyentes y discípulos.  En el caso de nosotros, que ahora ya gozamos con los escritos de los evangelios, los hechos, las epístolas, y hasta el apocalipsis, es en tales escritos y por la intervención del Espíritu Santo que también recibimos el comunicado de las bendiciones que nos pertenecen por ser creyentes de Cristo, e igualmente por ser sus discípulos.

 

   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, Jesús es el único mediador entre los hombres y Dios.  A través de Él, Dios no está limitado solamente en los cielos, sino que ha descendido en Jesús haciéndose uno de nosotros para que Él en uno de nosotros, pueda ser el hombre perfecto que jamás hubo ni habrá entre nosotros, que tenga la facultad de pagar por nuestros pecados.  Es por eso que, en la muerte de Jesús, siendo él sin pecado, él nos representó como si nosotros estemos pagando eficazmente la culpa de nuestro pecado. No hay otro ser en ningún lugar del universo ni en los cielos que pueda hacer esta función de mediador, sino solamente gracias al que dejó su cielo para venir a la tierra a ser la escalera que nos conduce hacia Dios.

   También es gracias a Jesús que Dios el Padre revela a las personas el conocimiento para comprender la identidad de Jesús, y la fe para poder expresarle a él que uno cree en su función mesiánica mediadora.  E igualmente es gracias a Jesús que después de creer en él, también recibimos más conocimiento de las bendiciones que disfrutaremos a lo largo de nuestra vida de fe, así como de las que disfrutaremos en la eternidad.

diegoteh

diegoteh.org

El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *