DIOS CONOCE VUESTROS CORAZONES.
Lucas 16:14-15 (v.15).
“… Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres; mas Dios conoce vuestros corazones; porque lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16:15).
INTRODUCCIÓN: Jesús estaba enseñando a unos fariseos a quienes san Lucas describe “que eran avaros” (Cf. Lucas 16:14). Avaro es aquella persona que nunca está satisfecha con lo que tiene, sino que siempre quiere tener más sin importarle si es lícita o ilícita la manera de conseguirlo, y de colmo solamente le gusta acumularlo porque no hay ninguna generosidad en él como para compartir con otros lo mucho que tiene. Así eran los fariseos. Quizá usted ya conoce también una parábola que Jesús dijo acerca de los fariseos en la cual, según su narración, uno de ellos: “… puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aun como este publicano; 12 ayuno dos veces a la semana, doy diezmos de todo lo que gano” (Lucas 18:11-12).
Por eso Jesús les dice que: “Vosotros sois los que os justificáis a vosotros mismos delante de los hombres” (Lucas 16:15a), pero, en la práctica muchos de ellos eran otra cosa, pues solamente usaban la religión para tapar sus faltas públicas, cínicas, y descaradas, buscando quedar bien con la gente que les conoce. Sentían y pensaban que todo lo que hacían era bien y no mal, pero Jesús les aclara a un grupo de ellos que: “lo que los hombres tienen por sublime, delante de Dios es abominación” (Lucas 16:15c). ¿Cómo es que Dios puede calificar de abominable lo que ellos hacían? La respuesta que Jesús les da es sencilla pero categórica, al decirles a aquel grupo de fariseos que: “Dios conoce vuestros corazones” (Lucas 16:15b).
Por eso, lo que hoy les voy a predicar es que el conocimiento que Dios tiene con respecto de todo corazón humano tiene diversas implicaciones importantes. / ¿Cuáles son esas diversas implicaciones importantes? / Basado en diversos pasajes que aclaran este conocimiento que Dios tiene de todo corazón humano, les voy a presentar en esta exposición, tres implicaciones importantes.
La primera implicación importante acerca del conocimiento que Dios tiene con respecto de todo corazón humano es que:
I.- CONOCE POR ANTICIPADO LO QUE HEMOS DE HACER, PENSAR, o DECIR.
Esto es lo que David reconoce de Dios cuando en una de sus oraciones le dice: “Oh Jehová, tú me has examinado y conocido. 2 Tú has conocido mi sentarme y mi levantarme; has entendido desde lejos mis pensamientos. 3 Has escudriñado mi andar y mi reposo, y todos mis caminos te son conocidos. 4 Pues aún no está la palabra en mi lengua, y he aquí, oh Jehová, tú la sabes toda” (Salmo 139:1-4). El solo pensamiento de toda persona lo cual es un conocimiento silencioso y privado porque ningún semejante nuestro puede saber qué pensamos, pero Dios lo puede saber. Es en este sentido que Dios conoce el corazón humano.
En el momento que estamos caminando hacia algún lugar, Dios sabe dónde estamos, y sorprendentemente aún antes de decidir a dónde queremos ir, él ya lo sabe, porque lee de antemano aun lo que todavía no hemos hecho pero que en algún momento lo haremos. Es en este sentido que Dios conoce el corazón de toda persona. Lo mismo aplica en cada palabra que decimos en nuestras conversaciones, que aun antes que la palabra se articule en nuestra lengua y el sistema completo de nuestra habla, Dios ya sabe que es lo que estaremos diciendo, porque él conoce el corazón que tenemos, y puede mirar cómo se da el proceso de nuestra comunicación y expresiones, sin importar el idioma que cada uno sabe hablar.
En el justo momento cuando nuestra conciencia se percata de que estamos pensando, haciendo, o diciendo algo que Dios ya conoció de antemano en nosotros, debemos ponerle un alto al proceso que está ocurriendo en nuestro corazón. Debemos evitar ejecutar de manera consciente todo aquello que vaya a resultar en más comisión de pecado.
La segunda implicación importante acerca del conocimiento que Dios tiene con respecto de todo corazón humano es que:
II.- CONOCE TODO TIPO DE PECADO QUE HAY EN EL CORAZÓN HUMANO.
En la ocasión cuando luego de sanar Jesús a un paralítico y declarado que los pecados de aquel hombre también eran perdonados, y viendo Jesús la actitud e indignación de algunos hombres al servicio de la religión (unos escribas), primero nos relata San Mateo que: “conociendo Jesús los pensamientos de ellos” (Mateo 9:4), afirmación que pone a Jesús en nivel Dios como lo que realmente era, con capacidad de conocer “los pensamientos”, que se entiende proceden del corazón espiritual. Luego, por dicho conocimiento, Jesús les dice (afirmando lo que en este punto estoy explicando): “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?” (Mateo 9:4).
Es claro que Dios (Jesús es Dios mismo), podía ver, e identificar el mal que está presente y que afloraba desde el corazón de aquellos escribas, tal como también en no pocos momentos de nuestra vida también ha sido evidente en nuestros propios corazones. Es por eso que Jesús también predicaba con toda seguridad, diciendo: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15:19). Indudablemente porque él podía ver no solamente la evidencia externa del pecado, sino el proceso mismo como va surgiendo y fraguándose el pecado en las mismas entrañas de corazón o alma humana. Es por eso que Jesús siendo en realidad Dios mismo, podía decirles a sus interlocutores: “¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?” (Mateo 9:4), “¿Por qué caviláis así en vuestros corazones?” (Marcos 2:8, cf. Lucas 5:22).
Jesús no solamente conocía la avaricia que había en el corazón de los antiguos fariseos, sino también la avaricia que puede haber en el corazón nuestro en la actualidad. Dios sabe cuándo una persona finge como los fariseos de los tiempos de Jesús diciendo o pensando “no soy como los otros” (Lucas 18:11), pero en la realidad uno es quizá hasta peor que “los otros”. Dios sabe todo el pecado que está presente en nuestro corazón, por lo que no tiene caso fingir lo contrario ante la gente, pues finalmente no escapamos de su saber, tal como dice el apóstol a los Hebreos de que: “… no hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia; antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta” (Hebreos 4:13).
La tercera implicación importante acerca del conocimiento que Dios tiene con respecto de todo corazón humano es que:
III.- CONOCE TAMBIÉN CUANDO UN CORAZÓN HA APRENDIDO A AMARLE.
En la ocasión cuando Dios envió a Samuel a casa de un padre de familia llamado Isaí, de Belén, Dios le dijo que allí ungiría a uno de los 8 hijos de aquel hombre piadoso. Pero, hasta los hombres de Dios, como los profetas, no teniendo la capacidad como Dios la tiene, se equivocan. ¡Qué decir de nosotros! Cuando Samuel ve venir hacia él a Eliab, el mayor de los 8 hijos de don Isaí, él confundido dice: “De cierto delante de Jehová está su ungido” (1 Samuel 16:6b), pero inmediatamente Dios le dice a su profeta: “No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque Jehová no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón” (1 Samuel 16:7). Es bajo esta premisa que pasaron los primeros 7 hijos de Isaí, y Dios dijo que ninguno de ellos era el elegido para ser rey de Israel.
Fue hasta el octavo hijo, David, el menor de los 8, que Dios dijo: “este es” (1 Samuel 16:12b). Pero no fue elegido porque David “era rubio, hermoso de ojos, y de buen parecer” (16:12a), sino porque Dios al mirar el corazón de David, aun siendo un joven pecador, Dios consideró que el corazón de este joven era adecuado y formado para apegarse al mismo corazón de Dios, no así el corazón de los otros siete hermanos de David; y aclaro, no porque tenía un corazón perfecto, pues era también un pecador, pero la diferencia es que estaba dispuesto a amar a Dios. Esto fue lo que Dios podía ver en el corazón de David. Dios no solamente tiene capacidad de detectar el mal que hay en el corazón humano, sino porque Dios conociendo bien todo corazón también sabe detectar si el corazón de alguien estará dispuesto a amarle y hacer su voluntad; y lo que Dios quiere ver en cada corazón humano es a su Hijo Jesucristo (Cf. Efesios 3:17), es a su Espíritu Santo (Cf. Gálatas 4:6-7), es su paz gobernando la vida y gratitud rebosante para él (Cf. Colosenses 3:15), son cánticos que resaltando su palabra, exalten su persona divina (Cf. Colosenses 3:16), y santidad (Cf. 1 Pedro 3:15), entre otros.
Es eso que a cada integrante del antiguo pueblo de Dios se le enseñaba: “amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todas tus fuerzas. 6 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón” (Deuteronomio 6:5-6). Esto es lo que Dios quiere encontrar en el corazón de cada persona, alguien que le ame, y no fallará en detectarlo porque: “Dios conoce vuestros corazones” (Lucas 16:15b). Dios conoce si tu corazón le está amando a él o no.
CONCLUSIÓN: Después de haber reflexionado acerca de estas implicaciones del conocimiento que Dios tiene acerca del mal o del bien que está presente en nuestros corazones, tenemos como creyentes en Jesucristo que buscar una y otra vez el perdón de los pecados que cometemos sin querer o aun queriendo, porque Dios no quiere ver pecado en nuestros corazones sino solamente a su santo Hijo Jesús quien hace que seamos aceptos eternamente delante del Padre Celestial. Además de que el pecado es abominación para Dios, el mismo pecado nos hace abominables para Dios, pero Cristo nos hace ser agradables a la mirada de Dios.
Recordemos siempre que Jesús enseñó que “Dios conoce vuestros corazones” (Lucas 16:15b), por lo que la vida recta no se trata solamente de agradar al ojo humano sino primeramente al ojo divino para que lo que vea el ojo humano haya sido primeramente aprobado por el ojo divino.
Comentarios