LISTO PARA SERVIR

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LISTO PARA SERVIR

Hechos 6:5-10; 7:55-60.

 

   INTRODUCCIÓN: En la actualidad se venden alimentos envasados que tienen una leyenda que dice: Listo para servir. ¿Qué significa esta indicación? Significa que, usted ya no tiene qué cocerlo, aunque si lo desea por supuesto que puede calentarlo; ya no tiene qué ponerle más ingredientes ni mayor cantidad de algún ingrediente, porque todo ya está preparado en su punto; ya está listo para servir. Pero ¿sabe usted que para la vida cristiana, Dios también prepara a todos los creyentes, con todos los ingredientes de su gracia a la medida y en su punto, para que cada uno también esté listo no para ser servido, sino “para servir”?

   En nuestro texto bíblico para este mensaje, en el que voy a usar dos porciones complementarias: Hechos 6:5-10; y 7:55-60, podemos observar que en la naciente y creciente iglesia de Jerusalén fueron electos los primeros diáconos de la iglesia. ¿Qué es un diácono? La palabra diácono procedente del idioma griego significa “servidor”, y tratándose de un creyente en Jesucristo, implica que es una persona que representando a Jesucristo “el Hijo del Hombre”, es una persona que igualmente “no vino para ser servido, sino para servir” (Marcos 10:45).  Pero, un detalle a observar en el texto bíblico es que a estas personas que fueron electas como diáconos, no la iglesia los convirtió en servidores después de que fueron electas, ni Dios los convirtió en servidores hasta después de que la iglesia los eligió, sino que realmente eran servidores aun antes de ser electas, pues para ser electas, la iglesia lo que buscó es que cada uno se encuentre “lleno” de diversas espiritualidades, tal como se menciona en los versículos 3, 5 y 8 de Hechos 6.  La iglesia solamente reconoció que ellos estaban listos para servir, no que todavía iban a comenzar a aprender a ver si pueden servir. Y otro detalle digno de observar es que cuando fueron electos, ninguno tenía mucho tiempo de haber creído en Jesucristo, ni siquiera un año, es posible que era el primer semestre después de la venida y manifestación del Espíritu Santo en Jerusalén, lo cual nos indica que para ser un servidor en nombre de Jesucristo, no se requiere de mucho tiempo de espiritualización, pues el Espíritu Santo de Dios cuando capacita suele ser inmediatamente a la conversión.  Es por eso que creo que cada uno de ustedes mis amados hermanos, que no son nuevos creyentes, y aunque fueran nuevos creyentes, todos ustedes están listos para servir en el nombre de Jesucristo.

   Así que, con todo este preámbulo, y basado en Hechos 6:5-10, y en 7:55-60, les voy a predicar ahora, que: Un creyente en Jesucristo está listo para servir porque Dios le ha llenado de espiritualidades esenciales que le hacen listo para el servicio. / ¿Cuáles son las espiritualidades esenciales con las que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hacen listo para el servicio? / En este mensaje les voy a exponer acerca de tales espiritualidades esenciales.

 

   La primera espiritualidad esencial con la que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hace listo para el servicio, es:

I.- LA FE CON LA QUE HEMOS SIDO SALVOS.

   Lo primero que nos dice el versículo 5 es que: “Agradó la propuesta a toda la multitud; y eligieron a Esteban, varón lleno de fe”.  Ser “lleno de fe”, es la primera espiritualidad que se requiere de una persona para servir en cualquier área de la obra de Dios.  Esta llenura “de fe”, aunque se menciona como si fuera solamente el caso de Esteban, en realidad también fue el caso de Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas, y Nicolás (cf. Hechos 6:5), pues, por eso los eligieron.

   De la epístola del apóstol Pablo a los Efesios entendemos que sin fe en Jesucristo nadie es salvo (cf. Efesios 2:8), por lo que, si uno tiene fe en Cristo por ello uno es salvo; y si uno es salvo, uno es de Cristo; y si uno es de Cristo, uno puede representar a Cristo en el servicio que uno lleve a cabo. Si uno no tuviese fe en Jesús, cualquier cosa que uno haga en la vida, aunque finja hacerlo en el nombre de Dios, no es agradable a Dios porque como dice el apóstol que escribió a los hebreos que: “… sin fe es imposible agradar a Dios” (Hebreos 11:6); es más ni la vida de una persona es agradable a Dios si uno no tiene fe en Jesucristo.

   Usted, por ser creyente en Jesucristo implica que tiene fe en él, y por esa misma fe, usted está listo para servir. La fe, le capacita para estar listo para servir. Ser “lleno de fe”, no quiere decir que hay una cantidad medible de fe al que uno tiene que llegar, sino que es suficiente con que uno verdaderamente haya creído en Jesucristo, y que uno esté creciendo en fe, estando cada vez siempre dispuesto a enfrentar con fe cualquier situación en la vida que si no fuera porque somos de Cristo, no estuviésemos dispuestos a enfrentar.

 

   La segunda espiritualidad esencial con la que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hace listo para el servicio, es:

II.- LA PRESENCIA DEL ESPÍRITU SANTO EN NOSOTROS.

   Lo siguiente que nos dice el versículo 5 después de decir que: “eligieron a Esteban, varón lleno de fe”, es: “y del Espíritu Santo” (Hechos 6:5).  Esteban estaba “lleno”, primero “de fe”, y segundo también “del Espíritu Santo”, pero aclaro, no solamente Esteban sino todos aquellos que fueron electos estaban llenos “de fe” y “del Espíritu Santo”, y la llenura de estas espiritualidades les hacía aptos para ser servidores, y ya lo habían demostrado.  La iglesia solamente reconoció que ellos verdaderamente eran servidores, y no que todavía iban a aprender a serlo.

   La llenura del Espíritu Santo no es algo que se mide por litros, sino que se considera lleno de ello a la persona que completamente se deja guiar por el Espíritu Santo.  Se entiende que está lleno del Espíritu Santo, primeramente a aquel que ha creído en Jesucristo porque cuando uno cree en Jesucristo, el Espíritu Santo entra a morar en la vida uno; y en segundo lugar está lleno del Espíritu Santo aquel que habiendo tenido una vida entregada al “… adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; …” (Gálatas 5:19b-21a); ahora se puede ver que en su vida hay    “… amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, 23 mansedumbre, templanza; …” (Gálatas 5:22b-23a), “el fruto del Espíritu”, con los cuáles combate su pasada manera de vivir.

   Por eso, a los que entre los Efesios tenían el hábito de ser borrachos, el apóstol Pablo les escribió: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu” (Efesios 5:18); y cuando les dice que sean “llenos del Espíritu”, les explica que la evidencia de tal llenura es que se le verá: hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:19-20).  Alguien que conversa utilizando la palabra de Dios, que canta a Dios, que es agradecido a Dios, se puede decir que está “lleno… del Espíritu Santo”.  Y esto es algo que debe ocurrir de manera continua en la vida del creyente.

   En el caso de Esteban, la presencia del Espíritu Santo en su vida, y por lo tanto la llenura del Espíritu Santo en él, lo tuvo desde el día que se hizo creyente y se mantuvo lleno hasta el día de su muerte.  En Hechos 7, leemos que el día que Esteban fue martirizado, dice San Lucas que: “… Esteban, lleno del Espíritu Santo, puestos los ojos en el cielo, vio la gloria de Dios, y a Jesús que estaba a la diestra de Dios, 56 y dijo: He aquí, veo los cielos abiertos, y al Hijo del Hombre que está a la diestra de Dios” (Hechos 7:55-56). Esto es lo que puede hacer el Espíritu Santo de Dios y su llenura en el creyente, sin embargo, lo que ahora me limito a señalar, es que cuando uno está lleno del Espíritu Santo, uno está completamente apto para servir en cualquier área del servicio cristiano.

   Con toda esta descripción, usted ¿reconoce que tiene en su vida al Espíritu Santo? ¿Está dejando usted que el Espíritu Santo le guíe a abandonar cualquier pecado que usted haya practicado antes de creer en Jesucristo?  Yo creo que sí, sino usted no estuviese procurando alabar a Dios. Usted que tiene al Espíritu Santo de Dios, con ello usted está listo para servir. ¿Está usted listo para servir?

 

   La tercera espiritualidad esencial con la que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hace listo para el servicio, es:

III.- LA GRACIA QUE NOS IDENTIFICA COMO CREYENTES. 

   Lo siguiente que San Lucas dice de Estaban acerca de alguna espiritualidad de la cual estaba lleno, lo leemos en el versículo 8 donde dice: Y Esteban, lleno de gracia…” (Hechos 6:8).  Esteban estaba “lleno de gracia”, porque la gracia de Dios había hecho y estaba haciendo una transformación de vida en este joven.  Ser “lleno de gracia”, significa en este contexto, ser una persona agradable, una persona que da gusto platicar con ella, porque sus palabras no son ásperas, ofensivas, ni groseras, sino edificantes.  Es una expresión de la gracia de Dios que opera en una persona.  Ya me imagino como Esteban al responder a “los libertos, y de los de Cirene, de Alejandría, de Cilicia y de Asia” (Hechos 6:9) que disputaban con él, les respondía con gracia porque él estaba “lleno de gracia”. No les hablaba con un afán de hacerlos enojar, ni de ofenderlos por la falta de sabiduría y de conocimiento de la verdad que ellos manifestaban.

   El apóstol Juan dando testimonio acerca de lo que él conoció de Jesús, también hace esta descripción diciendo: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad” (Juan 1:14).  Cuando dice de Jesús que le conoció “lleno de gracia”, aquí implica más que agradable, y por supuesto que también fue conocido como agradable; pero implica que en Jesús se podía apreciar también la plenitud de la gracia de Dios, de tal manera que a un paralítico le dijo: “Ten ánimo, hijo; tus pecados te son perdonados” (Mateo 9:2); a una mujer con fama de pecadora, en casa de Simón, le dijo: “Tus pecados te son perdonados” (Lucas 7:48); y estando crucificado exclamó a favor de sus verdugos: “Padre, perdónalos” (Lucas 23:34).  ¿Esto no es gracia?  Estas personas recibieron con gracia la gracia de Dios por medio de Jesucristo, del mismo Cristo que también nosotros hemos recibido con gracia la gracia de Dios, gracias a la gracia de Jesucristo.

   Estas personas, tal como Esteban, Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas, y Nicolás, también recibieron con gracia la gracia de Dios por medio de Jesucristo, y se convirtieron en personas llenas de gracia no solamente delante de otros creyentes como ellos, sino delante de todas las personas.  Ellos comprendieron que Dios estaba haciendo una transformación tanto presente como eterna en sus vidas, y por ello estuvieron siempre dispuestos a tratar a los demás con la misma gracia con la que fueron tratados por Dios el Padre, por Jesucristo, y por el Espíritu Santo. Esto hizo que la iglesia o sea los creyentes, desde el principio tengan “favor con todo el pueblo” (Hechos 2:47a), porque la gente se daba cuenta de que los creyentes se vuelven en personas llenas de gracia.  Nosotros igualmente, hemos recibido la gracia de Dios, y eso hace que seamos personas llenas con gracia para compartir con los demás.  Las personas que en sus vidas han recibido la gracia de Dios, están llenas con gracia, y pueden tratar a los demás con gracia.  Esto les convertía en personas listas para servir, tal como usted es una persona lista para servir.  Usted no tiene qué esperar más cosas en su vida para que esté listo para servir.  No tiene que ir a la escuela primaria, secundaria, preparatoria, o a la universidad.  No es allí donde uno se prepara para servir, sino que la gracia de Dios hace que usted sea una persona llena de gracia desde su corazón para servir a los demás (p. ej. cf. Gálatas 6:1; Efesios 4:1-3; 2 Timoteo 2:24-26; Tito 3:2-3; 1 Pedro 3:15).    Es así como uno está listo para servir.

   Bueno, pues como ya hemos visto en las 3 primeras partes de este mensaje, las espiritualidades esenciales de: Tener la fe con la que fuimos salvos, de contar con la presencia del Espíritu Santo, y de mostrar la gracia con la que Dios nos ha tratado, no hacen aptos y listos para servir, pero hay una cuarta espiritualidad esencial con la que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hace listo para el servicio; y este es:

IV.- EL PODER QUE NOS DA EL ESPÍRITU SANTO.

   Les recuerdo que, según San Lucas, cuando Jesús se despidió de sus discípulos en el momento que fue levantado para ser llevado de regreso al cielo, les dijo a sus discípulos, algo que sería una realidad para todos los que en toda la posteridad fuesen discípulos de él.  Lo que les dijo fue: “… recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos …” (Hechos 6:8).  Por supuesto que, en aquel momento, Esteban no estaba con los que vieron ascender a Jesús, pues es muy probable que él creyó tiempo después de la venida del Espíritu Santo, pero él así como Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas, y Nicolás, tuvieron ese “poder” del “Espíritu Santo”.

   En Hechos 6:8, acerca de la ocasión cuando gente malvada se proponía disputar con Esteban, con la intención de juzgarle y matarlo, después de que San Lucas dice que Esteban estaba “lleno de gracia”, dice también: “y de poder”, o sea, que estaba también “lleno […] de poder”; y luego describe que: “hacía grandes prodigios y señales entre el pueblo”.  No se escribieron cuáles fueron los “grandes prodigios y señales” que hizo, como se mencionan algunos que hiciera el apóstol Pedro, pero los hizo porque el poder del Espíritu Santo hacía que él pudiera ejecutar tal poder divino para beneficio de los demás.  Es el mismo poder del Espíritu Santo que actuó en Pedro cuando en su primera predicación creyeron en Jesús como 3 mil personas, y en su segunda predicación como 5 mil personas. Y en otra ocasión en otra ciudad llamada Cesarea “Mientras aún hablaba Pedro estas palabras, el Espíritu Santo cayó sobre todos los que oían el discurso” (Hechos 10:44); y esto ocurrió porque estaban creyendo los que Pedro predicaba, y porque Pedro predicaba con eficacia gracias al poder del Espíritu Santo.  Cuando Pedro informa a la iglesia de Jerusalén acerca de su trabajo explica que “… cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio” (Hechos 11:15).

   De diferentes maneras, según lo que cada uno de nosotros haga, el poder del Espíritu Santo estará manifestándose a través de todo lo que hagamos en el nombre de Jesucristo.  Este poder es el que uno necesita para estar listo para servir, y no hay duda de que está a disponibilidad de todos aquellos que somos discípulos de Jesús.  Solo basta ser discípulo de Jesús, y el Espíritu Santo aplicará en tal persona el poder de Dios para hacer lo que a uno le corresponde hacer para el bien del extendimiento de la obra de Dios en cualquier lugar.  Usted, aunque quizá no se haya dado cuenta, el poder de Dios está en usted por la presencia del Espíritu Santo en su vida.

 

   La quinta espiritualidad esencial con la que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hace listo para el servicio, es:

V.- LA SABIDURÍA CON LA QUE NOS EXPRESAMOS.

    Con respecto a las palabras de Esteban en respuesta a la gente malvada e incrédula que disputó con él, el día que le martirizaron, dice San Lucas que sus oyentes: “no podían resistir a la sabiduría” (Hechos 6:10), pues se expresaba con sabiduría; igual que en su tiempo en las sinagogas donde Jesús llegó a predicar se decía de él: “¿De dónde tiene éste esta sabiduría y estos milagros?” (Mateo 13:54; Marcos 6:2).  Decían esto acerca de Jesús, porque en verdad se expresaba con sabiduría.  Aunque en Hechos 6:10 no se dice literalmente que Esteban estaba lleno de sabiduría, pero en vista de que sus opositores “no podían resistir a la sabiduría” de él, es una indicación de que no estaba escaso de sabiduría, sino que estaba lleno de ella.

   Jesús mismo de manera relevante en una ocasión no a sus discípulos sino al público en general de su tiempo les dijo: Proponed en vuestros corazones no pensar antes cómo habéis de responder en vuestra defensa; 15 porque yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan” (Lucas 21:14-15).  Esta instrucción de Jesús incluye una nota muy especial para todos aquellos que primero se atormentan en sus pensamientos acerca de lo que deben hacer o decir, porque piensan que no tienen ni el conocimiento ni la sabiduría para ello.  Pero, aunque fuese cierto que alguno no tenga sabiduría, la buena noticia es que Jesús está comprometido a dar la sabiduría necesaria, pues dijo al público en general: “yo os daré palabra y sabiduría, la cual no podrán resistir ni contradecir todos los que se opongan”.  Hagan la prueba y verán que esto todavía se cumple.  En el caso de Jesús, aun siendo el Hijo de Dios, igual a Dios, y el mismo Dios, en su niñez estando sujeto a las leyes de la naturaleza humana tal como el crecimiento integral humano, San Lucas lo primero que describe de él es que “Jesús crecía en sabiduría” (Lucas 1:52).  Los que desde niños no pudimos desarrollar la sabiduría divina, ojalá que ahora tras conocer el evangelio y a su Maestro seamos llenos de sabiduría divina; y ojalá que a nuestros hijos les podamos inculcar la experiencia de la sabiduría que sale del corazón de Dios.

  Y si usted siente que le falta de esta sabiduría, la verdad es porque usted quiere, pues el apóstol Santiago dice que: “Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).  Pero, estoy seguro, que todos ustedes ya están dotados de esta sabiduría divina, pues si están permaneciendo en la fe, y si el Espíritu de Dios está en ustedes, no puede ser que no tengan la sabiduría de Dios. Ustedes ya no hablan de manera corrompida (cf. Efesios 4:29) con una “conversación obscena” (NVI), con “malas palabras” (TLA), ni con “lenguaje grosero ni ofensivo” (NTV).  Ustedes ya no reaccionan con “amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:31), porque la sabiduría de Dios está en ustedes.  Con esto que es evidente en ustedes ya están listos no para poner excusas, sino para servir en donde Dios está buscando obreros con sabiduría en estos momentos.

 

   La sexta espiritualidad esencial con la que Dios llena al creyente en Jesucristo, y que le hace listo para el servicio, es:

VI.- EL PERDÓN CON EL QUE FUIMOS TRATADOS POR DIOS.

   Finalmente, la gente malvada que disputaba contra Esteban terminó apedreando a este gran siervo de Dios hasta acabar con su vida.  Pero San Lucas de manera relevante dice “Y apedreaban a Esteban, mientras él invocaba y decía: Señor Jesús, recibe mi espíritu. 60 Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: Señor, no les tomes en cuenta este pecado” (Hechos 7:59-60a). En aquel momento, que no era ocasión para hacer una larga oración, luego de invocar a Jesús y entregarle su espíritu, sus palabras inmediatas al ponerse de rodillas fueron: “Señor, no les tomes en cuenta este pecado”.  Esta petición, y esta actitud de Esteban a favor de sus verdugos, solamente pueden hacerla y tenerla las personas que están llenas de perdón en sus corazones.  El mundo está lleno de personas que nos pueden hacer mal, incluso a veces los hay entre los miembros de nuestra propia familia, pero también la iglesia misma siempre que las que la conformamos todos somos pecadores a veces surgen personas que sin querer, pero también que intencionalmente nos causan algún tipo de mal.  En todos estos ámbitos tenemos que perdonar a las personas.

   En sus epístolas, el apóstol Pablo daba instrucciones a sus lectores con respecto de esta realidad.  Para enfrentar esta realidad con respecto de las personas del interior de la propia iglesia, les escribió a los Efesios diciéndoles: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32); y a los Colosenses les escribió: Vestíos, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia; 13 soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros” (Colosenses 3:12-13).  Les dijo esto, porque muchas veces va a ser necesario perdonar a un hermano en la fe que nos haya causado algún mal u ofensa.  La motivación para perdonar no es para resaltar que somos tan buenos o mejores que los demás, porque la verdad es que no lo somos, sino que debemos perdonar porque Cristo nos perdonó.  Y aún más, hay que perdonar hasta al extraño y enemigo del evangelio.  Pero, en todos los casos nunca debemos ser nosotros los que causemos algún mal a nadie, pero sí somos los que debemos perdonar.   ¿Usted ha tenido alguna vez que perdonar a alguien?  ¿Le perdonó verdaderamente?  Si sus respuestas son afirmativas, esto quiere decir que usted está listo para servir a quien sea en el nombre de nuestro Señor y Salvador Jesucristo, pues usted también está listo para perdonar, porque en el camino del servicio muchas veces va a ser necesario perdonar a otras personas.

   Para perdonar incluso usted no tiene qué ira decírselo a quien la haya ofendido, sino basta que desde su corazón usted tome la decisión de perdonarle, pues Jesús dice que: “… cuando estéis orando, perdonad, si tenéis algo contra alguno, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. 26 Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas” (Marcos 11:25-26). Hasta en el momento que uno va a orar o hasta en plena oración, si uno sabe que no ha perdonado al que le ha ofendido, usted puede decidir perdonarle, y entonces así podrá usted hacer una oración que pueda llegar al oído divino; usted debe perdonar, mucho más si lo que usted busca es perdón de Dios cuando usted va a orar.  El perdonar, es un asunto que sana y mejora nuestra persona más que la del ofensor, pues para resaltar nuestra necesidad de perdonar Jesús dijo: “Mirad por vosotros mismos” (Lucas 17:3a).  Se trata de nuestro bien espiritual cuando hemos sido las víctimas y no los ofensores.  Luego Jesús añadió: “Si tu hermano pecare contra ti, repréndele; y si se arrepintiere, perdónale. Y si siete veces al día pecare contra ti, y siete veces al día volviere a ti, diciendo: Me arrepiento; perdónale”; o sea, que lo que Jesús está diciendo es que cuantas veces sea necesario, hay que perdonar. ¿No ha aprendido usted a hacer esto? Si usted ha aprendido a perdonar, usted ya está listo para servir.

 

   CONCLUSIÓN: Bien, pues el objetivo de este mensaje es combatir en las personas no comprometidas ni involucradas en servir en algún área de la obra de Dios, después de haber estado en un culto de adoración al Dios que nos llamó primero para adorarle, pero luego para servirle.  Sé que todavía hay muchos creyentes, y verdaderamente creyentes (porque no hay duda de eso), que tienen miedo dar el paso de servir en algo más que solamente adorar, lo cual es solamente una parte del amplio y extenso servicio que se puede llevar a cabo para la gloria de Dios y para utilidad de otras personas ya sean creyentes o no creyentes.  Pero, resumiendo el presente mensaje, déjenme recordarles que las personas llenas de fe en Jesucristo están listas para servir; las personas que están llenas de la presencia del Espíritu Santo en sus vidas están listas para servir; las personas que pueden tratar a los demás con gracia están listas para servir; las personas que se atreven a hacer algo para beneficio de la obra de Dios siempre van a ser usadas con poder por el Espíritu Santo de Dios y están listas para servir, solo es cuestión de atreverse a hacer algo más; las personas que se expresan con sabiduría evitando todo tipo de malas palabras, están listas para servir; y las personas que saben cómo y que están dispuestas a perdonar las ofensas que reciben, están listas para servir.  En fin, yo creo que hay muchos de ustedes que piensan que no están listos para dar un paso de servicio, pero si ustedes tienen no necesariamente todas, pero sí varias de estas espiritualidades, no pongan nunca más alguna excusa para no consagrar sus vidas en servir a los propósitos de Dios.  Están listos para servir.  No lo duden, solamente inténtenlo para la gloria de Dios.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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