COMPRUEBA EL NIVEL DE DISCIPULADO DE JESÚS

Los Sermones Más Visitados:352

COMPRUEBA EL NIVEL DE DISCIPULADO DE JESÚS

Génesis 3:1-15;

Juan 1:35-42.

 

   INTRODUCCIÓN: Desde un principio el pecado siempre fue invasor de un nivel al siguiente nivel de la personalidad humana.  Digamos que si la tentación comenzó con el sentido del oído cuando la serpiente le dijo a Eva: “¿Conque Dios os ha dicho: No comáis de todo árbol del huerto?” (Génesis 3:3c).  Tan solo unos breves momentos después la tentación pasó del oído a los ojos, al sentido de la vista, pues en la narración, Moisés nos dice que: “vio la mujer que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos” (Génesis 3:6a).  Y cuando Moisés nos dice que para Eva el árbol era para ella: “árbol codiciable para alcanzar la sabiduría” (Génesis 3:6b), esto quiere decir que después de los ojos, la tentación le invadió su mente, su cerebro, su alma o espíritu.  Cuando dice de ella “y tomó de su fruto” (Génesis 3:6c), está explicando que su sentido del tacto ya fue invadido por la tentación; su alma o espíritu, su mente y su cerebro ya estaba invadido por la tentación, y por eso su cerebro envió una orden a su mano para tomar de aquel fruto.  Luego dice Moisés acerca de Eva: “y comió” (Génesis 3:6d).  A partir de este momento, la tentación se había convertido en pecado porque con la acción de comer, ella ya había desobedecido a Dios.  Su sentido del gusto ya fue invadido y ha pecado.  Luego, dice Moisés también de Eva: “y dio también a su marido, el cual comió, así como ella” (Génesis 3:6e).  Ahora, el pecado invadió a otra persona.

   Lo que he querido que observen con la explicación anterior, es cómo desde el principio, la tentación y el pecado siempre buscaron avanzar un grado o un nivel más en la vida de quienes el diablo (la serpiente del Edén) quiere alejar de la obediencia, la comunión, y la presencia de Dios. La verdad es que el diablo y sus tentaciones, así como la ya propia pecaminosa naturaleza del mismo ser humano, siempre buscan avanzar en nuestro ser para dañar nuestra de por sí ya dañada relación con Dios.  Pero, lo que ahora quiero presentarles es que Jesús, quien no trajo tentación, ni pecado al ser humano, sino restauración, quiere que ahora el ser humano a quien él hace su discípulo se interese en avanzar un grado o un nivel más hacia los requisitos de avance de su discipulado, como si se estuviera buscando revertir el avance que la tentación y el pecado que ha causado daño en la vida humana.

   Basado en nuestra lectura de Juan 1:35-42, y otros pasajes a través del mismo evangelio según San Juan, lo que en este momento les voy a predicar es que Jesús busca siempre que quien se hace discípulo de él, avance cada vez a un siguiente nivel más de práctica. / ¿Cómo avanzar al siguiente nivel de práctica que Jesús busca siempre en quien se hace discípulo de él? / Sigamos con atención el texto bíblico, y descubramos algunos ejemplos de cómo avanzar al siguiente nivel de práctica.

 

   El primer EJEMPLO, de cómo un discípulo de Jesús puede avanzar a un siguiente nivel de práctica, es con respecto a Andrés y Juan, que:

I.- BUSCABAN UN DOMICILIO Y ENCONTRARON A CRISTO.

    Quiero que observen en el texto que después de que Andrés y Juan (el que llegó a ser apóstol de Jesús) escucharon que Juan el Bautista, diga de Jesús: “He aquí el Cordero de Dios” (Juan 1:36), ellos siguieron a Jesús.  Cuando le alcanzaron, y Jesús se da cuenta de que estos dos, algo querían, Jesús les pregunta: “¿Qué buscáis?” (Juan 1:38a).  Pudieron, pues, haberle respondido a Jesús: “A ti te buscamos”, pero no; su respuesta fue: “¿Dónde moras?” (Juan 1:38b); o sea, ¿Dónde vives? O ¿Dónde te hospedas?  Similar como cuando conocemos a alguien a quien queremos ir a ver, y vía WhatsApp le pedimos su dirección, o le pedimos que nos mande su ubicación para localizarle.

   Jesús los invitó a que vayan con él a ver dónde. Como eran alrededor de las 4 de la tarde, y se quedaron con Jesús esa tarde y seguramente hasta a dormir en la misma casa, porque al parecer ellos no tenían donde quedarse a dormir aquella noche, pues junto con su maestro Juan el Bautista estaban de paso en aquella pequeña comunidad de Betábara predicando itinerantemente. Estaban un día en un lugar, otro día en otro, y así cada día.  Esa tarde-noche, mientras platicaron con Jesús, ellos hicieron un gran descubrimiento: Que no se encontraban ante un simple ser humano cuyo nombre civil era Jesús, sino que estaban nada menos que ante “el Mesías” (el Cristo), o sea, el prometido de Dios para salvar a los pecadores. Eso fue lo que ellos descubrieron.  La historia nos relata que Andrés, fue en busca de su hermano Simón, y lo que le dijo con respecto a Jesús, no era que había encontrado al hombre Jesús, ni tampoco que había una buena oportunidad de ir a descansar en una casa donde estaban hospedados junto con Jesús, sino que Andrés le dijo a Simón su hermano: “Hemos hallado al Mesías” (Juan 1:41).

   Amado oyente, si cuando usted acude a un templo como este donde nos encontramos reunidos, si lo que antes pasaba en su mente es solamente que va al templo, o si solamente pensaba que usted iba a una reunión de creyentes en Cristo en un lugar seguro, cómodo, sin distracciones, etc… quiera Dios que al estar en este recinto ubicable con una dirección física, o con un GPS, al final de su estancia no se vaya solamente con el ojo satisfecho de haber visto el diseño arquitectónico del templo, sino que aquí mismo, usted encuentre por la palabra de Dios y por el Espíritu Santo, a Jesucristo el Hijo de Dios.  Usted también debe hallar en este domicilio, como Andrés y Juan, al Mesías, en otras palabras, a Cristo. ¿Es a él a quien usted busca o solamente una dirección, ubicación, edificio, o construcción? El mayor privilegio de estar en la casa de Dios no es haber visto, platicado, o saludado al pastor o algún otro creyente, sino haber encontrado a Cristo por medio de la palabra leída y predicada, y por la ministración del sacramento de la Santa Cena del Señor.

 

   El segundo EJEMPLO, de cómo un discípulo de Jesús puede avanzar a un siguiente nivel de práctica, es con respecto a Andrés, que:

II.- LO QUE DESCUBRIÓ EN JESÚS, LO FUE A COMPARTIR.

   En el texto de esta narración que les estoy predicando, leemos que: “Andrés, hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan, y habían seguido a Jesús. / Este halló primero a su hermano Simón, y le dijo: Hemos hallado al Mesías (que traducido es, el Cristo). / Y le trajo a Jesús” (Juan 1:40-42a).  Observen que Andrés fue en busca de su hermano.  Quizá Jesús les dijo a Andrés y a Juan que él estaba a punto de comenzar a reclutar a un grupo de hombres para hacerlos sus discípulos y apóstoles para predicar acerca del reino de los cielos, y Andrés pensó también en su hermano Simón. Y si Jesús no se los dijo, con más razón es extraordinaria y obra del Espíritu Santo que Andrés haya ido a buscar a su hermano para presentarle la novedad acerca del Mesías.  Observen también que el tema de la conversación de Andrés con su hermano Simón no fue que él junto con su amigo Juan habían encontrado en qué domicilio se encontraba hospedado Jesús, sino que el tenor de su conversación fue clara y contundentemente que: “Hemos hallado al Mesías”.

   Lo que podemos observar en Andrés, es que tenía ganas de compartirle a su hermano lo que él ya había descubierto en Jesús.  Que Jesús no era un simple ser humano, sino que era el Mesías, el Cristo, un enviado extraordinario de Dios, prometido según las Sagradas Escrituras desde poco después del comienzo de la creación, desde cuando Adán y Eva se convirtieron en pecadores ante Dios.  El Mesías, o el Cristo, es quien traería solución a la problemática del corazón humano.  Andrés, había aprendido todo esto, quizá en la sinagoga, pero ahora que hizo su descubrimiento, quería que por lo menos su hermano se entere de ello, e hizo todo lo posible por llevarlo ante Jesús, para que Simón personalmente comprobara también de que Jesús es el Mesías de Dios.  La primera frase del versículo 42 dice de Andrés con respecto a su hermano Simón: “Y le trajo a Jesús”.

   Amados hermanos, estoy seguro de que si no todos, la gran mayoría de los que estamos aquí reunidos escuchando este mensaje, hemos descubierto por la gracia de Dios, quién es Jesús.  Pero, Jesús está esperando que pasemos al siguiente nivel de crecimiento.  Él está esperando de nosotros que también vayamos y compartamos el conocimiento que tenemos de Él.  Es lo que encarga cuando al despedirse de este mundo al subir al cielo cuando dijo: “Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones” (Mateo 28:19a).  Andrés, lo pudo hacer.  No es difícil.  Usted puede hacer un discípulo más para Cristo, el Mesías, así como Andrés lo hizo, compartiendo su descubrimiento, e incluso llevando a alguien a la iglesia para que en alguna reunión su invitado encuentre a Cristo en la predicación de la palabra de Dios.  ¿Quiere usted crecer en este nivel de discipulado que Jesús espera de los que somos sus discípulos?

 

   El tercer EJEMPLO, de cómo un discípulo de Jesús puede avanzar a un siguiente nivel de práctica, es con respecto a Simón, que:

III.- ESCUCHABA A DIOS, PERO NECESITABA SER FIRME.

   Hemos leído que Andrés, después de descubrir junto con Juan que Jesús es el Mesías, el Cristo, inmediatamente, no sé si esa misma tarde-noche, o al día siguiente, si en el mismo poblado, o en otro, pero fue en busca de su hermano Simón, a quien después de decirle que él y Juan ya encontraron al Mesías de Dios prometido desde hace muchos siglos, Andrés llevó a su hermano Simón con Jesús.  Pero, lo que quiero que ustedes observen ahora, es que lo primero que Jesús hizo con Simón cuando platicaron fue darle un segundo nombre con el que a partir de entonces sería conocido. Jesús le dijo: “Tú eres Simón, hijo de Jonás; tú serás llamado Cefas” (Juan 1:42b).

   Ahora, quiero que sepan que el nombre Simón, proveniente del hebreo significaba: El que ha escuchado a Dios. ¿Estaba feo su nombre?  No. Cualquier hombre temeroso de Dios, le gustaría que supieran que se trataba de un hombre que escucha a Dios.  Pero, Jesús se pudo dar cuenta que había alguna incongruencia con lo que su nombre significaba, con la realidad del carácter y conducta de este hombre.  Por una parte, escuchaba a Dios, pero era de los que decimos que oyen por un oído, y por el otro oído se les filtra lo que han escuchado.  No hacía caso a lo que escuchaba. Y eso lo demostró en diversas ocasiones mientras se estaba formando como discípulo y apóstol de Jesucristo.  Era un hombre atrevido e impulsivo para hablar, que decía lo que no debía decir.  Que le cortó la oreja a Malco, un esclavo y soldado, también siervo del sumo sacerdote Caifás.  Que dijo que defendería a Jesús para que no le crucificaran, y que, si era necesario él dejaría que le crucificaran antes que a Jesús, pero a la hora del arresto, huyó, y cuando alguien le identificó como discípulo de Jesús, lo primero que dijo: “No lo soy” (Juan 1:25).  Y hasta 3 ocasiones negó a Jesús.  Era un buen oidor de las enseñanzas de Dios, pero no era un buen hacedor.  Necesitaba ser mejor que Simón.  Por eso ahora se llamará Cefas.

   En cuanto al nombre Cefas, es una palabra en idioma arameo, que significa; Roca, o una piedra grande, que tiene la cualidad de ser pesado, firme, e inmovible.  Esto es lo que Simón necesitaba llegar a ser.  Escuchar a Dios, en el sentido de percibir con el oído lo que se enseña acerca de Él, en realidad no es nada difícil, pues solamente hay que prestar atención, e incluso aunque no se preste tanta atención.  Pero, un buen escucha es aquel que mientras está escuchando, al mismo tiempo está buscando cómo vivir lo que escucha, cómo aplicarlo a su vida.  Esto es lo que Pedro no hacía.  Su mismo nombre no le ayudaba.  Con el nombre Cefas, Jesús le estaba comunicando que a partir de ahora que Simón se estaba uniendo al discipulado de Jesús, sus actitudes, convicciones, decisiones, respuestas a la vida, etc… deberían ser congruentes con su nuevo aprendizaje del evangelio del reino de los cielos que estaría aprendiendo con Jesús.

   Amados hermanos, cuando una persona es llamada a ser discípulo de Jesús, no significa que uno se va a convertir en solamente un oidor pasivo de sus enseñanzas, sino que es necesario convertir en una vida práctica todo lo que uno aprende de Jesús.  El apóstol Santiago como amonestación a los que solamente les gusta oír y no obedecer, dice en su epístola: sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos. / Porque si alguno es oidor de la palabra pero no hacedor de ella, éste es semejante al hombre que considera en un espejo su rostro natural. / Porque él se considera a sí mismo, y se va, y luego olvida cómo era” (Santiago 1:22-24).  Así que, si alguno de los que están escuchando este mensaje se identifican con Simón en ser solamente oidores, tomen en cuenta que ahora que somos discípulos de Jesús, nuestra responsabilidad es crecer al siguiente paso o nivel, con la obediencia y vivencia de lo que aprendemos día a día con Jesús.

 

   CONCLUSIÓN: Les he presentado en esta predicación solamente 3 ejemplos que se desprenden del texto bíblico que leímos al principio.  Sin embargo, les comparto que, en el evangelio según San Juan, este apóstol relata otros episodios del ministerio de Jesús en el que, al encontrarse con las personas, Jesús siempre les enfatizaba que deben crecer espiritualmente a otro nivel que en el que se encuentran actualmente.  Por ejemplo, en Juan 3, en el relato acerca de Nicodemo, quien al escuchar acerca de la enseñanza de Jesús con respecto al nuevo nacimiento, este hombre solamente pensó en el proceso físico de gestación para nacer desde el vientre de una madre; ah, y este hombre era un maestro de la ley. Jesús le tuvo que explicar que se trata de un nacimiento espiritual, pero por la obra del Espíritu Santo (Cf. Juan 3:3-8).  En Juan 4, mientras la mujer samaritana cuando escuchó el ofrecimiento que Jesús le hizo diciéndole: Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: Dame de beber; tú le pedirías, y él te daría agua viva. / La mujer le dijo: Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes el agua viva?” (Juan 4:10-11).  Jesús, tuvo que aclararle que no se trata del agua del pozo, sino del evangelio de Dios.  Un día después que Jesús alimentó a más 5000 personas con solo 5 panes y 2 peces que fueron milagrosamente multiplicados, parte de la gente que aquel día recibió comida, le fue a buscar en otro lugar a donde Jesús se había ido.  La razón de haberle seguido era evidente porque querían que les dieran el desayuno, el almuerzo, y la cena.  Claro que Jesús pudo haber repetido el milagro, pero eso haría que solamente se acostumbraran a seguir a Jesús solamente por comida.  Por eso Jesús les dijo: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. / Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará; porque a éste señaló Dios el Padre” (Juan 6:26-27). Jesús tuvo que insistirles en que se interesen no solamente en la comida, sino en él mismo, diciéndoles: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6:35).

   Estos ejemplos nos dejan bien claro que Jesús espera que quienes queremos o hemos aceptado ser sus discípulos, tenemos que crecer a un nivel espiritual más del que actualmente nos encontramos. ¿Procurará usted ser un discípulo de Jesús que constantemente crezca a un nivel espiritual que Jesús espera de todos los que han sido, son, y serán sus discípulos?  Jesús no quiere discípulos en estancamiento sino en progreso espiritual.

diegoteh

diegoteh.org

El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *