COMPRUEBA LA VERDAD DE JESÚS
Números 23:11-20;
Juan 1:14.
INTRODUCCIÓN: La palabra verdad es una de las palabras dominantes en el santo evangelio según San Juan. Primeramente, al referirse al Verbo divino y eterno, el apóstol Juan dice que “el Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros […] lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14). Esta es la descripción del Verbo cuyo nombre terrenal se trata nada menos que de Jesús de quien según Juan dice que está “lleno” no solamente “de gracia”, sino que también está “lleno… de verdad”.
En este momento, lo que voy a predicarles es acerca de la llenura “de verdad” que fue visto por propios y extraños en la persona, vida, y obra de Jesús, durante su vida y ministerio. Acerca de la llenura “de gracia” también vista en él, ya se las he predicado anteriormente; ahora, solamente me limitaré al aspecto de su llenura “de verdad”. Basado siempre en este conjunto de versículos 14 al 16 de Juan 1, ahora les predicaré que: Jesús está lleno “de verdad” por diversas RAZONES propias de la naturaleza de su ministerio. / ¿Cuáles son las diversas RAZONES propias de la naturaleza de su ministerio por las que Jesús está lleno “de verdad”? / A continuación les compartiré algunas de estas RAZONES.
La primera RAZÓN propia de la naturaleza de su ministerio por la que Jesús está lleno “de verdad”, es:
I.- PORQUE ÉL ENCARNA LA VERDAD DIVINA.
La expresión “YO SOY”, que Jesús utilizó en diversas ocasiones para identificarse como procedente de Dios, era una frase considerada como sagrada pues su expresión se usaba solo y exclusivamente para referirse al único Dios vivo y verdadero. Siendo que él no solamente “era con Dios”, sino que él mismo “era Dios” (Juan 1:1), por ello, no dudó en decir a la gente: “Yo soy el pan de vida”, “Yo soy el Buen Pastor”, “Yo soy la resurrección y la vida”, “Yo soy la Luz del mundo”, etc… pero también entre estos “YO SOY”, él dijo también: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD, Y LA VIDA” (Juan 14:6a). De estas tres afirmaciones que hizo juntas en un solo “YO SOY”, quiero resaltar la parte de la afirmación en la que dijo: “YO SOY… LA VERDAD” (cf. Juan 14:6). Observen que Jesús no dijo en esta expresión que él vino a decirles la verdad, aunque es cierto que él vino para decir la verdad, sino que lo que él afirmó es que él es “LA VERDAD”.
Con esta afirmación Jesús le estaba explicando a sus apóstoles Tomás y Felipe que él no solamente había venido a hablarles de Dios, sino a mostrarles a Dios. Por eso, cuando su mismo apóstol Felipe le había dicho: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta. / Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido, Felipe? El que me ha visto a mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: Muéstranos el Padre? / ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?” (Juan 14:8b-10). Jesús estaba consciente de que en su persona estaba revelando en su humanidad al mismo Padre celestial, así que Jesús no es otra cosa sino la encarnación de Dios mismo en un ser humano, sin embargo, Jesús no era solamente encarnación de Dios, ni solamente la encarnación del Espíritu divino eterno, sino la encarnación de la verdad misma de Dios.
Amados hermanos, es por eso que el apóstol Juan, presenta a Jesús al comienzo de su libro diciendo que él es EL LOGOS, “el Verbo”, un recurso de lenguaje filosófico para indicar que Jesús es una expresión comunicativa de Dios al ser humano, cuya verdad eterna, completa, y absoluta estaba total y plenamente en él, lista para ser comunicada por él en persona y palabra al conocimiento del pecador que tiene la necesidad de conocer a Dios y cómo es Dios. Por eso Jesús es llamdo por el apóstol Juan como “el Verbo” que “fue hecho carne, y habitó entre nosotros” (Juan 1:14a), pues él es “el Verbo” de la verdad hecha carne.
La segunda RAZÓN propia de la naturaleza de su ministerio por la que Jesús está lleno “de verdad”, es:
II.- PORQUE ÉL TENÍA QUE DAR A CONOCER LA VERDAD.
Casi al final del libro, en el relato de la ocasión cuando Jesús era juzgado por Pilato antes de ser condenado a la crucifixión, Jesús durante su juicio le dijo a este gobernante: “Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz” (Juan 18:37b). En otras palabras, Jesús estaba ratificando no solamente que él es la verdad, sino que la verdad que él comunicaba no era su propia verdad como procedente de su naturaleza humana, sino que era procedente de Dios de quien también procede su naturaleza divina. Es por eso que quienes aceptan profesar la verdad de Dios, deben aceptar también que Jesús es la verdad, y que deben amar oír la verdad que él tiene que decir para nuestra vida.
En este sentido, Jesús no solamente era la verdad encarnada del logos divino, sino que en consecuencia de ser el logos divino “el Verbo”, tenía que decir y comunicar toda la verdad, la verdad con respecto a Dios, y la verdad de Dios para el ser humano pecador, muchas veces radical a lo que la gente creía, y radical a lo que los mismos maestros y predicadores de la palabra de Dios enseñaban y predicaban a la gente. Es por eso que la gente, que escuchaba a Jesús “se admiraba de su doctrina” (Mateo 7:28; 22:33; Marcos 1:22; 11:18; Lucas 4:32). San Marcos, nos ayuda a entender un poco más el contexto de la religión de aquellos tiempos, pues comparando a Jesús con los que enseñaban en aquellos tiempos, dice en cuanto a Jesús, que: “se admiraban de su doctrina; porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Lucas 4:32), pues la interpretación de estos escribas, y no era nada tan diferente que de los mismos doctores de la ley que habían tanto entre los fariseos como entre los saduceos, pues interpretaban y enseñaban las Sagradas Escrituras con falta de verdad. En cambio, Jesús, vino para “dar testimonio de la verdad”, no de aparentes verdades, ni de medias verdades, sino “de la verdad” en toda la extensión de la palabra.
Amados hermanos, estas mismas verdades de Jesús en la comunicación de su evangelio, puede resultar pesado, fuerte, o difícil para cualquiera de nosotros, pero finalmente sus palabras y doctrina son la verdad de Dios que necesitamos saber, y a la que debemos someter nuestro saber, comprensión, entendimiento, u obediencia. Si alguien está convencido que profesa la fe en Dios, entonces, acepte también “la verdad” que Jesús nos comunica en su santo evangelio.
La tercera RAZÓN propia de la naturaleza de su ministerio por la que Jesús está lleno “de verdad”, es:
III.- PORQUE LA VERDAD ES UNA NECESIDAD ESPIRITUAL.
En el mismo libro del apóstol Juan, en el final del capítulo 8, hay un énfasis muy marcado que Jesús dijo con respecto a la verdad. En este caso, simultáneamente Jesús se refería a su persona como la verdad encarnada de Dios en él, pero también como el mensaje de verdad que él comunicaba a la gente que le escuchaba enseñar sus doctrinas. En aquella ocasión, sus palabras dirigidas no exclusivamente a sus doce discípulos sino a los judíos que habían querido ser discípulos de él, fueron: “Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; / y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:31-32). Aquella ocasión cuando Jesús dijo estas palabras, las dijo en un contexto en el que sus oyentes judíos estaban prejuiciados con mentiras creyendo que eran hijos de Dios solamente porque eran descendientes de Abraham, el primer hombre que unos 2000 años atrás le creyó a Dios, y con el que Dios se comenzó a formar un pueblo especial en todo el mundo.
Pero, las obras o frutos y la fe de estos judíos no eran como las de Abraham, por lo que Jesús tuvo que decirles que la verdad, ellos no eran hijo de Dios, sino hijos del diablo, pues les explica: “Si fueseis hijos de Abraham, las obras de Abraham haríais. / Pero ahora procuráis matarme a mí, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios; no hizo esto Abraham. / Vosotros hacéis las obras de vuestro padre. Entonces le dijeron: Nosotros no somos nacidos de fornicación; un padre tenemos, que es Dios. / Jesús entonces les dijo: Si vuestro padre fuese Dios, ciertamente me amaríais; porque yo de Dios he salido, y he venido; pues no he venido de mí mismo, sino que él me envió. / ¿Por qué no entendéis mi lenguaje? Porque no podéis escuchar mi palabra. / Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. El ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla; porque es mentiroso, y padre de mentira. / Y a mí, porque digo la verdad, no me creéis” (Juan 8:39b-45). Y luego, les dice la verdad con respecto a la realidad de ellos: “El que es de Dios, las palabras de Dios oye; por esto no las oís vosotros, porque no sois de Dios” (Juan 8:47), o sea, que si en verdad eran hijos de Dios, deberían escuchar las palabras de Jesús, y no rechazarlas como lo estaban haciendo muchos judíos, pero Jesús les afirma que lo que él les decía es la verdad.
Amados oyentes en general, nadie debe alimentar su fe o creencias basándose en un criterio meramente humano, pues podría pasarnos lo que, a estos judíos, creyendo algo que realmente no es una experiencia divina en nuestra vida, sino solamente un supuesto tan lejos de la verdad. Cada uno de nosotros necesita conocer la verdad, y esta verdad, a veces dolorosa, podemos encontrarla solamente en Jesús el Hijo de Dios, quien en su persona estuvo y aun desde la eternidad donde ahora se encuentra, está lleno de toda la verdad que los seres humanos necesitamos saber y vivir. Si usted se considera un hijo de Dios, no dude en llenarse del evangelio de Jesús antes que, de cualquier otra cosa, porque solamente la verdad de Jesús es la que hace libres a los seres humanos de todo prejuicio con el que en otros tiempos habíamos alimentado nuestra mente y nuestra vida.
CONCLUSIÓN: Amados oyentes, a menos que hay algún presente que no conozca y haya experimentado la verdad de la cual Jesús está todavía “lleno” (Juan 1:14), porque en él habita toda “la plenitud” de Dios (cf. Colosenses 1:19; 2:19; Efesios 1:23; 3:19: 4:13; Juan 1:17), todos deberíamos tener la gran bendición de haber conocido en Jesús “la verdad” de Dios en persona, en palabra, y en hechos. Por lo consiguiente, sepamos también que la verdad, no es solamente una idea, sino una acción plena y constante que uno tiene que llevar a cabo, tal como Jesús es una acción de encarnación, de comunicación divina a los pecadores. Cada uno de quienes ya conocemos su verdad, también tenemos que poner su verdad en acción. La verdad se conoce con la mente, se acepta con el corazón, pero se pone en práctica con la conducta de nuestra vida. Que la plenitud o llenura de Dios en Cristo, sea también la plenitud o llenura de Dios en cada uno de nosotros. Que la verdad de Dios nos haga siempre libres de todo engaño y de la condenación misma, y nos llene de salvación desde ahora y por toda la eternidad.
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