HACED MORIR… LAS PASIONES DESORDENADAS

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HACED MORIR… LAS PASIONES DESORDENADAS.

Colosenses 3:5-7.

2 Samuel 13:1-22.

 

   INTRODUCCIÓN: Hoy nos corresponde aprender acerca de la instrucción apostólica que dice: “Haced morir… las pasiones desordenadas” (Colosenses 3:5). ¿Cree usted que está fuera de este problema de “las pasiones desordenadas”, o podría usted reconocerse practicante de ella?  Pero ¿qué es una pasión?  El diccionario de Google tiene seis definiciones que arroja en sus resultados en línea.  Voy a compartirles dos de las seis que presenta, de las que son afines a nuestro tema, y que también ambas son complementarias, y bien definidas.  La primera de sus definiciones dice que se trata de un:Sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos”.  Y tiene razón; son sentimientos que dominan la voluntad y perturban la razón de cualquier persona que les de espacio en su experiencia. Mucho más cuando son de “las pasiones desordenadas”; es decir, las que Dios no autoriza que recurramos a ellas.  La segunda definición de Google es que se trata de un: “Sentimiento de amor vehemente, especialmente manifestado en el deseo sexual”.  Como ustedes habrán notado en estas dos definiciones se trata de un sentimiento al que le añade el adjetivo: “Vehemente”, exponiéndolo como: “Sentimiento vehemente”.  Y ¿qué es vehemente?  Según el mismo diccionario, la palabra “vehemente”, califica algo Que se manifiesta con ímpetu, viveza o pasión”; y aplicado a una persona es la descripción de “que obra de forma irreflexiva y apasionada, dejándose llevar por los sentimientos o los impulsos”.

   El objetivo de este mensaje será que usted descubra con sentido reflexivo, qué sentimientos e impulsos le ha estado llevando a usted a practicar “pasiones desordenadas”; y al descubrirlas, lo que no será nada difícil seguramente, entonces, usted podrá comenzar a hacerlas morir de su vida.  Sí se puede, es lo que Dios pide, y si él lo pide es porque sí se puede. El poder de Jesucristo presente y trabajando juntamente con su Espíritu Santo en nuestra vida, nos dará la victoria correspondiente sobre estas “pasiones desordenadas” que en verdad son dominantes, pero también pueden ser más que dominadas, hechas morir. Es por eso que en este mensaje lo que ahora les voy a predicar es que: El creyente no debe practicar pasiones desordenadas. / ¿Cuáles son las pasiones desordenadas que el creyente no debe practicar? / Basado en diversos textos bíblicos que hablan acerca del mismo tema, les voy a compartir en este momento, algunas de tales “pasiones desordenadas” que podrían existir en nuestros sentimientos, en nuestra voluntad, y en nuestra manera de razonar.

 

   La primera pasión desordenada que el creyente no debe practicar es:

I.- TENER DESEOS SEXUALES CON ALGUIEN QUE NO ES EL CÓNYUGE.

   Siguiendo el contexto de nuestro texto bíblico de Colosenses 3:5 donde se manda: “Haced morir… las pasiones desordenadas”, y tomando en cuenta que este es el tercer elemento de la lista de cosas que debemos hacer que mueran de nosotros, y que como bien se puede observar en la secuencia de temas desde la primera que se trató que fue acerca de la “fornicación”, un problema de índole sexual; y la segunda que se trató fue acerca de la “impureza”, también relacionado con la perversión de la sexualidad; es decir, ambos están relacionados con cuestiones de sexualidad; pero también este tercer elemento de la lista: “las pasiones desordenadas”, tiene que ver con la sexualidad, y bien coincide la definición de Google al decir que se trata de un: “Sentimiento de amor vehemente, especialmente manifestado en el deseo sexual”; obviamente no es mala pasión en sí mismo si se practica en el ámbito del matrimonio donde es permitido por Dios; sin embargo, se convierte en mala pasión sí esta se aplica desordenadamente fuera del matrimonio según el diseño de Dios entre un hombre y una mujer.  Aunque simplemente se trate de un “deseo sexual” si este deseo pasional no está enfocado en el cónyuge sino en otra persona, entonces, de entrada, ya es pecado.

   En 2 Samuel 13:1-22, tenemos la historia de que David tuvo una hija muy hermosa llamada Tamar, y un hijo llamado Amnón qie era medio hermano de Tamar, hijo de otra de sus mujeres, pues no permitió que Dios pusiera orden en su sexualidad.  La historia dice que Amnón “se enamoró» de su media hermana, y dice la historia que estaba Amnón angustiado hasta enfermarse por Tamar su hermana, pues por ser ella virgen, le parecía a Amnón que sería difícil hacerle cosa alguna” (v. 2).  “Esta fue la pasión desordenada” de Amnón. Probablemente estaba luchando también con las mismas “pasiones desordenadas” de su papá.  Motivado, por lo que bien podríamos calificar como sus “bajas pasiones” (de hecho, la NVI, traduce “pasiones desordenadas” de Coloseses 3:5, como “bajas pasiones”), Amnón le tendió una trampa a Tamar su hermana para tenerla a solas en su recámara, y cuando llegó ese momento Amnón la forzó y la violó.   Es así como funcionan “las pasiones desordenadas” amados hermanos, influyen a los que saben de nosotros, aún en nuestros propios hijos.  “Las pasiones desordenadas” pueden también provocar actos más perversos; pueden incluso súbitamente acabar con la vida de uno mismo, como se dio en el caso de Amnón, habiendo Absalón vengando la deshonra de su hermana ordenando la muerte de su medio hermano Amnón (cf. v.28, 37-39); y pueden también destruir a una familia o más de una al mismo tiempo, como David David lloraba por su hijo todos los días” ( 2 Samuel 13:37b), pero como Absalón huyendo “se fue a Gesur, y estuvo allá tres años. 39 Y el rey David deseaba ver a Absalón” (2 Samuel 13:38-39a).  Toda esa ruptura y dolor causados por la pasión desordenada de un miembro de la familia, vino a causar posteriormente muchos más dolores familiares.

   Por cierto, Jesús dijo y enseñó: Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. 28 Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5:27-28).  Lo mismo ocurre si es la mujer la que tiene estos deseos del hombre ajeno y prohibido. En este caso lo que ocurre es que el sentimiento, no de amor, sino de codicia por lo ilícito, se vuelve un sentimiento que toma el control de la voluntad y perturba la razón, de tal manera que uno ya pierde la capacidad de poder reflexionar en ese lapso de sentimiento, de tal manera que aunque no haya un acto físicamente consumado, el corazón ya lo ha cometido, y tanto lo físico como lo mental es igualmente pecado sin ningún grado menor uno que el otro.  Pero, por supuesto que, si ya pecaste en pensamiento, no puedes decir: Como de por sí ya pequé, pues ¿porque no hacerlo físicamente?  La verdad es que cada aspecto de este pecado suma un pecado más, y aumenta la intensidad de la pasión, y se aviva más la pasión, hasta perder el control de la pasión quedando uno bajo su control, y fallando así más a Dios, y quedando en un fuerte problema pasional.  Es por eso que todos estamos llamados a hacer morir “las pasiones desordenadas” que existen en nuestra conducta.

 

   La segunda pasión desordenada que el creyente no debe practicar es:

II.- TENER INCLINACIÓN Y PREFERENCIA POR EL MISMO SEXO.

   A este tipo de pasiones, san Pablo en su epístola escrita a los romanos, les llama: “pasiones vergonzosas” (cf. Romanos 1:26), y también les llama “hechos vergonzosos” (cf. Romanos 1:27).  Además de tratarse obviamente de “pasiones desordenadas”, a este nivel se convierten en el nivel de “vergonzosas”.  Cuando el apóstol les describe a los romanos, la razón por qué Dios abandona a su depravación a las personas que le desechan de su fe y razonamiento, les dice que: “Por esto Dios los entregó a PASIONES VERGONZOSAS; pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza, 27 y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío” (Romanos 1:26-27).

   Por favor, ninguno de nosotros o de ustedes tenga alguna inclinación hacia el mismo sexo, ya sean adolescentes, jóvenes, o ya adultos.  Es lo que enseña las sagradas Escrituras.  Por eso, ahora el llamado de la palabra de Dios es: “Haced morir… las pasiones desordenadas” (Colosenses 3:5).

 

   La tercera pasión desordenada que el creyente no debe practicar es:

III.- REACCIONAR INADECUADAMENTE EN CONTRA DE OTRAS PERSONAS.

   ¿Recuerda usted la primera definición de pasión según Google? Dice que se trata de un:Sentimiento vehemente, capaz de dominar la voluntad y perturbar la razón, como el amor, el odio, los celos o la ira intensos”. En la lista integrada en su definición que evidentemente sólo son ejemplos mas no son el total de pasiones existentes, por lo que solamente menciona: “como el amor, el odio, los celos o la ira intensos”.  Descartando “el amor” que no es una “pasión desordenada” sino la mejor pasión que debe existir en toda buena relación, destacamos: “el odio, los celos, o la ira intensa”, que sí son “pasiones desordenadas”, y expresiones que pueden afectar a segundas y terceras personas.   ¿Usted ha sido o está todavía siendo dominado(a) por alguna de estas “pasiones desordenadas”? ¿Se ha dado cuenta que ellas dañan su relación con los demás, pero además quien más sale perdiendo es usted y no los demás, porque estos sentimientos están alojados nada menos que en el corazón de usted?  Es probable que la persona hacia quien está enfocado el odio de usted, o la persona celada, o la persona contra quien está dirigida la ira de usted, ni siquiera saben de estas malas intenciones o “pasiones desordenadas” que usted tiene; entonces, el que se está haciendo daño es usted mismo. ¿No es cierto?

   El apóstol Pablo siempre en su epístola a los romanos, llama a este tipo de pecados: “pasiones pecaminosas” cuando les explica: “Porque mientras estábamos en la carne, las PASIONES PECAMINOSAS que eran por la ley obraban en nuestros miembros llevando fruto para muerte” (Romanos 7:25).  En su fin lleva fruto para muerte.  La consecuencia de dejar ser dominado por estas pasiones como “el odio, los celos, o la ira intensa”, es destructivo y fatal para uno mismo antes que para los que son el blanco de todas estas malas pasiones “desordenadas” y “pecaminosas”.  Es por eso que San Pablo insiste también a los Efesios diciéndoles: “Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. 32 Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32-32).

   Amados hijos de Dios, si alguno, o algunos, o muchos de estos sentimientos han estado dominando su vida, aun cuando usted ahora profesa la fe en Jesucristo, debe quedarle bien claro que son pasiones que no tienen que quedarse con nosotros los creyentes.  Hay una instrucción en estas palabras apostólicas a los Efesios que lo indica al decir: “Quítense de vosotros”; y hay otra expresión que afirma que hay una mejor alternativa al decir: “Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros”.  Tenemos y podemos vivir la regla de Cristo de hacer con los demás como él nos ha tratado con su perdón eterno a nosotros, y en este caso a le incluye a usted en particular.  Es por eso que a los Colosenses se les dijo, y aplica también para nosotros: “Haced morir… las pasiones desordenadas” que dañan a otras personas, al mismo tiempo que también a nosotros y más, sin darnos cuenta.

 

   La cuarta pasión desordenada que el creyente no debe practicar es:

IV.- COMPLACERSE CON LOS QUE PRACTICAN PASIONES DESORDENADAS.

   Escuchen como San Pablo en su explicación que da los romanos, acerca de las personas que Dios abandona a su depravación porque le desechan de su fe y razonamiento, les dice: “Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia; (Romanos 1:28-31). Solamente en esta lista hay una gran cantidad de otras muchas “pasiones desordenadas” que en algún momento o de manera frecuente o constante alguien puede practicar.  Esperamos que usted no esté o ya no esté involucrado en una de estas pasiones.

   Pero, el detalle que quiero enfatizar en este punto es lo que sigue en el versículo 32 de Romanos 1, con respecto a la actitud de las personas que ven a otros practicar tales pasiones.  Dice que hay quienes “las hacen” también, y/o “que también se complacen con los que las practican”.   Acerca de ellos dice San Pablo que: “quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (Romanos 1:32).  Hay un refrán popular que dice que tanto peca el que mata la vaca como el que le jala la pata. Usted si no practica alguna de estas pasiones, o las que usted ve en su entorno, pues tampoco de su aprobación por lo que otros hacen.  En un caso de gente apasionada a su idolatría en Atenas, Grecia, San Lucas dice en su relato histórico con respecto del apóstol Pablo, que su espíritu se enardecía viendo la ciudad entregada a la idolatría” (Hechos 17:16); y no dice que se complacía de verlos en su idolatría, sino que la pasión de él fue distinta, fue la de predicar a Jesús.  Dice San Lucas acerca de Pablo: “Así que discutía en la sinagoga con los judíos y piadosos, y en la plaza cada día con los que concurrían. 18 Y algunos filósofos de los epicúreos y de los estoicos disputaban con él; y unos decían: ¿Qué querrá decir este palabrero? Y otros: Parece que es predicador de nuevos dioses; porque les predicaba el evangelio de Jesús, y de la resurrección” (Hechos 17:17-18).

   Así que amados hermanos, en vez de complacerse con “las pasiones desordenadas” de otros, que nuestra pasión (la de usted y la mía) sea una pasión por el evangelio, una pasión por el nombre, persona, y obra de Jesús.   De esta manera haremos morir de nosotros “las pasiones desordenadas”.

 

   CONCLUSIÓN: Antes de concluir, quiero decir unas cuántas palabras más para los que no son casados, y que se encuentran en edad adolescente o juvenil, pues también existen “pasiones juveniles” desordenadas que operan al nivel de sus edades; es por eso que San Pablo al escribirle a Timoteo su discípulo, le dice: “Huye también de las pasiones juveniles, y sigue la justicia, la fe, el amor y la paz, con los que de corazón limpio invocan al Señor” (2 Timoteo 2:22).    La alternativa es que ustedes sigan una conducta y carácter tal como lo hacen los adultos o mayores que sirven a Dios y que han pasado por esta etapa juvenil, y han sido victoriosos en ella.

   Y ahora, para concluir, permítanme dirigirme a todos aquellos que tienen una función o llamado especial y oficial dentro del cuerpo de Cristo.  Déjenme recordarles que un gran profeta de Dios, llamado Elías, enfrentó una gran lucha para dominar sus propias pasiones.  Dice el apóstol Santiago acerca de este profeta, que: “Elías era hombre SUJETO A PASIONES semejantes a las nuestras, y oró fervientemente para que no lloviese, y no llovió sobre la tierra por tres años y seis meses. 18 Y otra vez oró, y el cielo dio lluvia, y la tierra produjo su fruto” (Santiago 5:17-18).  Es decir, mientras estemos luchando contra nuestras propias malas pasiones, seremos aptos para desempeñar un ministerio, y así seremos aptos incluso para ser instrumentos de oración y respuesta de Dios, y de predicación del evangelio y de su autor Jesucristo, a la gente que ministramos o que están en nuestro entorno.

   Por todo, lo ya antes dicho, amados hermanos: “Haced morir… las pasiones desordenadas” (Colosenses 3:5).   Que Dios les bendiga mis amados hermanos.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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