HABÉIS ENGORDADO VUESTROS CORAZONES

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HABÉIS ENGORDADO VUESTROS CORAZONES.

Santiago 5:1-6 (v.5).

 

Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza (Santiago 5:5).

 

   INTRODUCCIÓN: Quizá una manera más sencilla y clara para entender el sentido de estas palabras, es recurriendo a las traducciones parafraseadas como la PDT que en su versión dice: Ustedes han llevado una vida de lujos aquí en la tierra y se han dado gusto en todo lo que han querido. Se han engordado tal como se engordan los animales para el día de la matanza” (PDT), y como la TLA que dice: “Ustedes los ricos han vivido con mucho lujo, y se han dado la gran vida en esta tierra. Han engordado tanto que parecen ganado listo para el matadero” (TLA).  ¿Ya está claro?  No es un asunto de engordamiento físico de algún animal, sino de la parte espiritual del ser humano que a veces es peor que el engordamiento de un animal, pues, nuestra versión RV60 traduce muy bien al apóstol Santiago quien en el idioma griego describió un engordamiento que según dice, ocurre en: “τας καρδιας υμων” (tas cardías imón) = en “vuestros corazones”, o lo que es lo mismo, al dirigirse a sus destinatarios, les dice que tal engordamiento ocurre en “los corazones de ustedes”.

   Se trata entonces, de un engordamiento del corazón, que finalmente va a parar en el matadero como acaban los animales que son engordados intencionalmente para ser sacrificados justo en un plazo bien determinado como día de matanza.   Pero, siguiendo las palabras de nuestro texto que dice: Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza (Santiago 5:5, RV60), lo que en este mensaje voy a predicarles es que: La expresión “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”, contiene consejos importantes para el uso apropiado de las riquezas. / ¿Cuáles son los consejos importantes que para el uso apropiado de las riquezas contiene la expresión: “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”? / A través del desarrollo de este mensaje les explicaré tres de tales consejos importantes.

 

   El primer consejo importante que para el uso apropiado de las riquezas contiene la expresión: “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”, es:

I.- QUE NO SE DEBE ENGORDAR EL CORAZÓN CON DELEITES TERRENALES, PORQUE UN DÍA SERÁ INEVITABLEMENTE JUZGADO.

   En el pueblo donde yo crecí, los lunes en la madrugada era el día y momento para la muerte de los cerdos, porque ese día era para nosotros día para el frijol con puerco, o guisos que tengan que ver con la carne de cerdo.  Los sábados por la madrugada era día para la muerte de reses engordadas para ese fin, porque ese día mucha gente del pueblo tenía que comer su rico chocolomo, u otros guisos relacionados con dicha carne de res.  Esos eran los días de matanza en mi pueblo desde que yo era un niño, y aun 35 años después que no vivo allí, los días siempre siguen siendo los mismos.  Y por ejemplo, como es más popular aquí y en casi todas partes que el día de la matanza de los pavos, desde luego, los engordados, es ¿en qué fecha? el 24 de diciembre; y en los E.U.A. ¿qué otra fecha tienen? El 25 de noviembre, su día nacional de Acción de Gracias.

   Cuando el apóstol Santiago al final del versículo 5 se refiere al “día de matanza”, es muy probable que a manera de ilustración se estaba refiriendo al día de sacrificios que era ampliamente conocido entre los judíos e israelitas en general, que en celebraciones religiosas como en el día de la fiesta de la Pascua, toda la nación comía no pavo, sino corderos no tiernos, sino ya engordados.  Todas las familias, por ley tenían que comer uno.  Además, un gran número de estos nobles animalitos que representaban el carácter dócil de nuestro Señor Jesucristo, eran engordados para ofrendar en sacrificio a Dios, pues no se ofrecían en sacrificio corderos desnutridos, ni enfermos, sino lo más perfecto posible.  Sin embargo, su expresión no solo ilustra, sino que tiene un sentido profético predictivo con el cual se refiere como matanza al día de juicio establecido por Dios para dar paso a la eternidad que le corresponde a cada persona, según haya sido su fe para con Dios.

   Por ejemplo, con respecto a los que serán juzgados ese día, Jesús dijo: Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio” (Mateo 12:36), y en otro momento dijo también: que “cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno” (Marcos 3:29); y como dice el autor de la epístola a los hebreos: “… está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después de esto el juicio” (Hebreos 9:27).  Esto es lo que Santiago describe como “día de matanza”, porque inevitablemente en dicho juicio, toda persona que resulte con un corazón engordado con deleites de la tierra morirá no solamente en lo físico, sino que sufrirá una muerte eterna que consiste en quedar separado de la presencia celestial y eterna de Dios.  Por eso, en vez que usted y yo nos engordemos de los “deleites” de esta tierra, mejor deleitémonos de las cosas celestiales de las cuales San Pablo dice: “… buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra” (Colosenses 3:1b-2), pues, si no, usted ya sabe, al ser juzgado uno se va a la matanza eterna, y no a la vida eterna.

 

   El segundo consejo importante que para el uso apropiado de las riquezas contiene la expresión: “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”, es:

II.- QUE NO SE DEBE USAR PARA DELEITES TERRENALES NI EL MUCHO NI EL POCO DINERO QUE UNO LLEGA A TENER.

   Observen nada más a quiénes se dirige el apóstol Santiago en este bloque de versículos que incluye el versículo 5.  La manera exclamativa con la que se dirige en la primera frase del bloque presenta quiénes son los receptores de esta alerta y llamado al arrepentimiento, cuando dice: “¡Vamos ahora, ¿quiénes? ricos!”.  Desde luego que en realidad los ricos no por ser ricos son automáticamente sentenciados, sino que bocado tras bocado solitos se dirigen a la matanza por usar sus riquezas no para hacer bien a otros, sino para los deleites pecaminosos.

   Tiene razón la Traducción en Lenguaje Actual al incluir la palabra “ricos” al principio del versículo 5, para decir: “Ustedes los ricos han vivido con mucho lujo, y se han dado la gran vida en esta tierra. Han engordado tanto que parecen ganado listo para el matadero” (TLA). Se trata de los ricos que usan su dinero solamente para disfrutar de “mucho lujo” y para darse “la gran vida” sin interesarse en honrar a Dios con sus bienes, riquezas, o ganancias (cf. Proverbios 3:9a). Pero, en realidad no solamente los ricos tienen este problema, sino que muchas veces hasta los pobres que aun habiendo recibido por su trabajo el pago de una miseria de ganancia por lo general los sábados después del mediodía, que tan pronto lo han recibido y sin responsabilizarse de sus deberes familiares, malgastan en esa misma tarde en deleites nada provechosos el total de lo que con mucho esfuerzo consiguieron durante toda la semana. Su enfoque solamente se centra en sus deleites olvidándose muchas veces hasta de sus familias, así como de Dios.

   Si usted tiene mucho dinero, más de lo que otros tienen o más de lo que otros nunca podrán tener; pero incluso si lo que usted tiene es realmente poco que no alcanza para tanto como usted quisiera, Dios no se lo dio para que usted malgaste en deleites terrenales, porque lo que le estará ocurriendo es que su corazón se estará quedando gordísimo para la matanza, peor que el cerdo de más de 100 o hasta de 300 kilos, o como el toro de más de 500 kilos, o como el pavo de hasta 25 kilos, que a tales kilajes ya están listos para ser llevados al matadero.  A estos corazones espirituales humanos que gustan engordarse de los placeres terrenales, el profeta Isaías les amonesta con estas sabias palabras: “¿Por qué gastáis el dinero en lo que no es pan, y vuestro trabajo en lo que no sacia? Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:2).  Quiera usted, porque Dios así lo quiere para usted, que su dinero sea poco o sea mucho, nunca lo destine para deleites pecaminosos que engordan el corazón para la matanza, sino destínelo para el bien de usted, de su familia, así como también para ayudar al necesitado.

 

   El tercer consejo importante que para el uso apropiado de las riquezas contiene la expresión: “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”, es:

III.- QUE PARA NO ENGORDAR EL CORAZÓN PARA EL DÍA DE LA MATANZA, HAY QUE APRENDER A DELEITARSE EN HACER EL BIEN.

   Leamos nada más, por ejemplo, los 3 primeros versículos del capítulo 5, y observemos cuáles son algunos descuidos por las que finalmente Santiago les describe como personas de corazón engordado: “¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros” (Santiago 5:1-3).  Los ricos son amonestados no solamente por malgastar sus recursos económicos en deleites pecaminosos, sino también por la avaricia que se origina en sus corazones, pues la avaricia consiste en solamente querer acumular cada vez mucho más dinero u otras riquezas en general, sin la más mínima de hacer ni un solo bien a nadie.  Eso también no solo engorda la cuenta bancaria, o el contenido de la billetera, sino que también y más engorda el corazón para la matanza.  Cada vez que uno aumenta un peso más en la acumulación de bienes que uno jamás usará para bendecir a alguien, el corazón se engorda más para la matanza.

   En los evangelios se nos relata que Zaqueo un jefe de publicanos y rico en constante crecimiento económico, aprendió con el evangelio de Jesús a no acumular más dinero o riquezas, y para desprenderse de ello dijo: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado” (Lucas 19:8b,c).  Cada uno de los apóstoles que decidieron seguir a Jesús, aunque no eran de grandes riquezas sino solamente humildes pescadores, dicen los autores de los evangelios, que: “dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5:11). Y también un publicano más como Mateo, teniendo un trabajo que pudo haberle dado mejores ganancias que andar con Jesús, nos dice San Lucas que Mateo: “dejándolo todo, se levantó y le siguió” (Lucas 5:28).  Por eso Jesús dijo: No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; 20 sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. 21 Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6:19-21).

  También el apóstol Pablo instruye diciendo: Y vosotros, hermanos, no os canséis de hacer bien (2 Tesalonicenses 3:13). Este es uno de los deleites que no engordan el corazón para la matanza, sino que le alimenta y nutre como la “comida que a vida eterna permanece” (cf. Juan 6:27).  Hacer el bien es un legítimo deleite sin azúcares espirituales, sin carbohidratos dañinos para la espiritualidad y eternidad de nuestra existencia. Nadie caiga en el error de los ricos controlados por la avaricia de solamente querer acumular por acumular sin compartir; y que nadie caiga también en el error de los controlados por la envidia y el egoísmo.

 

   El cuarto consejo importante que para el uso apropiado de las riquezas contiene la expresión: “habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza”, es:

IV.- QUE SE DEBE TRATAR CON JUSTICIA A LOS QUE HONRADAMENTE NOS PRESTAN SU SERVICIO, PORQUE LA INJUSTICA SOLAMENTE ENGORDA EL CORAZÓN PARA LA MATANZA.

   El apóstol Santiago, a los ricos contra quienes primeramente ha dicho: “¡ … ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán” (Santiago 5:1), y a quienes les ha reclamado que solamente se les pudre sus riqueza, que solamente la polilla les come la ropa sin usar, y que solamente le sale moho al oro y a la plata que tiene acumulado y levantado sin utilidad alguna ni para ellos ni para otros, ahora les dice: “He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos” (Santiago 5:4). Con estas palabras la acusación es mucho más grave no para todos los ricos en general, sino para los ricos injustos, a quienes deja al descubierto su manera injusta de proceder en contra del prójimo que por necesidad ha tenido la buena voluntad de prestarles sus fuerzas mediante el trabajo con el fin de obtener honradamente un poco de dinero para sacar adelante sus proyectos personales o familiares.

   ¡Qué pena por personas como éstas! Es muy lamentable porque no se trata de ricos en situación de incredulidad contra Dios, sino que el apóstol escribió las palabras de esta carta a los ricos que ya profesan ser creyentes en Jesucristo. Los creyentes en Cristo no debemos hacer este tipo de injusticias contra la gente que en algún momento tiene que esperar de nuestra bondad de proveerle de algún trabajo y del justo pago correspondiente. El contexto puede ser diferente porque quizá usted y yo no tenemos obreros que cosechan nuestras tierras, pero lo que podría ocurrir es que con engaño no les hayamos pagado o no les estemos pagando lo que justamente les corresponde.

   El apóstol Santiago afirma que cuando esto sucede, estas injusticias y el clamor de las personas que llegamos a agraviar entran “en los oídos del Señor”, el Señor de las causas de los justos. ¡Alerta! Esto engorda el corazón para la matanza. Tenga usted cuidado.  Dios, finalmente no tiene por inocente al culpable.  En su momento, él también da el justo pago a los que hacen mal a su prójimo.

 

   CONCLUSIÓN: Todas estas palabras dirigidas por el apóstol Santiago no a incrédulos con respecto de la fe cristiana, sino a los mismos creyentes en Cristo, sean ricos o sean pobres, son también palabras de exhortación para nosotros, para que el dinero no deslumbre nuestros ojos ni a nuestro corazón, porque nuestro corazón muy fácilmente reacciona con avaricia, codicia, y egoísmo.  Tiene ganas de engordarse con maldades y deleites sin considerar que con tales actitudes se está dirigiendo directamente nada menos que al matadero de la matanza eterna.  Pero, recordando que nosotros los creyentes en Cristo no fuimos llamados para la matanza, pues nuestros corazones no deben estarse engordando de maldades y deleites de pecado, debemos huir de tales cosas terrenales y del juicio que vendrá sobre los que aman tales deleites.  Los cristianos debemos administrar sabiamente nuestras ganancias económicas, ya sea mucha o poca cantidad, porque Dios nos los concede para el bien nuestro, de nuestra familia, y de la obra de Dios mismo en general.  Debemos aprender a hacer el bien a nuestro prójimo en general, pero muy especialmente a los de nuestra familia de la fe.

   Que nadie busque ser gordo para la matanza, sino gordos para la gloria de Dios. Dios nos engorde con su gracia para su gloria.

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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