AFIRMAD VUESTROS CORAZONES

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AFIRMAD VUESTROS CORAZONES.

Santiago 5:7-8 (v.8).

Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:8).

 

   INTRODUCCIÓN: La frase que hoy enfatizaré y que incluye la expresión: “vuestros corazones”, es la que dice: “afirmad vuestros corazones” (Santiago 5:8b).  Pero, nuestra frase, es la segunda de dos cosas que se dice en Santiago 5:8.  La primera es: Tened también vosotros paciencia” (Santiago 5:8a1), y la segunda es: “afirmad vuestros corazones” (Santiago 5:8a2); y ambas cosas los cristianos en general tenemos la responsabilidad de hacerlas por la razón que se expresa en la segunda parte del mismo versículo 8 diciendo: “porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:8b).  El tener paciencia, y el afirmar el corazón, son dos cosas que se llevan a cabo al mismo tiempo, no una después de otra, con la finalidad de estar concentrados en “la venida del Señor” que, al parecer, en los tiempos apostólicos los mismos creyentes se imaginaban que iba a ocurrir a la brevedad posible.  No se imaginaban que aun en nuestro tiempo, 21 siglos después, todavía no vendría.  Sin embargo, la predicación de su venida siempre debería predicarse como un evento que “se acerca”, y que, si aun pasan 20 o más siglos, no debe considerarse como una tardanza, sino que siempre debe esperarse como una ocasión que en realidad “se acerca” (cf. 2 Pedro 3:9).  Se necesita paciencia y un corazón afirmado para esperar tan relevante e importante “venida del Señor”.  Por eso el apóstol Santiago, mencionando estos dos elementos, dice: Tened también vosotros paciencia, y afirmad vuestros corazones; porque la venida del Señor se acerca” (Santiago 5:7-8).

   En este mensaje, siguiendo el énfasis de nuestra serie que tiene qué ver con los versículos y expresiones que contienen la expresión: “vuestros corazones”, me enfocaré en la frase del versículo 8: “AFIRMAD VUESTROS CORAZONES” (Santiago 5:8a2), sin descuidar la relación que este tema tiene con la segunda venida de Cristo, así como con la paciencia indicada por el apóstol Santiago. Pero, lo que específicamente les predicaré en esta exposición es que: El corazón del cristiano se afirma para la espera del regreso de Jesucristo cuando desarrolla las disposiciones necesarias. / ¿Cuáles son las disposiciones necesarias que debe desarrollar el corazón del cristiano para afirmarse en la espera de la venida de Jesucristo? / En esta predicación les voy a explicar cuáles son las disposiciones necesarias presentadas por el apóstol Santiago.

 

   La primera disposición necesaria que el corazón del cristiano debe desarrollar para que se afirme en la espera del regreso de Jesucristo, es:

I.- LA FIRMEZA.

   Escuchen cómo la versión Dios Habla Hoy traduce las mismas palabras del versículo 8.  Dice: Ustedes también tengan paciencia y manténganse firmes, porque muy pronto volverá el Señor” (Santiago 5:8, DHH).  La expresión de nuestra RV60 es expresada en la DHH como: “manténganse firmes”.  Es decir, desde el momento de creer que Jesucristo es el Hijo de Dios, y que él es el Señor y Salvador de nuestras vidas, si de verdad asumimos una real y verdadera fe no se espera que dejemos de estar firmes en todo el conjunto de creencias concernientes a Jesucristo.  Parte de las creencias que tenemos que sostener durante toda nuestra vida, y es esto que el apóstol Santiago enfatiza en nuestro texto de este mensaje, es que Jesucristo regresará. Quien no cree esto y todo lo que ello implica, es porque le falta firmeza en este aspecto, por lo que tal persona que se supone es un creyente en Cristo, requiere afirmar su corazón, pues creímos en Jesús para esperar su regreso, aun si su regreso no se da durante el tiempo que estemos con vida. En ningún momento debemos desechar de nuestro conjunto de creencias bíblicas y en cuanto a Jesucristo mismo, la esperanza de su segunda venida.

   En este contexto de la instrucción de Santiago, afirmar el corazón, consiste en mantenerse firmes en todo el conjunto de elementos que conforman la fe en Cristo, entre ello, el esperar su regreso.  No debe ser una fe casual de la que nos acordamos de vez en cuando, ni debe ser una fe emocional que solo aparece espontáneamente en limitados momentos de la vida, sino que debe ser una fe constante y siempre firme. Un verdadero creyente, considerando que no es nada más que un pecador entre todos los pecadores, pero con la bendición de ser redimido por la gracia y misericordia de Jesucristo, siempre será susceptible de equivocarse dejando de creer u olvidando creer lo que Dios dice y lo que Jesucristo dice (o dijo); pero el creyente también es capacitado por Dios para que esto no le suceda, sino que se mantenga firme en todas las doctrinas de la fe cristiana y bíblica juntamente con todas las implicaciones prácticas que conlleva.  Por eso el apóstol Santiago hace un llamado a mantenernos firmes en creer lo que Jesús dijo acerca de su regreso, manteniéndonos siempre creyentes en todas las otras verdades que debemos creer como por ejemplo con respecto de su nacimiento, muerte, resurrección.

   Cuando el corazón se mantiene firme en los fundamentos de la fe que por lo general conocemos y aprendemos desde el primer momento que decidimos entregar nuestra vida a Cristo para nuestra salvación eterna, se puede decir entonces que nuestro corazón está afirmado.  Afirmar el corazón, en el vocabulario del apóstol Santiago no es otra cosa que un llamado a mantenerse firmes en todo el cuerpo de creencias con respecto a la salvación solamente en Cristo, y todo lo que tenga que ver con Jesucristo que requiera la fe del ser humano.  Es más, todo esfuerzo que se lleva a cabo por los ministerios que Dios estableció en su iglesia: Apóstoles, profetas, evangelistas, pastores y maestros, es “para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, 15 sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza, esto es, Cristo” (Efesios 4:14-15).  Todo es provisto para nuestra firmeza en las doctrinas de la fe.

 

   La segunda disposición necesaria que el corazón del cristiano debe desarrollar para que se afirme en la espera del regreso de Jesucristo, es:

II.- LA PACIENCIA.

   Los campesinos o agricultores para poder cosechar los frutos de cualquier planta (como, por ejemplo, de los ricos elotes que solemos comer sancochados, pibiles, o de otros modos), primeramente, por lo general a partir de marzo o abril comienzan a limpiar el terreno donde sembrarán las semillas de maíz.  Antes que comiencen las lluvias del mes de mayo tienen que quemar toda la hierba y árbol cortado semanas o meses atrás.  Luego, esperan las lluvias de mayo o junio, para poder sembrar sus semillas. Después tras las lluvias, muy pronto sale mucha hierba que tienen que chapear o fumigar en algunos casos, para que crezca las plantas sin ser ahogadas por la maleza.  Durante los meses de julio, agosto, y septiembre, esperan las lluvias que ayudarán al crecimiento de las plantas de elotitos, con el riesgo de que si no caen lluvias suficientes, o si en esta temporada llega un huracán, la siembra se pueda perder.  Pero, si no hubo sequía ni huracán, entonces, en octubre, después de 8 largos meses de espera por fin el campesino puede ver el resultado de su labor.  Gracias a la paciencia de los campesinos es que disfrutamos los elotes sancochados, los esquites, por su paciencia es que hay masa para los pibes, los tamales, panuchos, salbutes, y más antojitos, así como para las tortillas de los tacos que comemos y para acompañar nuestras comidas favoritas.  La paciencia tiene fruto.  Igualmente, los que hemos sembrado árboles frutales en nuestros terrenos, sabemos que tales árboles no darán fruto en pocos meses, sino hasta dos, tres, cinco o hasta dentro de más años adelante, y hemos tenido la experiencia obliga de tener paciencia de esperar el tiempo para cosechar los frutos.  Así quiere Dios que tengamos paciencia para someter nuestra vida a los tiempos que él tiene establecido para todo.

  El apóstol Santiago ilustra esta paciencia de esperar el regreso de Jesucristo, con la paciencia que aprende a tener el campesino, labrador, o agricultor. Su ejemplo particular sin duda que tomado del contexto de los labradores de aquellos tiempos y lugares, sin embargo, es la misma paciencia que experimentan nuestros campesinos, y de ellos también somos invitados a considerar el ejemplo de su paciencia.  Por eso dice el apóstol Santiago: Por tanto, hermanos, tened paciencia hasta la venida del Señor”. (No serán pocos años de espera, sino quizá toda tu vida, porque para empezar han pasado más de 20 siglos de la promesa de su regreso).

   La ilustración y exhortación con la que Santiago anima a esperar el regreso prometido es: “Mirad cómo el labrador espera el precioso fruto de la tierra, aguardando con paciencia hasta que reciba la lluvia temprana y la tardía” (Santiago 5:7).  Claro que sí podemos ser pacientes para esperar su venida, pues, así como tenemos paciencia para querer vivir la mayor cantidad posible de años, pues, juntamente con el deseo de vivir, deseemos también esperar a Jesús.  Seamos como los Tesalonicenses de quienes según San Pablo los macedonios decían de ellos que se convirtieron “de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero, 10 y esperar de los cielos a su Hijo, al cual resucitó de los muertos, a Jesús, quien nos libra de la ira venidera” (1 Tesalonicenses 1:9b-10).  Dios nos conceda a cada uno de nosotros tener paciencia para seguir esperando a Jesús, pues, la paciencia es parte de las disposiciones que contribuye para tener un corazón afirmado en la espera del regreso de Jesucristo.

 

   La tercera disposición necesaria que el corazón del cristiano debe desarrollar para que se afirme en la espera del regreso de Jesucristo, es:

III.- EL ÁNIMO.

  Con respecto a la frase: “afirmad vuestros corazones” (v. 8) según nuestra RV60, observen cómo lo traduce la Nueva Traducción Viviente. Dice: Ustedes también deben ser pacientes. Anímense, porque la venida del Señor está cerca” (NTV).  La NTV convierte la frase en una sola palabra que dice: “Anímense”, y no pierde la relación con el regreso de Jesucristo, pues la expresión completa dice: Anímense, porque la venida del Señor está cerca” (NTV).  Se necesita estar animado, y dispuesto a animar a otros para no decaer en la espera del regreso de Jesús.  Las razones de esta necesidad de estar animados y de animar a otros son, primero porque Cristo no viene solo por mí ni solo por usted, sino por todos los amados del Padre; y segundo, porque cualquiera de nosotros somos altamente susceptibles de perder no solo el ánimo sino también la esperanza, e incluso cambiarlo por otro interés.

   Es por esa razón que el apóstol Pablo también escribió a los Tesalonicenses diciéndoles: “… animaos unos a otros, y edificaos unos a otros, así como lo hacéis” (2 Tesalonicenses 5:11).  La vida cristiana requiere del apoyo mutuo, pues, por eso Dios nos añade a su iglesia universal, pero también a una iglesia local.  El compañerismo con otros creyentes es altamente útil para ser animados cuando la situación así lo requiera.  Es también por la misma razón que el autor de la epístola a los hebreos escribe: “Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió. 24 Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; 25 no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:23-25).  Se requiere mantenerse firmes, pero incluso si llega a ser necesario exhortar a alguien o ser exhortado, esto debe ser con el fin no de desalentar a alguien sino de animarse unos a otros para la espera del regreso de Jesucristo.  Cada vez se hace precisamente más necesario implementar en la iglesia el animarse unos a otros e incluso exhortarse con amor cristiano, por la razón que dice el apóstol al expresar “por cuanto veis que aquel día se acerca”, refiriéndose a la espera del regreso de Jesucristo.

   El corazón necesita la disposición de querer estar animado, y de querer animar a otros en la espera del regreso de Cristo, pues tal evento escatológico es parte de toda la esperanza que desde hace tiempo y ahora estamos aguardando.  Entonces, nada debe desanimar nuestra vida de fe, sino que la misma gracia de haber sido convidado por Cristo con el evangelio del reino de los cielos, de su llamada para salvación, es la misma gracia que nos debe mantener animados para esperar que llegue ese gran e inigualable momento en el que comenzaremos a disfrutar la etapa más gloriosa de nuestra vida y existencia.  Estar con este ánimo por Cristo, hace que nos mantengamos con el corazón afirmado.  Esto es lo que Dios quiere ver en nosotros.

 

   CONCLUSIÓN: Que ninguno de los que nos congregamos en esta iglesia de nuestro Señor Jesucristo, tengamos en poco valor la promesa de Jesucristo de que un día volverá para llevarse a sus creyentes, para que todos los que murieron siendo sus creyentes sean resucitados incorruptibles, para que los que estén vivos (ojalá nos toque esta experiencia) seamos transformados en almas santas y cuerpos gloriosos sin mancha y sin arruga.  Cuando Cristo venga todo será hermoso, se iniciará un nueva y eterna vida que ya no será como la que tenemos ahora, sino totalmente perfecta y 100% gloriosa.  Pero esta experiencia solamente la disfrutarán los que afirmen su corazón en esperar el regreso de Jesucristo, los que se mantengan firmes en esperarle, los que desarrollen la paciencia de esperar a Jesucristo aun si no nos toque verlo durante nuestra vida y no dejar de esperarle a la mitad, ni menos de la mitad, ni más de la mitad, sino hasta que finalmente manifieste haber regresado.  Que la promesa de la segunda venida de Jesucristo genere en nuestros corazones el ánimo necesario y contagioso de esperar ese momento glorioso.

  Dios bendiga a cada uno de nosotros.  Tengamos “firmeza”, “paciencia”, y “ánimo” por el regreso de Cristo.

diegoteh

diegoteh.org

El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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