SANTIFICAD A DIOS EL SEÑOR EN VUESTROS CORAZONES

Los Sermones Más Visitados:334

SANTIFICAD A DIOS EL SEÑOR EN VUESTROS CORAZONES.

1 Pedro 3:13-17 (v.15).

 

Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino santificad a Dios el Señor en vuestros corazones, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:14-15).

 

   INTRODUCCIÓN: La frase que contiene la expresión “vuestros corazones” que en este momento corresponde a nuestra serie es la primera frase del versículo 15 que dice: “SANTIFICAD A DIOS EL SEÑOR EN VUESTROS CORAZONES”.  El corazón espiritual no es un elemento pasivo de nuestro ser, sino que tiene funciones especiales que le hacen grandemente útil tanto para las relaciones humanas como también para la relación espiritual con Dios.  En este caso la función que le corresponde al corazón de un creyente en Jesucristo se encuentra en el imperativo: “SANTIFICAD A DIOS”.

   Santificar, pareciera que se trata de hacer santo algo a lo que nunca se la ha dado un uso sagrado por no haber sido consagrado para uso exclusivo del servicio a lo sagrado; pero santificar a Dios no consiste en consagrarlo para hacerlo santo, porque él de por sí por naturaleza es “SANTO, SANTO, SANTO” (cf. Isaías 6:3) una manera de decir superlativamente que él es infinitamente santo y que no le hace falta ningún poco de santidad para ser absoluta y perfectamente santo.  Cuando entonces se trata de santificar a Dios tal como se ordena en esta instrucción expresada por el apóstol Pedro, lo que ello significa es que debemos expresar de nuestra parte todo reconocimiento con acciones concretas de que no hay duda de que él como Dios es verdaderamente santo.  Cuando le alabamos, adoramos, bendecimos, acudimos a él en oración para confesar nuestros pecados, para hacerle alguna petición, agradecimiento, etc…, de esta manera le estamos santificando.  Esto es parte del sentido que el apóstol Pedro le da a la instrucción: “SANTIFICAD A DIOS EL SEÑOR EN VUESTROS CORAZONES”.

    Basado en el contexto de la instrucción que nos ha dejado este apóstol, en este momento les voy a predicar que: A Dios el Señor se le santifica mediante acciones centradas en dar el primer lugar que le corresponde a Jesucristo en el corazón humano. / ¿Qué acciones centradas en dar el primer lugar que le corresponde a Jesucristo en el corazón santifican a Dios el Señor?  / En realidad hay muchísimas acciones, pero en este mensaje solamente les compartiré los que el apóstol Pedro sugiere en nuestro texto epistolar.

 

   La primera acción centrada en dar el primer lugar que le corresponde a Jesucristo en el corazón humano, y que santifica a Dios el Señor, es:

I.- DEJAR QUE JESUCRISTO SEA EL SEÑOR DE NUESTRA VIDA.

   Es claro que lo que el apóstol Pedro está expresando en la frase: “SANTIFICAD A DIOS EL SEÑOR EN VUESTROS CORAZONES”, no es una distinción de las personas divinas: El Padre, El Hijo, y El Espíritu Santo, como si lo que quisiera resaltar y exaltar con estas palabras sea la persona de Dios el Padre de Jesucristo y nuestro.  Debido a que su epístola estaba dirigida a los que ya eran creyentes en Jesucristo, lo que el estaba enfatizando es que “el Señor”, primeramente, no era un ni impostor ni siquiera un buen político o una persona gobernante como el emperador romano cuya autoridad humana y terrenal abarcaba hasta la más remota aldea de todas las provincias bajo su dominio.

   Segundo, que “el Señor” verdadero en quien los destinatarios originales de estas palabras habían creído, al ser nada menos que el Hijo de Dios el Padre, por lo tanto, tampoco era otra cosa sino justamente “el Señor”; y que por el hecho de creer en él dándole cabida en el corazón, ello implica una acción de santificación.  La instrucción del apóstol implica una indicación de que, por nada del mundo uno vaya a renunciar al reconocimiento de que Jesús es el Hijo de Dios y Señor de todo lo que existe, incluyendo la vida personal. Dejar que Cristo permanezca en el corazón, no dejando de tener fe en él, eso implica santificar a Dios el Señor.  Si usted tiene acceso a consultar otras versiones de la biblia en español como la DHH, NTV, NVI, TLA, y PDT, en el texto de 1 Pedro 3:15, ustedes siempre van a encontrar en estas versiones que santificar a Dios el Señor se trata de darle el lugar en el corazón humano a “Cristo como Señor”.

   Es decir, para que verdaderamente Dios el Señor sea santificado por mí, por usted, y por todos los que somos creyentes e hijos de Dios, no debemos permitir que nada ajeno a Cristo como Señor tome el gobierno y control de nuestra vida, sino él y solamente él.

 

   La segunda acción centrada en dar el primer lugar que le corresponde a Jesucristo en el corazón humano, y que santifica a Dios el Señor, es:

II.- ENFRENTAR SIN TEMOR LA OPOSICIÓN DE LA GENTE.

   Observen ustedes en el texto bíblico que los versículos 14 y 15 de 1 Pedro 3 contienen una misma idea que está unida mediante la palabra “sino” (primera palabra del versículo 15) como conector entre ambos versículos, por lo que la idea completa del texto debe leerse así:Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 SINO santificad a Dios el Señor en vuestros corazones” (1 Pedro 3:14-15a).

   Queda claro que lo que está diciendo es: “no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 SINO santificad a Dios el Señor en vuestros corazones”. Esto quiere decir que una manera de santificar a “Dios el Señor”, es no atemorizándonos por lo que como mentira la gente diga acerca de lo que creemos con respecto de Jesucristo, ni por las amenazas o cualquier cosa que hagan contra nosotros solamente por el hecho de ser creyente de Jesucristo.

   Quizá nosotros nunca lo hemos visto, pero la historia bíblica documenta casos de personas que fueron perseguidas hasta hacerlos morir solamente por causa de su fe, sin ser en nada delincuentes.  También en el presente hemos oído noticias en otros estados de nuestro país como en Chiapas, en Oaxaca, y otros lugares donde creyentes han sido perseguidos, expulsados de sus comunidades, y hasta asesinados.  También ocurre en muchos lugares del mundo donde misioneros llevan el mensaje del evangelio.  Todos estos creyentes no renuncian a su fe en Cristo, digan lo que digan los enemigos del evangelio y de Dios, les hagan lo que les hagan con tal de verlos renunciar a la fe, NO renuncian a su fe, sino antes bien siempre ha sido capaces de santificar a Dios aun dando por ello su propia vida.

 

   La tercera acción centrada en dar el primer lugar que le corresponde a Jesucristo en el corazón humano, y que santifica a Dios el Señor, es:

III.- EXPLICAR A LA GENTE POR QUÉ CONFIAMOS EN JESÚCRISTO.

   Además de permitir que Jesucristo sea el Señor de nuestra vida desde nuestro corazón; y además de enfrentar sin temor la oposición que pueda haber en contra nuestra por parte de la gente enemiga del evangelio y de Dios, es importante no ser creyentes a ciegas.  Desde luego que no se trata de ver para creer, sino que hay que saber qué es lo que uno cree y por qué uno cree lo que cree.  Es en ese contexto que el apóstol Pedro dice:y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15b).

   Si alguien pensando que usted o todos nosotros los creyentes de Jesucristo estamos equivocados, y a usted le preguntan: ¿Por qué crees en el Cristo que los cristianos están predicando? ¿Por qué has dejado las enseñanzas que nuestra familia nos enseñaron en nuestros hogares?  Y te insisten: Estás traicionando la fe y a tu familia; te estás condenando.  Regresa a tu antigua fe. No dejes que los hermanos te laven el cerebro.  Si estas cosas le llegaran a decir a usted, ¿qué respuesta les tiene a tales personas?  El apóstol Pedro indica que es necesario estar “siempre preparados para presentar defensa… ante todo aquel que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros”.

   Y desde luego que la razón principal porque creemos en Jesucristo no es para oponernos a las autoridades civiles como los romanos pensaban de los que creían en el tiempo de su imperio, ni tampoco creemos en Jesucristo solamente por querer llevarle la contraria a algún grupo o denominación religiosa histórica o contemporánea, sino por que creemos que gracias a Jesucristo “el Señor” somo salvados de la condenación eterna que merecemos todos los pecadores.  Es necesario saber explicar cómo es que somos pecadores, hay que saber explicar en qué consiste el amor que Dios nos tiene, hay qué saber explicar cómo es que Jesucristo dio su vida por nosotros sin que nosotros tengamos que pagar por la culpa de nuestros pecados, hay que saber explicar que el resultado de nuestra fe tiene como recompensa la vida eterna.  Estar preparado para explicar esto, santifica a Dios y a Jesucristo mismo.

 

   CONCLUSIÓN:  Hay más maneras de santificar a Dios el Padre, Hijo, y Espíritu Santo, pero con esto que tomamos directamente de las palabras escritas por el apóstol Pedro son de alguna manera esenciales para poner en práctica las instrucciones que se contienen en ellas cuando dice: Mas también si alguna cosa padecéis por causa de la justicia, bienaventurados sois. Por tanto, no os amedrentéis por temor de ellos, ni os conturbéis, 15 sino SANTIFICAD A DIOS EL SEÑOR EN VUESTROS CORAZONES, y estad siempre preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:14-15).  Finalmente, lo que quiero resaltar es que cada acción que nos corresponde hacer es un asunto del corazón.  La santificación a Dios el Señor ocurre, según Pedro: “EN VUESTROS CORAZONES”.  Son asuntos espirituales.

   Nuestro corazón es el elemento espiritual de nuestro ser que por la naturaleza pecaminosa que tenemos no está automáticamente inclinado a las cosas de Dios. Pero, habiendo conocido el evangelio de Jesucristo, y ya estando convencidos de que Jesucristo es indispensable en nuestra vida, tenemos que santificar a Dios de todas las maneras posibles, eso sí, sin caer en alguna invención humana.

   Dios bendiga a su iglesia.

diegoteh

diegoteh.org

El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

Comentarios

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *