DIOS CONFORTE VUESTROS CORAZONES

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DIOS CONFORTE VUESTROS CORAZONES.

2 Tesalonicenses 2:16-17.

 

“Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre, el cual nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia, 17 conforte vuestros corazones, y os confirme en toda buena palabra y obra” (2 Tesalonicenses 2:16-17).

 

   INTRODUCCIÓN: Nuestro texto bíblico para este mensaje nos indica por lo menos 5 cosas que Dios hace por nosotros.  Los primeros 3 se encuentran especificados en el verso 16, y están expresados en tiempo pasado.  Estos son, que: 1) “nos amó” (v. 16c); 2) “nos dio consolación eterna” (v. 16c); y 3) “nos dio… buena esperanza por gracia” (v. 16c).  Y los otros 2 están enunciados en el verso 17, y están expresados en presente continuo, como una acción que está sucediendo en ese momento pero que también seguirá ocurriendo, y de estos dice que Dios: 4) “conforte vuestros corazones” (v. 17a), y 5: “confirme en toda buena palabra y obra” (v. 17b). Pero, de estas cinco acciones divinas enfocadas en los elegidos y llamados a experimentar las bondades de su amor y gracia de Dios, enfatizaré en esta exposición la cuarta acción divina que expresamente menciona que tiene que ver con el corazón (el enfoque de nuestra serie).  Se trata del deseo que el apóstol Pablo quería para los Tesalonicenses, al decirles que “Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre” (v. 16ab) “CONFORTE VUESTROS CORAZONES” (v. 17a).

   Para esto, lo primero que debemos tener claro es el significado de la palabra CONFORTAR. Consiste en dar fuerzas o ánimo en medio del cansancio, fatiga, desánimo, debilidad, enfermedad, o tristeza.  En eso consiste las palabras de Jesús cuando, por ejemplo, dijo: Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”, y añade: “Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-29). El confortamiento divino llega a nuestra vida cuando cansada nuestra alma de las circunstancias del mundo en el que vivimos, acudimos a Cristo en quien encontramos el descanso realmente reparador que nuestra alma necesita.  También es un confortamiento cuando Dios dice palabras de ánimo a sus hijos y llamados como cuando le dijo a Josué: “Nadie te podrá hacer frente en todos los días de tu vida; como estuve con Moisés, estaré contigo; no te dejaré, ni te desampararé” (Josué 1:5), “… no temas ni desmayes, porque Jehová tu Dios estará contigo en dondequiera que vayas” (Josué 1:9b).  Y también somos confortados cuando somos protegidos por Dios e incluso cuando recibimos el sustento para nuestra alimentación, como cuando el profeta Elías huyendo de Jezabel la esposa del rey Acab, se andaba escondiendo en cuevas de lugares lejanos, estando cansado, hambriento, y afligido hasta con ganas de morir, y Dios le envió extraordinariamente en dos ocasiones, cuya historia dice que a Elías: “un ángel le tocó, y le dijo: Levántate, come. Entonces él miró, y he aquí a su cabecera una torta cocida sobre las ascuas, y una vasija de agua; y comió y bebió, y volvió a dormirse. Y volviendo el ángel de Jehová la segunda vez, lo tocó, diciendo: Levántate y come, porque largo camino te resta. Se levantó, pues, y comió y bebió; y fortalecido con aquella comida caminó cuarenta días y cuarenta noches hasta Horeb, el monte de Dios” (1 Reyes 19:5b-8). Dios tiene muchas maneras de traer confortamiento, ánimo, fortaleza o fuerzas especialmente en nuestro corazón espiritual en momentos que no tenemos ánimo o fuerzas para seguir adelante.

   Pero, en la presente exposición lo que voy a predicarles es que: Dios tiene provisto los recursos que se requieren para obtener para la vida su confortamiento espiritual. / ¿Cuáles son los recursos provistos por Dios que se requieren para obtener su confortamiento espiritual para la vida? / Nuestro texto de 2 Tesalonicenses 2:15-17, nos explica cuáles son estos recursos provistos por Dios.

 

   El primer recurso provisto por Dios para obtener su confortamiento espiritual para la vida es:

I.- LA DOCTRINA.

   Si antes de la frase: “conforte vuestros corazones” (v. 17a), hacemos la pregunta: ¿con qué?, la respuesta la encontraremos desde el versículo 15 donde dice: Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra” (2 Tesalonicenses 2:15).  La doctrina, es un recurso provisto para obtener el confortamiento de Dios que es indicado por el apóstol Pablo a los Tesalonicenses.

   Y lo que el apóstol está llamando “doctrina” son las enseñanzas que él y otros predicadores reconocidos y autorizados les habían estado enseñando.  Es a tales predicaciones y enseñanzas que San Pablo le llama: “doctrina que habéis aprendido, … por palabra”; pero también se refiere a la “doctrina que habéis aprendido … por carta nuestra”.  Se estaba refiriendo a las cartas o epístolas que él les había enviado como la anterior, su primera epístola, o la presente segunda epístola; y lo mismo aplica para todas las iglesias a las que les enviaba sus cartas, y que hoy contamos con ellas en el Nuevo Testamento de nuestras Biblias.

   En otras palabras, y en un sentido más amplio y completo, el recurso que Dios nos tiene provisto para nuestro confortamiento ante los momentos difíciles y de desánimo que nos pudiesen llegar en la vida, es la palabra de Dios en su totalidad.  Las Sagradas Escrituras de nuestra fe que se encuentran registradas tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento.  Pero, igualmente cuando esa palabra es enseñada, predicada, o incluso cuando en lo personal la leemos, la memorizamos, la estudiamos, o la reflexionamos.  Si usted necesita ser confortado, las Sagradas Escrituras es el recurso con el cual cobramos el ánimo que nos llega a hacer falta; pues finalmente la palabra leída o escuchada es el medio que, al presentarnos a Cristo, inevitablemente genera un ánimo divino en nuestro corazón y en nuestra vida en general.

 

   El segundo recurso provisto por Dios para obtener su confortamiento espiritual para la vida es:

II.- PADRE e HIJO.

   Si a esta frase: “conforte vuestros corazones” del verso 17, le preguntamos: ¿Qué los conforte quién?  Vamos a encontrar la respuesta justo en las primeras palabras del versículo 16 donde comienza la expresión que continúa hasta en el verso 17, al decir: Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre (v. 16ab), y que en conexión con el verso 17 dice: “conforte vuestros corazones”. Entonces nos damos cuenta de que como expresión principal está diciendo: Y el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre … conforte vuestros corazones”, o sea, que el recurso de confortamiento con el que contamos es nada menos que “el mismo Jesucristo Señor nuestro, y Dios nuestro Padre”.

   El detalle que nos aporta esta afirmación apostólica es que está claro que las personas de la divinidad no actúan con parcialidad, o que solo uno de ellos se haga cargo de nosotros, sino que en este texto se indica que el Padre y el Hijo han estado involucrados a favor tanto de nuestro bien terrenal como de nuestro bien eterno.  Pero, el hecho de que San Pablo no cite aquí la participación del Espíritu Santo no quiere decir que él no esté también involucrado. Las 3 personas divinas desde siempre nos han asistido en proveer todo lo que necesitamos, desde el amor divino hasta el ánimo o confortamiento que nos puede hacer falta en el camino de nuestra vida.

   Para nuestra tranquilidad, Dios en la totalidad de sus personas divinas, no solamente “nos amó” desde la eternidad, no solamente “nos amó” y “nos dio consolación eterna, y esperanza por gracia”, como algo que debió ocurre en el pasado en la dimensión de lo eterno y punto final, sino que también el presente continuo de nuestra relación con él, su confortamiento o ánimo no nos hará falta de su parte, sino que contamos con ello.  Así que el continuo confortamiento divino garantiza que ninguno de los que verdaderamente creemos en él, ninguno quedaremos a medio camino.  ¡Qué preciosa y completa seguridad tenemos en Dios!

 

   El tercer recurso provisto por Dios para obtener su confortamiento espiritual para la vida es:

III.- LA OBEDIENCIA.

   Ahora regresamos al versículo 15 en el que habla acerca de la doctrina que habéis aprendido, sea por palabra, o por carta nuestra”, pero observemos que algo que se debe hacer con respecto a la doctrina son dos cosas que se indican al comienzo de este versículo al decir: “Así que, hermanos, estad firmes, y retened la doctrina” (2 Tesalonicenses 2:15).  No es solamente aprender “la doctrina”, sino que es necesario: 1) estar firmes en la doctrina, y 2) retener la doctrina.  En otras palabras, se refiere a la obediencia a lo aprendido, y a la perseverancia en lo aprendido.  Es lo mismo pero dicho en mejores palabras, como exhorta el apóstol Santiago al decir: “sed hacedores de la palabra, y no tan solamente oidores” ( Santiago 1:22a).

   Es a esto que el apóstol San Lucas se refiere cuando dice de los primeros creyentes que: “perseveraban en la doctrina de los apóstoles” (Hechos 2:42a).  Es decir, hay que desarrollar conciencia de que lo que hemos aprendido es la verdad del evangelio de Dios, y tener la decisión de no cambiarlo por nada.  No es posible que ahora conozcamos la verdad de “la doctrina”, pero mañana sigamos otras doctrinas que nos son del evangelio de Dios.  En otras palabras, uno caería en la desobediencia a la verdad; pero, cuando uno está firme y perseverante en “la doctrina” del evangelio, entonces, en ese caso, uno es confortado especialmente con el conocimiento de la verdad de que Dios: “nos amó y nos dio consolación eterna y buena esperanza por gracia” (v. 16c).

   Esta verdad conforta al que no se sentía o que todavía no se siente amado; conforta al que estaba en condenación eterna pero que ahora sabe que ya no está condenado durante toda la eternidad; y que conforta al que no se imaginaba que Dios le daría una vida eterna, y que ahora esa es su “esperanza por gracia”.  Vale la pena ser obediente a “la doctrina” que al mismo tiempo equivale a ser obediente a Dios y a Jesucristo autor de nuestra salvación.

 

   CONCLUSIÓN:  Bien, pues como ya hemos aprendido en esta exposición, no hay para quienes estamos en la fe en Jesucristo, motivos para quedarnos en nuestros desánimos espirituales y no salir adelante de esos momentos y circunstancias. Contamos con el recurso de la palabra revelada de Dios para el conocimiento de las verdades animantes o confortantes que en abundancia están presentes en cada una de las páginas de las Sagradas Escrituras. Y como por si las Escrituras no fueses suficientes, las cuales sí lo son, contamos nada menos también con toda la divinidad lista para infundirnos directamente el ánimo que nuestros corazones han de necesitar; solamente hay que acudir en oración en el nombre de Jesucristo para pedir que seamos confortados; y eso va a ocurrir.  Pero, también para nuestra responsabilidad ser obedientes al evangelio, contamos con ese recurso que Dios ha provisto en nuestro propio ser, pues, quien no vive en obediencia, su propia desobediencia le causará desánimos frecuentes y fuertes; pero cuando hay obediencia, uno es confortado rápidamente porque bajo esa espiritualidad de la obediencia, somos más receptivos a las acciones de Dios en nuestra alma o corazón.

   Que el amor de Dios siempre “conforte vuestros corazones”.

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diegoteh.org

El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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