QUE VUESTROS CORAZONES NO SE CARGUEN DE…
Lucas 21:34-36 (v.34).
34 Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. 35 Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. 36 Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre” (Luc 21:34-36).
INTRODUCCIÓN: Cuando era niño, uno de mis hobbies era pescar pajaritos: Azulejos, chinchinbacales, mariposos, dominicos, y otras especies de pajaritos. Compraba para ello, unas jaulitas especiales con bocatrampas para capturar a esas pobres pero hermosas avecitas. Igualmente, me gustaba atrapar aves mayores como las tortolitas, las palomas torcazas, preparando una trampa especial que se conoce como jarcón que se arma en forma de pirámide generalmente hecha de maderas delgadas, con espacios que dejan ver que debajo había maíz u otro alimento para atraer a las aves. Aquella trampa lleva debajo una tranca pequeñita que calzaba uno de los cuatro lados del jarcón, el cual llevaba un hilo hacia el interior del jarcón. Cuando las aves entraban debajo del jarcón para comerse el maíz, al momento de topar el hilo, se caía la tranquita que sostenía falsamente el jarcón, el cual se cerraba capturando una palomita. Es así como Jesús en nuestro pasaje bíblico describe nada menos que la llegada del tiempo del fin del cual dice que vendrá: “de repente sobre vosotros” (v. 34), y que “como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra” (v. 35). Lo que en nuestras biblias es expresado como “lazo” (v. 35) otras versiones usan correctamente la palabra “trampa” (DHH, NTV, PDT, TLA, v. 35).
Pero, no está diciendo que es Dios quien pondrá una trampa para el fin, sino lo que está diciendo que tal como una trampa funciona cuando la presa no se lo imagina ni lo espera, así será el momento del fin. No es otro sino el diablo mismo que arma su trampa para distraer si es posible hasta a los elegidos de Dios (Mateo 24:24), para que estén (estemos) ocupados en distracciones pecaminosas que nos desconcentrarán de la espera del aspecto glorioso del fin cuando Jesucristo el Hijo de Dios se manifieste en su segunda venida. La intención de Jesús con estas palabras de nuestro texto es exhortarnos a que escapemos de “los horrores que vendrán” (cf. v. 35 en NTV), escapando primeramente de las distracciones pecaminosas.
Por eso en este mensaje lo que les voy a predicar es que: Para no ser privado del glorioso encuentro eterno con Jesucristo, toda persona debe escapar de las distracciones pecaminosas que hacen caer sobre uno la trampa presente y eterna del mal. / ¿Cuáles son las distracciones pecaminosas que hacen caer sobre uno la trampa presente y eterna del mal, de las cuales toda persona debe escapar para no ser privado del glorioso encuentro eterno con Jesucristo? / En el versículo 34, nuestro Señor Jesús menciona tres de tales distracciones diciendo: “que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida”. Son las tres distracciones que explicaré en esta exposición, y como bien dice Jesús, son distracciones que tienen su causa en el corazón humano, lo cual queda claro cuando dice: “que vuestros corazones no se carguen de… (y dice 3 cosas que no deben ser una carga del corazón)”, pues lo único que vale la pena cargar en el corazón es a Jesucristo.
La primera distracción pecaminosa de la cual toda persona debe escapar para que no caiga sobre sí la trampa presente y eterna del mal, y no ser privado del glorioso encuentro eterno con Jesucristo, es:
I.- LA GLOTONERÍA.
¿Glotonería? ¿No es problema de la barriga, de la lengua o del apetito? Por supuesto que sí se implican todas estas cosas, pero también es un problema sicológico o más bien espiritual, o en palabras de Jesús es un problema del corazón humano al indicarles: “que vuestros corazones no se carguen de glotonería” (. 34). El diccionario Oxford define la glotonería como: Conducta de la persona que come con ansia y en exceso. Pero en el contexto de las Sagradas Escrituras no solamente puede referirse al comer con ansia y en exceso sino también se refiere a la vida descontrolada que se entrega a la práctica de deseos y placeres pecaminosos. Jesús usa la expresión en lenguaje figurado indicando en realidad un desorden espiritual de apego excesivo a cualquier cosa de este mundo que tarde que temprano va a terminar arruinando o acabando aun con el poco crecimiento que una persona tenga en su vida espiritual.
Se trata de cualquier cosa que funciona como distractor pecaminoso que poco a poco, silenciosamente va apartando más de Dios a cualquier persona. Más bien se refiere a la glotonería de alimentar el alma equivocadamente con uno o de diversos pecados que son chatarras espirituales que no contribuyen a acercar al pecado hacia Dios sino todo lo contrario. Esta amonestación de Jesús es un llamado también para nosotros sus discípulos de este tiempo que, en vez de tener atracción a lo pecaminoso, debemos más bien desear alimentarnos de la palabra de Dios que nos orienta a que finalmente tengamos no una triste y lamentable condenación eterna, sino un sublime y glorioso encuentro eterno con nuestro Señor y Salvador Jesucristo.
En nuestro caso, carguemos nuestro corazón no de glotonería literal ni espiritual. Solamente es un distractor de lo más importante para le eternidad. Es una trampa más en el camino de la vida hacia la eternidad. En el día de su venida, Jesús no quiere encontrar glotones de comida, ni glotones de pecado, sino gente que le ama juntamente con su palabra o evangelio. San Pablo dice también: “Porque por ahí andan muchos, de los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la cruz de Cristo; 19 el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria es su vergüenza; que solo piensan en lo terrenal. 20 Mas nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo” (Filipenses 3:18-20). Si hay algo del cual debe estar cargado nuestro corazón es del conocimiento de la palabra de Dios.
La segunda distracción pecaminosa de la cual toda persona debe escapar para que no caiga sobre sí la trampa presente y eterna del mal, y no ser privado del glorioso encuentro eterno con Jesucristo, es:
II.- LA EMBRIAGUEZ.
La embriaguez también es otro distractor, que si bien muchos defienden su postura de que no pasa nada si uno se embriaga, por otra parte, es muy clara la explicación y orientación del apóstol Pablo a los Corintios cuando les dice: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, 10 ni los ladrones, ni los avaros, NI LOS BORRACHOS, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de Dios” (1 Corintios 6:9-10). Es clara y contundente esta explicación que no es inventada por San Pablo, sino que ya Jesús lo había dicho al enseñar: “que vuestros corazones no se carguen de glotonería (y añadió también) Y EMBRIAGUEZ, …” (Lucas 24:34). Las versiones Dios Habla Hoy, Palabra de Dios para Todos, Nueva Traducción Viviente, y Traducción en Lenguaje Actual, traducen “embriaguez” como “borrachera”.
Al resaltar esta enseñanza de Jesús tampoco es mi intención defender a los que por adicción acostumbran a tomarse una o dos bebidas embriagantes sin llegar a estar realmente embriagados, lo cual definitivamente está mal porque siempre es una satisfacción a la carnalidad como un compañero de la glotonería que solo se ocupa de comer y beber por ansia. El entregarse a las bebidas alcohólicas es ocuparse en un distractor más que aparta los pensamientos para no estar esperando en el regreso de Jesucristo. Es por eso que con respecto a su segunda venida, Jesús dijo también: “Pero del día y la hora nadie sabe, ni aun los ángeles de los cielos, sino solo mi Padre. 37 Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. 38 Porque como en los días antes del diluvio estaban comiendo y bebiendo, casándose y dando en casamiento, hasta el día en que Noé entró en el arca, 39 y no entendieron hasta que vino el diluvio y se los llevó a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre” (Mateo 24:36-39). Lo que Jesús dice con estas palabras es que no van a hacer falta personas que se encuentren distraídos en solamente su vida social, profana, y atea, sin esperar el regreso de Jesús. Pero, Jesús desea que no seamos nosotros los que hemos creído en su misión salvadora.
Lo que Dios espera de nosotros, lo dice el apóstol Pablo a los Efesios a quienes orientó diciendo: “No os embriaguéis con vino, en lo cual hay disolución; antes bien sed llenos del Espíritu, 19 hablando entre vosotros con salmos, con himnos y cánticos espirituales, cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; 20 dando siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo” (Efesios 5:18-20). Dios libre a cada uno de nosotros de emborracharnos, y hagamos caso a este llamado de tomar en cuenta la importancia de acercarse a Dios para su adoración en compañerismo con otros adoradores creyentes en su Hijo Jesucristo. Que nuestro corazón esté siempre cargado del Espíritu Santo, de palabras de los salmos, de himnos, de cánticos espirituales, de alabanzas a Dios, y de gratitud al Padre celestial.
La tercera distracción pecaminosa de la cual toda persona debe escapar para que no caiga sobre sí la trampa presente y eterna del mal, y no ser privado del glorioso encuentro eterno con Jesucristo, es:
III.- LOS AFANES.
Jesús no solamente dijo: ““que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez” (sino que añadió un tercer distractor diciendo): Y DE LOS AFANES DE ESTA VIDA” (v. 34). ¿Qué son los “afanes de esta vida”? Consiste en estar preocupados todo el tiempo por las cosas básicas que necesitamos, actuando desesperadamente para conseguir cosas que realmente no son las que necesitamos, o cosas que no es el tiempo de Dios para que los tengamos entre nuestros bienes. No deberíamos estarnos afanando por tales cosas, pues respecto de estos menesteres Jesús enseñó también que: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido? 26 Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? 27 ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane, añadir a su estatura un codo? 28 Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo crecen: no trabajan ni hilan; 29 pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de ellos. 30 Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho más a vosotros, hombres de poca fe?” (Mateo 6:24-30).
También añade: “No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? 32 Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. 33 Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (Mateo 6:24-33). Se trata de cosas que todos necesitamos todos los días, pero cuando nos afanamos por ellas, se vuelven entonces una carga para el corazón, carga que ¡Uff! Solamente distrae de lo más importante y necesario. Se pierde la confianza en Dios, se pierde la comunión con Dios, se ocupa uno con sus propias fuerzas en busca de lo que uno quiere a la fuerza para más tarde o para el día siguiente, e incluso para mucho más tiempo en el futuro, no dejando que Dios sea la guía o el seguro proveedor de lo que uno ha de necesitar. Esto es lo que Dios quiere que sus hijos evitemos. El estar afanado hace que uno se desconecte de Dios, que uno se desentienda de las cosas divinas, espirituales, de arriba, etc… El apóstol Pablo a los Filipenses les exhortó escribiéndoles: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). En vez de afanarse por las cosas de esta vida, lo mejor es buscar el reino de Dios. El corazón debe estar deseando primeramente el reino de Dios. Todo lo demás que uno ha de necesitar en la vida, será provisto por Dios. En vez de afanarse es mejor dejar la situación o circunstancia en las manos de Dios por medio de una o de más sencillas oraciones. Es más sencillo orar que afanarse.
CONCLUSIÓN: Estas palabras de Jesús que hoy hemos recibido en este mensaje, no dejan de ser sorprendentes. Sorprende que no fue una enseñanza dirigida a gente como los religiosos fariseos, como a los casi ateos saduceos, ni como a los políticos herodianos, sino que las enseñó nada menos que a sus mismos apóstoles de quienes se podría decir que no estaba viviendo en glotonerías, que no estaban dedicados a la embriaguez, ni vivían afanado de las cosas de la vida, pues incluso voluntariamente habían dejado todo para seguir a Jesús. Pero aun siendo sus discípulos y apóstoles, tuvo que enseñarles acerca de los peligros que conllevan los distractores como la glotonería, la embriaguez, y los afanes de esta vida. Si a ellos les dijo: “Mirad por vosotros” (v. 34), sin duda que nosotros con más razón necesitamos mirar por nosotros para no ser distraídos por nada en nuestro camino hacia la eternidad con nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Que nuestro corazón no se cargue de estos distractores.
Que Dios les bendiga amados creyentes en Jesucristo.
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