LO QUE RECONOCE DE DIOS UNA IGLESIA UNIDA
Hechos 4:24-31.
INTRODUCCIÓN: El día que un cojo fue sanado en Jerusalén, usando el apóstol Pedro solamente “el nombre de Jesucristo de Nazaret” (Hechos 3:6b), desde “la hora novena” o sea, tres de la tarde (Hechos 3:1) que ocurrió la sanidad, el apóstol Pedro aprovechó predicarle a la gente que se acercaba a ellos, que, tanto para Pedro y Juan como para los oyentes, seguramente no vieron cómo transcurrió el tiempo tan pronto. Cuando ya se acercaba la noche, dice San Lucas que: “… vinieron sobre ellos los sacerdotes con el jefe de la guardia del templo, y los saduceos, 2 resentidos de que enseñasen al pueblo, y anunciasen en Jesús la resurrección de entre los muertos. 3 Y les echaron mano, y los pusieron en la cárcel hasta el día siguiente, porque era ya tarde” (Hechos 4:1b-3). La molestia de ellos era que Pedro y Juan predicaban acerca de Jesús que, así como había resucitado también habría resurrección para los que crean en él. Los responsables de este encarcelamiento fueron “el sumo sacerdote Anás, y Caifás y Juan y Alejandro, y todos los que eran de la familia de los sumos sacerdotes” (Hechos 4:6). Pedro y Juan, a pesar de no ser gente con un vocabulario académico, pero siendo auxiliados por el Espíritu Santo tuvieron la mejor explicación escritural y teológica de tal manera que aquellos altos representantes de la religión no tuvieron sustento legal para procesar a los apóstoles en un juicio. Pero, aun no teniendo razón, dice San Lucas que aquellos líderes religiosos dijeron entre sí: “… para que no se divulgue más entre el pueblo, amenacémosles para que no hablen de aquí en adelante a hombre alguno en este nombre. 18 Y llamándolos, les intimaron que en ninguna manera hablasen ni enseñasen en el nombre de Jesús” (Hechos 4:17-18). Es muy claro que lo que estos no querían era que se predicase en el nombre de Jesús, que él había resucitado, que él había regresado al cielo, que él es el único Salvador bajo el cielo, que él es quien perdona pecados, etc… Es así como la iglesia naciente tuvo sus primeros momentos difíciles.
Bueno, pero lo que nuestro texto para este mensaje nos indica es que los apóstoles Pedro y Juan “… puestos en libertad, vinieron a los suyos y contaron todo lo que los principales sacerdotes y los ancianos les habían dicho” (Hechos 4:23). Quizá fueron con los demás apóstoles, o con algún grupo de los “como ocho mil” recién convertidos en Jerusalén, con los que en unidad enfrentaron sus momentos difíciles con una profunda fe en Dios, con una sincera obediencia, y con una excelente unidad fraternal. Según Hechos 4:24-31, los apóstoles y demás creyentes, estuvieron más unidos que nunca. De este relato bíblico histórico voy a predicarles que: Los creyentes unidos en tiempos difíciles, debemos reconocer las facultades de Dios que fortalecerán a la iglesia. Queremos que la iglesia de nuestro Señor sea fortalecida aun en los tiempos difíciles de su historia. / Entonces ¿cuáles son las facultades de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque por estas facultades Dios traerá fortalecimientos a la iglesia? / Basado en nuestra historia de Hechos 4:24-31, les compartiré ahora algunas de estas facultades de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque estas fortalecerán a la iglesia.
La primera facultad de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque por ella traerá fortalecimiento a la iglesia, es:
I.- SU ATENCIÓN QUE TIENE RESPUESTA PARA LOS QUE ORAN.
Aquellos cristianos unidos de Jerusalén confiaron en que Dios les atenderá a ellos antes que a los que se oponen a los propósitos de Dios mismo, por lo que no dudaron en orar a él buscando la solución del problema que había iniciado en la maldad de los líderes del judaísmo, del malvado sumo sacerdote y de sus familiares que monopolizaban el gobierno de la religión. Los versículos 24 al 30 no son palabras de un canto previamente escrito y aprendido juntos, sino una oración espontánea en busca de la atención de Dios, confiando en que él les atenderá. Parte de su oración fue: “Y ahora, Señor, mira sus amenazas, …” (Hechos 4:29a). La expresión “Señor, mira…”, no es solamente una petición de que Dios no se distraiga y que abra más los ojos para ver lo que sucede en la tierra o en el entorno de la iglesia, sino que es una expresión de confianza en que Dios hará por ellos, por su obra, y por su iglesia, lo que debe hacer para que la comisión que su Hijo Jesucristo les encargó se cumpla con “poder” (cf. Hechos 1:8) como Jesús lo había indicado desde antes de regresar a su gloria celestial eterna.
Dios tiene la facultad de responder a las oraciones de todos los creyentes que forman parte de su iglesia, y lo hizo con ellos. Por eso, no debemos de dejar de orar a Dios por todo motivo que surja en la comunión de nuestra amada iglesia. Orar no es una pérdida de tiempo; es una ganancia de soluciones. Nosotros oramos, Dios nos atiende, y su iglesia se fortalece.
La segunda facultad de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque por ella traerá fortalecimiento a la iglesia, es:
II.- SU SOBERANÍA QUE TIENE EL CONTROL DE TODO.
Dice San Lucas que Pedro y Juan y todos los que se reunieron con sentido de unidad: “Y ellos, habiéndolo oído, alzaron unánimes la voz a Dios, y dijeron: Soberano Señor, tú eres el Dios que hiciste el cielo y la tierra, el mar y todo lo que en ellos hay” (Hechos 4:24). Sus primeras palabras en esta oración que ellos hicieron fueron: “Soberano Señor”. Estas palabras indican el alto conocimiento que ellos tenían acerca de Dios. Que Dios es “Soberano Señor”, quiere decir que no hay nada que esté ocurriendo en cualquier lugar del universo que él no sepa ni tenga control de ello. Esta es la realidad acerca de Dios. Los apóstoles y los demás creyentes no se estaban haciendo una falsa ilusión de considerarlo “Soberano Señor”, sin saber si lo era o no lo era; sino porque sabían que sí lo era, por eso así lo reconocían. La intimidación que el sumo sacerdote les había hecho para que no predicasen a Jesús, bajo amenaza de ser encarcelados por ello, aunque era un problema para poder cumplir la comisión de Jesús de ser testigos primeramente en Jerusalén, no querían preocuparse por ello, sino que querían dejar en las manos de Dios que él le dé solución a este asunto.
En nuestros tiempos difíciles, Dios no ha dejado de ser “Soberano Señor”, y por ello en su tiempo y según su soberana decisión, Él va a cambiar la historia para bien. Su iglesia que él sigue formando en este lugar, va a ser fortalecida por él mismo. La iglesia va a poder reunirse más frecuente y en mayor cantidad de creyentes. La iglesia va a poder hacer un mejor y mayor ministerio que extienda desde aquí hasta otros lugares el evangelio del reino de Dios que nos ha dado a conocer. No se preocupen por las limitaciones que la pandemia nos ha impuesto ahora. Dios es soberano, y él va a llevar a buen término los destinos del mundo, así como de nuestra comunidad Ebenezer en particular. Dios destrabó las limitantes que hubo en Jerusalén por causa de unos líderes que no comprendieron que Jesús es el Hijo de Dios y Salvador de los que creen en él. Dios estuvo detrás de la pronta persecución, y aunque no pareciera que Dios está en control, fue así como el evangelio de su hijo se propagó rápidamente a muchos lugares. Dios está en control de nuestra congregación; y él hará en su momento lo que deba hacer para que su evangelio se propague desde aquí.
La tercera facultad de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque por ella traerá fortalecimiento a la iglesia, es:
III.- SU VOLUNTAD ETERNA QUE SE TIENE QUE CUMPLIR.
A veces pareciera que lo que gana es la voluntad de los malos. La gente mala es la que en su maldad se unieron contra Jesús y le crucificaron hasta morir; pero, aunque la maldad de ellos hizo esto, Dios tenía un plan de enviar a su Hijo para que la maldad de los hombres le llevara a la cruz y al sepulcro; por lo que finalmente no era plenamente el plan de los hombres lo que se estaba cumpliendo, sino que era el plan de Dios que en su voluntad él había “antes determinado que sucediera”. Esta realidad la explican los creyentes en la misma oración en la que reconocen la soberanía de Dios. Le dicen a Dios: “Porque verdaderamente se unieron en esta ciudad contra tu santo Hijo Jesús, a quien ungiste, Herodes y Poncio Pilato, con los gentiles y el pueblo de Israel, 28 para hacer cuanto tu mano y tu consejo habían antes determinado que sucediera” (Hechos 4:27-28). Lo que se cumplió realmente es la voluntad de Dios en un plan redentor en el que Dios usó la maldad de la gente impía del tiempo que a Jesús le tocó vivir aquí en la tierra. Su voluntad se tenía que cumplir. Y su voluntad no se limitó a que su Hijo muriera en manos de gente mala, sino que su voluntad era que también le resucitaría, y así lo hizo Dios. El plan “antes determinado” de Dios se tiene que cumplir. Y la iglesia solamente está esperando que el plan de Dios se cumpla, sin que nosotros tengamos que forzar que algo se cumpla. No depende de nosotros, depende de Dios.
Aunque los tiempos difíciles causen limitantes a la iglesia de Jesucristo, la voluntad de Dios se está cumpliendo sobre la vida, y existencia de su iglesia; y la voluntad de Dios se seguirá cumpliendo en todo lo que él desde la eternidad tiene planeado. Nada que esté sucediendo ahora está fuera de su plan eterno. Todo va a resultar para bien de sus propósitos eternos, y la iglesia es la institución que marca cómo avanza el cumplimiento de la voluntad eterna de Dios. Es la única institución que permanecerá para siempre y por la eternidad. Nada, ni la pandemia derrotará a la iglesia, ni el mismo infierno. El plan de Dios superará el caos de la pandemia Covid, y hasta las artimañas de Satanás. Nadie se preocupe mientras sea parte de la iglesia de Dios. Su voluntad siempre favorecerá a su propia obra aquí en la tierra. Dios no desamparará su propia obra. Así lo explica también el apóstol Pablo a los filipenses a quienes refiriéndoles acerca de Dios les escribió que: “… el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
La cuarta facultad de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque por ella traerá fortalecimiento a la iglesia, es:
IV.- SU SALVACIÓN QUE CONTINÚA EN EL NOMBRE DE JESÚS.
En su momento, Jesús vino a cumplir el favor redentor de Dios. Lo hizo predicando el evangelio del reino de los cielos, palabra que sirvió para que muchas personas sean salvas de la condenación eterna, y sean integradas al reino de los cielos que nos trajo aquí en la tierra. Luego, lo hizo permitiendo que su cuerpo sea crucificado y que pase momentáneamente al poder de la muerte. Fue su acción redentora por excelencia. Pero, luego que resucitó ordenó que su evangelio sea predicado y que la gente sea hecha discípula de él. Como bien indica San Lucas al final de su versión del evangelio, que Jesús hablando de él mismo dijo a sus mismos discípulos que: “Así está escrito, y así fue necesario que el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; 47 y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén” (Lucas 24:46-47). Eso fue lo que hizo Pedro todas las veces que predicaba (cf. Hechos 4); y eso fue lo que hizo cuando le dijo al cojo: “en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda” (Hechos 3:6b), y por ello ahora ha surgido una fuerte y poderosa oposición de parte de los opositores.
En la oración de aquellos creyentes, otra parte de lo que le dijeron a Dios fue: “… y concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra, 30 mientras extiendes tu mano para que se hagan sanidades y señales y prodigios mediante el nombre de tu santo Hijo Jesús” (Hechos 4:29b-30). Todo lo que ellos querían hacer era seguir predicando y enseñando en el nombre de Jesús, y así obedecer el encargo que Jesús había hecho de ir y predicar a toda criatura (cf. Marcos 16:15), o de hacer discípulos a todas las naciones (cf. Mateo 28:19). Querían como nosotros, continuar la misión de Jesús, y por lo tanto la misión redentora de Dios, y querían valor como nosotros para hablar en medio de la fuerte oposición del alto mando de la religión judía. No querían desanimarse por nada, por lo que necesitaban que Dios les diera este valor de hablar sin miedo, y sin temor a las amenazas.
Desde entonces, el nombre de Jesús es el que está haciendo la obra redentora y salvadora de Dios cuando la palabra que se predica con el poder del Espíritu Santo es oída por los seres humanos. Es en el nombre de él que uno se convierte del pecado a la fe, es en el nombre de él que uno se bautiza tal como él lo ordenó. Es en el nombre de él que ocurren “sanidades y señales y prodigios” para que la salvación llegue a la mayor cantidad de personas que deben responder con arrepentimiento a su evangelio.
Dios ha dado a su iglesia la facultad de usar la facultad del nombre de Jesús para la salvación de más personas. Es así como lo explicó el apóstol Pedro ante el concilio que le juzgó, diciéndoles: “sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está en vuestra presencia sano” (Hechos 4:10), que es por el “nombre de Jesucristo de Nazaret; y en cuanto a la salvación también les explicó que: “Este Jesús es la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza del ángulo. 12 Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:11-12). Por esta verdad, oremos en el nombre de Jesús, pidamos en el nombre de Jesús, prediquemos en el nombre de Jesús, y veremos los grandes resultados del nombre de Jesús. El que salva es Dios tan solo con la facultad de usar el nombre de Jesús. Con el nombre de Jesús esta iglesia será fortalecida, no importa que haya pandemia, y no importa que haya opositores del mismo evangelio, de Jesús o de Dios mismo.
La quinta facultad de Dios que los creyentes unidos en tiempos difíciles debemos reconocer porque por ella traerá fortalecimiento a la iglesia, es:
V.- SU PODER COMUNICADO POR MEDIO DE SU ESPÍRITU SANTO.
Es relevante el resultado de haberle orado a Dios. Dice San Lucas de aquellos creyentes que: “Cuando hubieron orado, el lugar en que estaban congregados tembló; y todos fueron llenos del Espíritu Santo, y hablaban con denuedo la palabra de Dios” (Hechos 4:31). Recibieron lo que pidieron. No pidieron que Dios exterminara al sumo sacerdote y a sus allegados, no pidieron poder para luchar contra ellos, sino simplemente habían pedido: “concede a tus siervos que con todo denuedo hablen tu palabra” (v. 29b). Y eso fue lo que Dios les concedió. Después de aquella reunión de oración que ellos tuvieron, “todos fueron llenos del Espíritu Santo”; esta es la fuente del poder que ellos necesitaban. Y luego que todos fueron provistos del poder necesario, dice san Lucas que todos “hablaban con denuedo la palabra de Dios”.
Es Dios quien tiene la facultad de dar este poder a los creyentes de su Hijo; y si usted no tiene este poder comunicado por el Espíritu Santo de Dios a usted, hay que pedírselo a Dios en oración, aunque la oración por sí sola no es el poder para llevar a cabo la misión divina de predicar el nombre de Jesús. El temblor que ocurrió en “el lugar en que estaban congregados”, y que seguramente se enteró toda la ciudad, tampoco era el elemento que daría poder a los creyentes para que también hablaran con denuedo en el nombre de Jesús. Sería el poder de Dios que es comunicado a la vida del creyente por medio del Espíritu Santo. Eso fue lo que recibieron cuando San Lucas explica que “todos fueron llenos del Espíritu Santo”.
Lo que aprendemos de aquel suceso es que Dios tiene el poder que necesitamos para que su obra continúe a pesar de los momentos difíciles que lleguen a la iglesia; y que Dios es quien nos dará su poder, aun en estos tiempos de pandemia Covid. Dios está llevando a cabo su plan también en estos tiempos no usando nuestro debilucho e insignificante poder pecador, sino dándonos su divino y grandioso poder.
CONCLUSIÓN: Como iglesia, también nos unimos como aquellos apóstoles y primeros creyentes de la ciudad de Jerusalén, y reconocemos que la atención de Dios a la oración, la soberanía de Dios en todo lo que ocurre, la voluntad de Dios con respecto a sus planes, la eficaz salvación de Dios a los pecadores, y el poder de Dios por medio de su Espíritu Santo, son las facultades de Dios que harán que la amada iglesia en la cual nos reunimos sea fortalecida.
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