HACED MORIR… LOS DESEOS DE LA CARNE

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HACED MORIR… LOS DESEOS DE LA CARNE.

Colosenses 3:5.

1 Juan 2:16.

 

   INTRODUCCIÓN: En nuestro texto base de Colosenses 3:5, una de las cosas que el apóstol Pablo dice que debemos hacer morir de nosotros, son los “malos deseos”.  Ya les he compartido acerca de ellos, pero la biblia amplía más este concepto de pecados que deben morir; y es por eso que hoy abordaré este mensaje con el apoyo de la primera epístola del apóstol Juan quien usando un lenguaje sinónimo indica acerca de cosas que “hay en el mundo”, de las cuales dice: “Porque todo lo que hay en el mundo, LOS DESEOS DE LA CARNE, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo” (1 Juan 2:16).  Como usted se puede dar cuenta, el apóstol Juan menciona, un primer aspecto de los “malos deseos”, bajo la categoría de “LOS DESEOS DE LA CARNE”, y un segundo aspecto lo categoriza como: “LOS DESEOS DE LOS OJOS”.

   Cada uno de los pecados que pudieran estar incluidos en estas categorías, según Juan, de cosas “que hay en el mundo”, y que “no proviene del Padre, sino del mundo”, no es, o no son otra cosa, sino lo mismo que San Pablo describe como “lo terrenal”, y que hay que hacerlos morir si están presentes en nuestra vida.  Dios quiera que no estén todas o algunas de estas cosas terrenales en alguno de nosotros, y ojalá que no tengamos ni practiquemos ni seamos dominados por ni siquiera uno de ellos.  Pero, predico hoy este mensaje para que la palabra de Dios escudriñe nuestros corazones, y si nos halla responsables de alguno de estos pecados, nos induzca al arrepentimiento, al abandono del pecado que correspondientemente debemos hacerlo morir de nosotros.  Así que de los dos aspectos mencionados por el apóstol Juan, ahora voy a enfocar este mensaje, con respecto a “LOS DESEOS DE LA CARNE”, dejando para otro mensaje, el aspecto de “los deseos de los ojos”, tema también de interés para nuestro objetivo actual.

   En este momento, basado tanto en Colosenses 3:5, como en 1 Juan 2:16, y otros textos como Romanos 13:13-14, y Gálatas 5:19-21, lo que voy a predicarles es que: “los deseos de la carne” que están en la vida del creyente pueden morir si hacemos contra ellos las acciones correspondientes. / ¿Cuáles son las acciones correspondientes que los creyentes pueden hacer contra “los deseos de la carne” para hacerlos morir de su vida? / Sigan por favor las indicaciones que les presentaré en este mensaje, y aprendamos juntos acerca de tales acciones.

 

   La primera acción que el creyente puede hacer contra “los deseos de la carne” para que estos mueran de su vida, es:

I.- NO PROVEYENDO LOS ELEMENTOS QUE LA CARNE DESEA.

   En su epístola a los romanos, el apóstol Pablo les escribió en Romanos 13 al final del versículo 14, donde luego de decir que es necesario vestirse del Señor Jesucristo, añade diciendo: “Y NO PROVEÁIS PARA LOS DESEOS DE LA CARNE” (Romanos 13:14b).  En otras palabras, a la carne le provees de lo que quiere alimentarse o satisfacerse, la carne lo recibe y lo consume, ¿no es así?

   Es más, en modo literal, ocurre que cuando uno ha comenzado a padecer algún cáncer (con todo respeto a quienes han o están pasando esta dura experiencia), una de las cosas que se le pide a uno que no consuma es demasiada azúcar, ¿no es cierto? porque el azúcar que no es malo por sí mismo, en cantidades excesivas sí puede serlo.  En el proceso, cuando uno consume más azúcar, el cuerpo produce una mayor cantidad de insulina, y esa insulina incorpora el azúcar en las células del cuerpo, tanto en las células sanas, pero también en las cancerosas, sin distinción alguna, porque lo que busca es que todo el cuerpo tenga energía, pero ¿sabe usted que hace? En las células cancerosas se fortalece el cáncer.  Así son las provisiones que uno hace para “los deseos de la carne”, ¿qué hace? No solamente destruye la carne, entregándole más al pecado, sino le lleva también a la muerte; pero no solamente afecta la carne humana, sino en esencia, también está dañando el alma, que de por sí por naturaleza no se encuentra bien en sí misma, a menos que Jesucristo ya esté presente en su interior.

   En Romanos 13, en la amonestación de Pablo que concluye con la orientación de: “NO PROVEÁIS PARA LOS DESEOS DE LA CARNE”, dice en el versículo 13: “Andemos como de día, honestamente; no en glotonerías y borracheras, no en lujurias y lascivias, no en contiendas y envidia, 14 sino vestíos del Señor Jesucristo, y NO PROVEÁIS PARA LOS DESEOS DE LA CARNE” (Romanos 13:13-14).  Al final del versículo 13 contiene 4 deseos que más bien se generan y alimentan en la dimensión de los pensamientos, pero a partir de la segunda frase de este versículo13, Pablo menciona a manera de ejemplo, dos de los “deseos de la carne” que deben morir en el creyente, y se trata (¿de qué?) de “glotonerías y borracheras” (Romanos 13:13).  ¿Con qué se alimenta y satisface “la carne” en las “glotonerías”?  Con la comida, pero cuando la comida es en exceso, y cuando uno siempre quiere más. Y ¿con qué se alimenta y satisface “la carne” para las “borracheras”?  Con la cerveza, el licor, aguardiente, vinos de alto contenido alcohólico.  Entonces, ¿quién le provee estas cosas a la carne de usted?  Dirá usted que el del expendio, pero en realidad usted es quien va y lo compra, paga por ello, y se lo provee a su carne, y así no van a morir de usted los deseos de la carne, sino el que podría morirse primero es usted.  Pero, no es esto lo que Dios quiere, sino que lo que él quiere es que usted haga morir de su vida… “los deseos de la carne”, no proveyéndole usted a sus deseos, lo que sus deseos quieren.  A los Gálatas, Pablo les dijo también: no satisfagáis los deseos de la carne” (Gálatas 5:16b); es decir, no suele ser alguien más que nos obliga, sino que nosotros mismos somos los que aceptamos darle satisfacción a la carne, por lo que siempre hemos sido nosotros quienes se lo proveemos a nuestra carnalidad y así satisfacemos tales deseos; pero, hermanos, repito, esto ya no tiene que ser así.

 

   La segunda acción que el creyente puede hacer contra “los deseos de la carne” para que estos mueran de su vida, es:

II.- NO SOMETERNOS A LA VOLUNTAD DE LA CARNE.

   Nuestro texto para esta parte del mensaje es Efesios 2:1-3, en donde se explica que tan fuerte es el poder de los “deseos de la carne” de tal modo que se pueden imponer a la débil voluntad del ser humano, pero esto ya no debe ocurrir con el que es creyente en Jesucristo.  El apóstol Pablo cuando dirigiéndose a los Efesios en su epístola les dice de Dios que: “Y él os dio vida a vosotros” (Efesios 2:1a), les indica recordándoles cuál era la circunstancia por la cual necesitaban del aporte de la vida divina, y les explica que les dio tal vida “cuando estabais muertos en vuestros delitos y pecados” (Efesios 2:1b), e inmediatamente les recuerda cómo vivían en aquel entonces sometidos a lo que el apóstol llama “delitos y pecados”.

   Refiriéndose a este problema, les dice: “en los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia” (Efesios 2:2). Varios son los detalles que les describe con estas palabras acerca de lo que implica vivir en el pecado; una de ellas es que “eso nos tenía entre “los hijos de desobediencia”, lo cual cuando uno ya es creyente en Jesucristo ya no lo es sino que pasa a ser considerado un hijo obediente, y que se comporta como tal.  Luego que el que está detrás de todo el pecado es nada menos que el diablo, llamado aquí por Pablo como el “príncipe de la potestad del aire”.  También como se trata de cosas que tantísima gente ya está habituada a vivir así, también Pablo describe el estilo de vida pecador y desobediente como “la corriente de este mundo”.  Pero, algo que quiero recalcar y que es relevante en la indicación del apóstol es que aquella vida de desobediencia ya no es cosa que nos corresponda, y al respecto dice: “en los cuales anduvisteis en otro tiempo”“Anduvisteis”, es cosa quedó atrás.  Entonces, es claro que ahora no tenemos que someternos ni dejar ser sometidos conforme vivimos antes de conocer el bendito evangelio salvador de Jesucristo.

   Y vuelve a recalcar esto mismo en 2:3 cuando dice: “entre los cuales también todos nosotros vivimos en otro tiempo” (o sea, que ya quedó atrás: fue otro tiempo; pero cómo habría sido aquella vida que muchos, por estar ‘muertos en nuestros delitos y pecados’ ni cuenta nos dimos; por lo que Pablo indica que vivimos, ¿en qué?) “en LOS DESEOS DE NUESTRA CARNE, HACIENDO LA VOLUNTAD DE LA CARNE y de los pensamientos, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que los demás” (Efesios 2:3).  ¿Cómo fuimos capaces de ceder a “LOS DESEOS DE LA CARNE, HACIENDO LA VOLUNTAD DE LA CARNE”?  La respuesta es porque estábamos totalmente sometidos a la carne que tiene una voluntad a la que no podíamos resistir.  Pero, ahora, mis amados hermanos ya no es así el asunto.  Ahora estamos sometidos a Cristo y no a la carne.  A los romanos les fue enseñado: “No reine, pues, el pecado en vuestro cuerpo mortal, de modo que lo obedezcáis en sus concupiscencias; 13 ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado como instrumentos de iniquidad, sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos de entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia. 14 Porque el pecado no se enseñoreará de vosotros; pues no estáis bajo la ley, sino bajo la gracia” (Romanos 6:12-14).  No se enseñoreará de nosotros “los deseos de la carne”, porque estar “bajo la gracia” es estar con fe en Cristo.

 

   La tercera acción que el creyente puede hacer contra “los deseos de la carne” para que estos mueran de su vida, es:

III.- PREFIRIENDO EL REINO DE DIOS ANTES QUE LOS DESEOS DE LA CARNE.

   Los “deseos de la carne”, también son presentados por el apóstol Pablo, cuando estos se han convertido en actos consumados.  A los Gálatas, les indicó que son “OBRAS DE LA CARNE”, cuando les dijo: “Y MANIFIESTAS SON LAS OBRAS DE LA CARNE, que son: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, 20 idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, disensiones, herejías, 21 envidias, homicidios, borracheras, orgías, y cosas semejantes a estas; …” (Gálatas 5:19-21a).  Estas son obras que se consuman por no haber tenido control de los deseos y por haberse sometido a la voluntad de la carne, y por no haber hecho morir a tiempo los deseos de la carne.  Pero, Pablo, no solamente quería que se conociera su breve lista de “obras de la carne”, sino escúchenle que inmediatamente les dice: “acerca de las cuales os amonesto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no heredarán el reino de Dios” (Gálatas 5:21b).

   En estas palabras del apóstol Pablo hay una orientación clara de que tales personas y por “tales cosas no heredarán el reino de Dios”.  Yo entiendo que nosotros no deseamos quedar desheredaos del reino de Dios, ¿no es por esto por lo que creímos en Jesucristo?  Entonces, prefiramos el reino de Dios antes que los deseos u obras “de la carne”.  El reino de Dios no son placeres terrenales. El mismo Pablo se los explica a los romanos cuando les escribió: “… el reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia, paz y gozo en el Espíritu Santo. 18 Porque el que en esto sirve a Cristo, agrada a Dios, y es aprobado por los hombres. 19 Así que, sigamos lo que contribuye a la paz y a la mutua edificación. 20 No destruyas la obra de Dios por causa de la comida” (Romanos 14:17.20).

   ¿Recuerdan que Jesús le dijo a Nicodemo?: “De cierto, de cierto te digo, que el que no naciere de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3:3).  Para todos aquellos que han nacido de nuevo, el reino de Dios no les será quitado, pero si alguno de ustedes no ha tenido esta experiencia, puede ser la razón por las que les domina “los deseos de la carne”, y muchas pecaminosidades.  Necesitan entonces dar el paso del nuevo nacimiento comenzado la nueva vida de fe en Cristo.  Y si para todos aquellos que han nacido de nuevo, “el reino de Dios” es seguro, entonces, mis amados hermanos, hagamos morir de nosotros “los deseos de la carne” porque no es una actitud de obediencia ante Dios; no es una actitud congruente de querer el reino de Dios al mismo tiempo que aferrarse a algún placer terrenal ilícito.

 

   CONCLUSIÓN:  Yo sé que no es tan fácil para alguien que está habituado a pecar antes que buscar el reino de Dios, que mate sus deseos carnales, pero tenemos qué hacerlo.  Es necesario, pues, aunque hemos venido a Cristo, el pecado sigue dañando el alma.  Recuerden que fue estando en santidad cuando un solo pecado destruyó la paz, la felicidad, la vida, y la vida eterna de Adán y Eva; pero, igualmente, estando nosotros ahora restaurados por Cristo, si nos dejamos a la voluntad de los deseos de la carne, también estamos en peligro de ser destruidos en la vida personal y hasta en la vida familiar.  Pero, gracias a Dios que hemos sido preparados para ser siempre victoriosos.  Así que trabajemos con respecto a las acciones que hoy hemos aprendido.  Que Dios les bendiga mis amados hermanos.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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