PALABRAS DE RESTAURACIÓN PARA LOS CAÍDOS

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PALABRAS DE RESTAURACIÓN PARA LOS CAÍDOS.

JUAN 21:1-19.

 

  INTRODUCCIÓN:  En los primeros versículos de San Juan capítulo 21, se nos presenta a Pedro con una iniciativa personal con la que influenció a sus compañeros discípulos de Jesús, a Tomás, a Natanael, a los hijos de Zebedeo: Juan y Jacobo, y a otros dos que Juan no dice quienes fueron, pero que en total fueron 6 de los 11 discípulos de Jesús que quedaban.  Pedro simplemente les dijo: “Voy a pescar” (Juan 21:3a). Aunque no parece que Pedro les estuviese invitando, pero la respuesta inmediata de reacción de los otros seis fue: “Vamos nosotros también contigo” (Juan 21:3a).  ¿Cuál pudo haber sido la motivación de Pedro, y luego la de los otros seis discípulos para irse de pesca? ¿Sería solamente para que tengan desayuno para el día siguiente?  O ¿acaso ya estaban pensando que sería mejor dedicarse a la pesca en vez de ir a predicar el evangelio a las ciudades y aldeas de todas las provincias de Palestina?  Es muy probable que este era el motivo de estos siete.  Ya no tenían esperanza de continuar en el ministerio para el cual Jesús les había formado durante los últimos tres años y medio, porque estaban decepcionados de que Jesús después de haber resucitado, ya no se quedaba todo el tiempo con ellos como antes.  Bueno, pues en todo proceso de liderazgo, llega el momento cuando el líder tiene que dejar solas a las personas que está formando para ser los nuevos líderes.  Para los discípulos de Jesús, les había llegado este momento de emprender su propio liderazgo en la propagación del evangelio, también sin la presencia física de Jesús. Por esto, estaban muy decepcionados y decaídos, además de que Pedro en particular todavía no se repone de haber caído apenas hace unos días en negar que Jesús era su Maestro.  ¿Se identifica usted con Pedro y sus seis condiscípulos que estaban desmotivados en seguir la misión de su Maestro Jesús?  Espero que no, sin embargo, si usted no está o nunca ha estado entusiasmado(a) por la obra de Dios, le ruego que usted escuche con atención este mensaje y tome usted nota acerca de qué acción práctica necesita usted tomar el día de hoy.

  Bueno, retomando nuestro texto bíblico, leímos que San Juan relata que aquellos siete: “Fueron, y entraron en una barca; y aquella noche no pescaron nada” (Juan 21:3b).  Pero cuando iba amaneciendo, sin que ellos se percatasen pronto, un hombre que resultó ser Jesús estaba allí en la orilla del “mar de Tiberias” (cf. Juan 21:1, o ‘mar de Galilea’ que es lo mismo), y les indicó en dónde podrían tirar la red para obtener una buena pesca, la cual al seguir su instrucción consiguieron una buenísima cantidad de 153 peces, con los cuales con parte de ellos elaboraron el desayuno de aquella mañana.  Pero, no se trataba propiamente de un milagro, sino de una estrategia de pesca que al parecer aquellos siete pescadores no tomaron en cuenta al entrar mar adentro; y la razón por la que San Juan lo relata es para añadir a su escrito una evidencia más de la resurrección de Jesús.  El comentarista bíblico William Barclay, citando el libro La tierra y el libro de W. M. Morton, quien describe una pesca nocturna en el mismo mar donde los discípulos de Jesús estuvieron pescando. Dice Morton que: “Hay cierta clase de pesca que se hace por la noche. Es algo impresionante de ver. A la luz de teas chisporroteantes, la barca se desliza por el mar reluciente mientras los hombres se mantienen de pie observando atentamente hasta que descubren presas, y lanzan la red como rayos; y a menudo se ven venir al puerto los pescadores agotados por la mañana, después de faenar en vano toda la noche”.  Barclay también comparte el testimonio de otro Morton: H. V. Morton quien cuenta que en una ocasión vio a dos hombres pescando a la orilla del mismo lago. Uno había vadeado desde la orilla y estaba echando una red de cascabeles al agua, igualmente como en el caso de los siete discípulos pescadores; y su compañero Abdul estaba en la orilla del mar. Morton cuenta entonces que: “… vez tras vez la red subía vacía. Era interesantísimo verle echarla. […]. Mientras estaba esperando para lanzar otra vez, Abdul le gritó desde la orilla que echara la red a la izquierda, cosa que hizo al instante. Y esta vez no fue en vano… Sacó la red en la que se podían ver los peces removiéndose… Sucede a menudo que el que lleva la red de mano tiene que depender de la vista del que está a la orilla, que le dice hacia qué lado tiene que echarla, porque puede ver en el agua clara el banco que no ve el que está dentro del agua”[1].  En el caso de los discípulos, lo que Jesús hizo aquella ocasión fue ayudarles a mirar lo que ellos no podían mirar estando dentro y sobre el agua, y decirles donde era mejor que echasen la red.  Por esto yo les decía a ustedes que no se trataba propiamente de un milagro, pues hasta el día de hoy así sigue siendo la estrategia de pesca, que uno desde la orilla tiene que dar las indicaciones a sus compañeros en sus barcas o lanchas.  Hermoso detalle de la naturaleza, pero no es esto lo que propiamente les quiero predicar.  Solamente es un dato relevante, más que interesante.

   Lo que hoy les estaré exponiendo es que Jesús tuvo y tiene palabras de restauración para aquellos que como Simón Pedro han caído también de alguna manera en algún error o pecado con respecto a la responsabilidad que uno tiene para con Jesús en el servicio al que uno es llamado por él.  Por eso este mensaje se titula: PALABRAS DE RESTAURACIÓN PARA LOS CAÍDOS.  Es el sermón número 12 de nuestra serie: PALABRAS DE JESÚS PARA EL MUNDO DE HOY. Lo que más resaltaré en este mensaje es cómo el apóstol Pedro fue restaurado de sus negaciones a oportunidades de amar a Jesús como nunca en su tiempo de discipulado lo había hecho.  Lo que nos enseña las palabras de restauración que Jesús le dirigió a Pedro, es lo que ahora les voy a predicar. La proposición del mensaje es que: Como parte del proceso de restauración de una persona que le ha fallado a Jesús, uno debe demostrar mediante acciones prácticas que verdaderamente ama a Jesús. / ¿Qué ACCIONES PRÁCTICAS que demuestran que uno verdaderamente ama a Jesús son parte del proceso de restauración de una persona que le ha fallado a Jesús? / Preste usted atención a las siguientes tres ACCIONES PRÁCTICAS que les compartiré a continuación:

 

   La primera ACCIÓN PRÁCTICA que demuestra que uno verdaderamente ama a Jesús, y que es parte del proceso de restauración de una persona que le ha fallado a Jesús, es:

I.- QUE UNO DEBE RENUNCIAR A TODO LO QUE ESTORBA EL CUMPLIMIENTO DEL LLAMADO.

   En esta primera acción y en la segunda acción que les estaré explicando, tendré cierto enfoque en las tres preguntas: “¿me amas…”, que Jesús le hizo a Pedro, aunque no voy a enfocarme en el significado de las palabras griegas para la palabra amor, ni en la respuesta de un simple “te quiero” que Pedro respondiera (cf. TLA, NVI, NTV, DHH, y otras versiones), sino en otros detalles implícitos en las preguntas de Jesús.  Aquella agradable mañana de una pesca exitosa, y después de un exquisito desayuno en la playa del mar de Tiberias, dice San Juan que “Jesús dijo a Simón Pedro: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas más que éstos?” (Juan 21:15a).  La razón de Jesús para preguntarle a Pedro si de verdad le amaba, es porque la noche de la cena de pascua, después de instituir Jesús su santa cena, les recalcó a todos sus discípulos que aquella misma noche sería entregado.  Entonces el apóstol Pedro interviene y le dice a Jesús: “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (Mateo 26:33), y aunque Jesús le dice que “De cierto te digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces” (Mateo 26:34), Pedro le insiste en que: “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré. Y todos los discípulos dijeron lo mismo” (Mateo 26:35).     Con estas palabras, Pedro estaba intentando explicar que su amor por Jesús era más que el de los demás; pero cuando llegó el momento de la realidad, Pedro no pudo cumplir su palabra.  En realidad, ni los demás.  Al momento del arresto de Jesús esa misma noche, Pedro intentó cumplir su palabra.  Quiso defender a Jesús, sacando su espada antes las autoridades que ejecutaron el arresto de Jesús, y con su espada hasta le cortó la oreja a una persona; pero luego que se llevaron a Jesús, Pedro a escondidas y lejos iba tras la turba que escoltaba a Jesús.  Los otros discípulos, cada uno buscó a donde huir para salvarse de un posible arresto, no sea que también sean arrestados.  Cuando Pedro siempre a escondidas logró entrar en el patio de la casa de Caifás el sumo sacerdote, en un espacio anexo del templo de Jerusalén, allí mismo cuando dos criadas y un grupo de personas le interrogaron y le señalaron que él era uno de los discípulos de Jesús, Pedro en tres ocasiones negó conocer a Jesús tal como Jesús se lo había predicho, incluso entre sus negaciones profirió maldiciones, y sus negaciones las pronunció hasta con juramento (cf. Mateo 26:69-75), lo cual aumenta la gravedad de su negación por convertirse en un perjuro.  Esto es fue para Pedro, una terrible caída espiritual.

   Ahora, Jesús, con sus tres preguntas: “¿me amas…” dirigidas a Pedro, no es que quería hacer sentir mal a Pedro en su conciencia, sino que estaba trabajando en la conciencia de Pedro para restaurarle y fortalecerle el amor que había dicho tener por Jesús.  La pregunta de Jesús que en nuestras biblias se traduce como: “¿me amas más que estos?”, en realidad observando el texto griego escrito por San Juan, se podrían traducir hasta de 4 maneras[2].  Una de ellas es la que tenemos en nuestra versión RV60, y una segunda manera que no significa NO ser fiel al texto bíblico, es que también puede traducirse como: “¿me amas más que “A” estos?”  (Se añade la preposición “A” antes de “estos”). Solo que cuando se traduce “¿me amas más que A ESTOS”, la pregunta se puede referir ya sea a cosas, o a los demás discípulos.  Algo así como: ¿Me amas más que a estas cosas?, o como: ¿Me amas más que a estos discípulos?  No se puede descartar que Jesús se haya referido a cosas y no a personas; y si se refirió a cosas, ello tiene también una importante lección que pretendo explicarles en este momento.  El comentarista Barclay dice: Puede que Jesús señalara, con un movimiento del brazo, la barca y las redes y los peces recién pescados, y le preguntara a Pedro: Simón, ¿Me amas más que a estas cosas? ¿Estás dispuesto a dejar todo esto, a renunciar a las perspectivas de un negocio próspero y una vida razonablemente cómoda para entregarte para siempre al cuidado de Mi pueblo y a Mi obra?”.  Jesús estaba desafiando a Pedro para que no se dejara llevar por el amor a la pesca del mar como había querido comenzar a hacer cuando comenzó la noche anterior, arrastrando a otros 6 de los discípulos a hacer lo mismo.  No es para ese tipo de pesca que Jesús los había entrenado, sino para la pesca de personas por medio de la predicación del santo evangelio.

   Amados oyentes, esto nos deja a nosotros la lección de que, si alguna vez nuestro amor por Jesús ha fallado, si uno desea restaurar su amor por Jesús, una de las cosas que uno debe hacer es renunciar a cualquier cosa que uno podría estar amando más que a Jesús.  En el caso de Pedro, él tuvo que dejar la pesca que tanto amaba.  Es más, desde el primer momento que Jesús llamó a Pedro junto con su hermano Andrés, a ambos les dijo desde el principio: “Venid en pos de mí, y os haré pescadores de hombres” (Mateo 4:19; Marcos 1:17).  Usted ¿qué cosa que ama tanto va a renunciar para amar más a Jesús, y así superar la caída espiritual que usted ha tenido?

 

   La segunda ACCIÓN PRÁCTICA que demuestra que uno verdaderamente ama a Jesús, y que es parte del proceso de restauración de una persona que le ha fallado a Jesús, es:

II.- QUE UNO DEBE DEDICARSE A LA COMISIÓN QUE JESÚS ASIGNA.

   Con respecto a esta segunda acción, se puede interpretar que como tres veces Pedro negó conocer a Jesús y que él no era uno de sus discípulos, Jesús también le dio la oportunidad de borrar de su mente aquellas negaciones, ayudándole a expresar también tres veces que verdaderamente le amaba.  Seguimos enfocados en las tres preguntas: “¿me amas…”, que Jesús le hizo a Pedro, solamente que ahora nos enfocaremos no tanto en las tres respuestas de Pedro, sino en las tres veces que Jesús le hace una encomienda a Pedro. Pero, primero recordemos que Pedro, prácticamente, quizá por sentirse indigno de haber negado a su Maestro Jesús, y quizá por no ver a Jesús permanentemente con ellos, no quería hacer más por la causa de Jesús, sino que espontáneamente le pareció mejor ir a pescar, que desde luego no tiene nada de pecaminoso ir a pescar ya sea en el mar, en el río, o hasta en un arroyo; pero quedar con la decisión de no hacer lo que Jesús quiere que uno haga, y quedar con el pensamiento o sentimiento de indignidad, no ayuda a que uno sea restaurado.

  Jesús no desconfió en las palabras afirmativas de amor expresadas por Pedro, pero Jesús va más allá de solo esperar palabras de Pedro.  Las tres veces que Pedro respondió: Sí, Señor; tú sabes que te amo” (v. 15); “Sí, Señor; tú sabes que te amo” (v. 16); “Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo” (v. 17); Jesús siempre le respondió asignándole una tarea.  La primera vez le dijo: “Apacienta mis corderos” (v. 15); la segunda vez: “Pastorea mis ovejas” (v. 16); y la tercera vez: “Apacienta mis ovejas” (v. 17).  Esto es revelador para las personas que están de acuerdo en restaurar su compromiso de amor hacia Jesús y su obra.  Ese amor que se restaura debe traducirse en la acción de anunciar el evangelio de Jesús no solamente a los que no han recibido el reino de Dios en sus vidas, sino también a aquellos en quienes el reino de Dios está en sus corazones, sus corderos u ovejas a los que Jesús se refirió.  Todo esto nos deja bien claro que, aunque hay faltas cometidas de las que a uno podría llevarle hasta meses o años para restaurarse, hay también casos en el que uno podría también ser prontamente restaurado hasta en menos de una semana, y por ello, uno puede integrarse nuevamente y a la brevedad posible al servicio en el ministerio del reino de Dios.

   Amado oyente, si usted está en proyecto de mejorar su amor por Jesucristo, porque reconoce que usted ha estado falto de amor por él o porque usted reconoce con arrepentimiento que le ha fallado a Jesús en algún momento del cual usted todavía no se ha restaurado, pues, una acción práctica en el proceso de restauración es precisamente recibir y asumir con responsabilidad la tarea, misión, o comisión que Jesús asigna a cada discípulo o creyente suyo, por lo que uno debe dedicarse a llevar a cabo tal comisión.  Ojalá que usted ya sepa cuál es la comisión que Jesucristo ha tenido para usted.  Puede no ser apacentar o pastorear como le fue asignado a Pedro, pero nadie puede quedarse sin asumir una tarea en el llamado de Jesús.  Desde el preciso momento que uno es llamado a la salvación y al servicio de su obra evangelizadora, Dios nos comienza a formar por medio de su Espíritu Santo, ministrándonos dones específicos que nos dejan enteramente capacitados para seguir la misión de Jesús.  ¿De verdad usted también ama a Jesús? ¿De verdad usted desea restaurar su amor, su fe, su compromiso, su servicio para con Jesús? No quedará usted restaurado de donde usted ha caído, si usted no se dedica a obedecer a Jesús.

 

   La tercera ACCIÓN PRÁCTICA que demuestra que uno verdaderamente ama a Jesús, y que es parte del proceso de restauración de una persona que le ha fallado a Jesús, es:

III.- QUE UNO DEBE ESTAR DISPUESTO TODA LA VIDA A DAR LA VIDA POR EL DEBER.

   Parte de las palabras de restauración que el apóstol Pedro escuchó directamente de Jesús aquella mañana después del desayuno en la playa del mar de Tiberias, fueron: “De cierto, de cierto te digo: Cuando eras más joven, te ceñías, e ibas a donde querías; mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos, y te ceñirá otro, y te llevará a donde no quieras. / Esto dijo, dando a entender con qué muerte había de glorificar a Dios” (Juan 21:18-19a).  San Juan explica que, con las palabras dichas por Jesús a Pedro dio “a entender con qué muerte había de glorificar a Dios”, Pedro.  Tales palabras no solamente indican que Pedro moriría viejo, sino que también perdería la habilidad para vestirse y movilizarse, por lo que necesitaría la ayuda de otra persona tanto para vestirle como para llevarle de un lugar a otro. La fecha de su muerte no está bien identificada, por lo que algunos dicen que fue en el 64 d.C., y otros que fue en el 67 d.C., es decir, unos 31 o 34 años después de la muerte, resurrección, y ascensión de Jesús.  La fecha de su nacimiento tampoco se sabe con precisión, pero se coincide que fue incluso antes del nacimiento de Jesús, por lo que Pedro vivió más de 64 o 67 años.  Fueron unos 31 o 34 años de servicio a la causa de Jesús, mas los 3 años de entrenamiento práctico que tuvo directo con Jesús.  Esto es nada más que una indicación de que Pedro tras su restauración, dedicó toda su vida al cumplimiento de la encomienda que Jesús mismo le tuvo designado, ahora sí, pase lo que pase.

  Como un detalle que está entre las palabras dichas por Jesús a Pedro está la frase: “… mas cuando ya seas viejo, extenderás tus manos”.  La expresión “extenderás tus manos”, es una de las frases que aportan información con respecto de lo que Jesús esperaba de Pedro como hombre y apóstol restaurado después de haberle negado la noche después del arresto de Jesús.  Según dice el comentarista bíblico William Hendriksen: ‘En relación con esto es interesante notar que la expresión “extender las manos” la utilizan a menudo autores griegos y los primeros padres para indicar la crucifixión’[3].  Así que lo que Jesús dijo acerca de Pedro “con qué muerte había de glorificar a Dios”, la forma sería por extender las manos, lo cual indica que moriría por crucifixión, lo cual, según testimonios históricos y patrísticos, así sucedió.  El teólogo, obispo, e historiador Eusebio de Cesarea de finales de siglo III y principios del siglo IV d. C (265 – 339 d. C), en su libro Historia Eclesiástica relata que Pedro: “parece haber predicado en Ponto y Galacia y Bitinia y Capadocia y Asia, a los judíos de la Diáspora, y por fin, habiendo llegado a Roma, fue crucificado con la cabeza hacia abajo, porque así pidió él sufrir” (Historia Eclesiástica III); y Tertuliano de Cartago, de finales del siglo II y principios del siglo III d. C., hablando de la persecución que Nerón hizo en roma contra los cristianos, relata también que “En Roma Nerón fue el primero que manchó con sangre esta fe creciente. Luego Pedro es ceñido por otro cuando se le clava a la cruz[4].  O sea, que la expresión “extenderás tus manos”, tenía que ver con la muerte de cruz con los brazos, implícitamente con las manos extendidas, lo que Jesús le indicaba a Pedro que algún día estaría enfrentando, por lo que Pedro si en verdad estaba dispuesto a cumplir su palabra cuando le dijo a Jesús, : “Aunque todos se escandalicen de ti, yo nunca me escandalizaré” (Mateo 26:33), y “Aunque me sea necesario morir contigo, no te negaré” (Mateo 26:35a), ahora debería estar preparado para que si en otra ocasión por causa de ser apóstol de Jesucristo se viera en peligro de ser crucificado, que no se retractara de la fe y la misión que le estaba siendo encomendado por Jesús.  Pedro entendió esto, y nunca más volvió a negar a su Maestro durante los siguientes 31 o 34 años más de vida en los que se dedicó a su servicio.  En estas palabras restauradoras de Jesús, de Juan 21:18-19, dice Hendriksen, que se encuentra nada menos quela consoladora verdad de la predestinación, a saber, que sea lo que fuere que ocurra en nuestra vida, ello ha sido sabiamente ordenado por el Señor, de la misma manera que había sido prevista y predicha la forma misma de la muerte gloriosa de Pedro”.

   Amados hermanos, la vida de servicio a la causa de Cristo, aun si uno no hubiese tenido nunca una caída de negación de la fe, o igual si uno hubiese tenido alguna caída pecaminosa, si uno verdaderamente busca ser restaurado, entonces es necesario no solamente cumplir como uno pueda y cuanto uno pueda, sino que es necesario estar dispuesto a ser fiel al que nos llamó, a Jesucristo.  Si fuésemos perseguidos a muerte por nuestra fe, no deberíamos negar o volver a negar la fe, sino que uno debería estar dispuesto a ser fiel a Jesús, aunque tengamos que morir por la causa de Cristo.  Una vida que es restaurada, no se restaura para volver intencional y voluntariamente a una nueva caída de negación o deliberadamente para pecar, sino que una vida en restauración o restaurada, se entrega totalmente a la causa de Cristo, hasta la muerte.  Por supuesto que no en todos los casos uno va a caer en manos de perseguidores, sin embargo, uno NO debe nunca más dar un paso de retroceso, sino que uno debe seguir firme tanto en la fe como en la obra de Dios hasta el último momento de nuestra vida presente. ¿Ha considerado usted como una responsabilidad el vivir para la causa de Cristo hasta que ya no quede en usted más aliento de vida?  Así tiene que ser, si no, en realidad uno todavía no está totalmente restaurado.  Si uno no tiene esta visión de fidelidad hasta la muerte, es que uno todavía no se encuentra restaurado.

 

   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, todos los que caminamos en la fe y servicio del Señor, no estamos exentos de cometer algún acto o de omitir un acto, que represente nuestra negación a Jesús.  Pero, todo aquel que auxiliado por la gracia de Dios comprende que debe restaurar su innegable amor por Jesús debe por lo menos tomar en cuenta estas tres ACCIONES PRÁCTICAS que demuestran que uno verdaderamente ama a Jesús, y que es parte del proceso de restauración al que uno se debe someter.  Es así como las palabras restauradoras de Jesús se cumplen efectivamente en la vida de quienes verdaderamente buscamos ser restaurados: 1.- que uno debe renunciar a todo lo que estorba el cumplimiento de su llamado; 2.- que uno debe dedicarse a la comisión que Jesús asigna; y 3.- que uno debe estar dispuesto toda la vida a dar la vida por el deber.   Si usted pensara también como Jesús dijo antes con respecto de María de Betania, la que ungió las cabeza y pies de Jesús con un perfume carísimo de nardo puro, que “… sus muchos pecados le son perdonados, porque amó mucho; mas aquel a quien se le perdona poco, poco ama” (Lucas 7:47); se daría cuenta qué tan grande ha sido el amor de Dios el Padre y su Hijo Jesucristo por usted, y entonces, usted daría toda la vida hasta dar la vida por el deber de la obra de Dios.  ¡Que Dios les bendiga mis amados hermanos!

 

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[1] Barclay, William; Comentario del Nuevo Testamento: Tomo 5, Evangelio según San Juan; p. 230.

[2] Juan 21:15: «¿Me amas más que …?» https://respuestas.me/q/juan-21-15-me-amas-ma-s-que-60039629734

[3] Hendriksen, William; Comentario del evangelio según San Juan; Libros Desafío; 1981; Grand Rapids, Michigan; Pp. 765-766.

[4] Tertuliano; Adversus Gnosticos Scorpiace, Cap. XV: Antídoto contra la picadura del escorpión.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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