EL MAGNIFICAT DE MARÍA: PROCLAMA ATRIBUTOS POR LOS QUE DIOS DEBE SER ADORADO.
Lucas 1:46-55.
INTRODUCCIÓN: “El Magníficat” o “Cántico de María” con el cual ella “engrandece” en adoración a Dios, es muy rico en contenido. Primero, revela la profundidad de conocimiento que María tenía con respecto de las Sagradas Escrituras, y en consecuencia también con respecto de Dios. En la letra de su canto, se puede observar como ella cita pasajes del libro del Éxodo, del primer y del segundo libro del profeta Samuel. Esto la pone en conocimiento de cómo Dios había estado formando su pueblo al cual rescató en cierto momento de la esclavitud que era objeto por parte de los egipcios. Ella podía identificar y afirmar grandes cantidades de hechos poderosos que Dios había llevado a cabo a favor de su pueblo, y ahora los que Dios también había y estaba haciendo con ella. Con el conocimiento que tenía con respecto del libro de Éxodo, ella sabía que Dios rescató a su pueblo escogido para llevarlo en una primera estación, en el desierto para que allí ellos le sirvan en adoración; y que luego los llevaría a una segunda estación, la tierra prometida.
Ella conocía la historia de que mientras el pueblo escogido por Dios estaba en el desierto, Dios esperó de ellos, y así se los requirió, que le adorasen de manera correcta. El principio de los 10 mandamientos contiene una instrucción fundamental: “No tendrás dioses ajenos delante de mí. 4 No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que esté arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. 5 No te inclinarás a ellas, ni las honrarás; porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que me aborrecen, 6 y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan mis mandamientos” (Éxodo 20:3-6). Luego, según el libro del Éxodo que María conocía, como Dios pidió que le construyesen un Tabernáculo para que en ella manifestase su presencia con su pueblo, y allí él fuese adorado. Todo esto era del conocimiento de María, quien se da la oportunidad de citar dicho libro como letra del hermoso cántico de su autoría.
Otro detalle que se puede observar con claridad en el Magnificat, es que antes que resaltarse María a sí misma, lo que hace es resaltar quién es Dios. Le describe como ella le ha conocido por medio de las Sagradas Escrituras. De esta descripción que ella hace con respecto de Dios, encontramos que menciona diversos atributos de los cuáles voy a exponer en esta ocasión. De esta manera, del Magnificat, aprendemos que Dios posee atributos especiales que le dan derecho de ser adorado. / ¿Cuáles son los atributos especiales que Dios posee y que le dan derecho de ser adorado? / Sigan el texto bíblico, y encontraremos en el cántico de María los atributos especiales que Dios posee y que le dan derecho de ser adorado.
El primer atributo especial que Dios posee y que le da derecho de ser adorado es:
I.- SU PODER.
En el verso 49, en reconocimiento de todo el bien que Dios ha hecho por ella, dice acerca de Dios primeramente que “me ha hecho grandes cosas”, y para referirse a Dios, le llama muy correctamente, ¿cómo?, como “el Poderoso” (Lucas 1:49). Cuando ella fue visitada por el ángel Gabriel, la noticia que María recibió no fue solamente que ella sería cubierta con la sombra del Espíritu Santo (cf. Lucas 1:35), sino que el ángel también le dijo con respecto a Elisabet una prima de ella, que: “ella también ha concebido hijo en su vejez; y este es el sexto mes para ella, la que llamaban estéril” (Lucas 1:36), y luego el mismo ángel añadió: “porque nada hay imposible para Dios” (Lucas 1:37). En pocas palabras, el ángel Gabriel que, a decir verdad, era un ser que conocía a Dios más de cerca que lo que nosotros sabemos por medio de las revelaciones que fueron escritas, no pasa por alto, resaltar que Dios es, de esta manera, no solamente poderoso, sino Todo poderoso.
La concepción que María estaba experimentando de parte del Espíritu Santo, considerando las limitaciones del ser humano, sin duda que es un hecho grande, o un hecho poderoso de Dios. Igualmente, María, todavía se encontraba en la puerta de la casa de su prima Elisabet corroborando lo que el ángel le había dicho que su prima “la que llamaban estéril”, ahora estaba en su sexto mes de embarazo también por obra del poder de Dios. Dios es poderoso. Esto es lo que ella está resaltando en su canto, y no deja de pasar más tiempo para adorar al Dios Todopoderoso que tanto con ella, con su prima, y con otra gran cantidad de personas, Dios está igualmente haciendo “grandes cosas”. Parece ser que entona el Magnificat, cuando todavía estaba en la puerta de la casa de su prima, sin haber todavía entrado a la casa.
En nuestro caso, también debemos cantar nuestro Magnificat (nuestra propia adoración), o por lo menos elevar una oración con el mismo reconocimiento de las “grandes cosas” que Dios hace también con nosotros. Solamente para ayudar a nuestra conciencia, les recuerdo en palabras del apóstol Pablo, algo “grande” que el mismo poder de Dios está haciendo en nuestras vidas. Él dijo a los Corintios con respecto a que aun cuando entre ellos había gente pobre y necesitada, pero que, a pesar de ello, ofrecían sus ofrendas para ayudar a otros que necesitaban ayuda, les dice que: “Poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia” (2 Corintios 9:8). En otras palabras, en el mismo hecho de tener el pan de cada día, el sueldo de tu semana, o quincena de trabajo, esto también entra en la categoría de las “grandes cosas” que Dios hace, y que nosotros también recibimos. En su epístola a los Efesios, refiriéndose a Dios dice también San Pablo que “es poderoso para hacer las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos” (Efesios 3:20), lo que hemos corroborado en nuestra vida de oración en lo personal y como iglesia. El que escribió a los Hebreos, dice también de Dios que él “es poderoso para socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2:18). Por esto, y por muchas cosas más que Dios también hace en nosotros, evaluamos que Dios es poderoso, y que por esto nosotros también debemos adorarle. Él cumple este requisito divino, y además lo utiliza nada menos que en nuestras vidas. No descuidemos darle a él la mejor adoración que podamos ofrecerle con todo el corazón porque Él es Todopoderoso.
El segundo atributo especial que Dios posee y que le da derecho de ser adorado es:
II.- SU SANTIDAD.
Observemos ahora que, según el versículo 49, después de expresar María, la motivación que tuvo para dedicar a Dios su canto diciendo que fue: “Porque me ha hecho grandes cosas el Poderoso; …” (Lucas 1:49a), añade luego con respecto de este Dios Poderoso que: “Santo es su nombre” (Lucas 1:49b). No es un apodo, dice ella misma que es el Nombre de Dios. El mismo atributo de Dios que le describe como “Santo” y que le describe como el Ser infinitamente perfecto con una absoluta imposibilidad de llegar jamás a ser pecador, es el mismo que le sirve de nombre. Y precisamente por ser “Santo”, es por eso que le adora. Ninguno de los otros atributos de Dios es usado en las Sagradas Escrituras para indicar que ese atributo es su Nombre, pero sí es llamado “Santo”.
Entendiendo que por llamarse “Santo”, pero, igual, porque uno de sus atributos es el de ser “Santo”, es ello uno de los atributos por los que debe ser adorado. Por ejemplo, en la visión que tuvo el profeta Isaías, él vio que la adoración que unos querubines le ofrecen allá en el cielo no es: Eterno, Eterno, Eterno; ni Infinito, Infinito, Infinito; ni Inmutable, Inmutable, Inmutable; ni justicia, justicia, justicia; ni amor, amor, amor; etc…, sino “Santo, Santo, Santo” (cf. Isaías 6:3). Es esencialmente por su atributo de “Santo” que Dios es adorado. Igualmente, cuando unos 7 siglos después de Elías, el apóstol Juan tiene por visión, la revelación de las cosas finales y eternas, él mira a cuatro seres vivientes que igual que los serafines vistos por Elías, estos también tienen 6 alas, y están llenos de ojos, pero lo relevante es que “no cesaban día y noche de decir: Santo, santo, santo es el Señor Dios Todopoderoso, el que era, el que es, y el que ha de venir” (Apocalipsis 4:8). O sea, que incluso en el cielo, Dios es adorado, precisamente por ser “Santo”. Este atributo y Nombre de Dios, es para nosotros la garantía misma de que siendo nosotros pecadores, Él hará siempre su bien divino para nuestras vidas, y por esto, él es digno de ser adorado. Esto mismo es lo que hace María en su canto Magnificat, y que nos deja como enseñanza, que Dios por ser Santo, merece ser adorado.
Jesucristo, entre sus enseñanzas hizo una comparación en que nosotros los seres humanos que no somos santos por naturaleza, sino malos por naturaleza, y que, sin embargo, aun así, tenemos conciencia de preocuparnos por hacer bien y dar lo mejor a nuestros hijos, ¡Cuánto más Dios que él es absolutamente Santo! El hace todo el bien necesario a nuestro favor. Jesús dijo: “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? 12 ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión? 13 Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre celestial dará el Espíritu Santo a los que se lo pidan?” (Lucas 11:11-13). Gracias a Dios que él es no solamente bueno y Todopoderoso, sino que también es santo; eso nos beneficia a todos. Nos garantiza que nos tratará con bien, ahora y siempre. Esto, es motivo para adorarle como Santo, Santo, Santo. No duden en aprenderse los himnos que adoran a Dios como Santo, Santo, Santo.
El tercer atributo especial que Dios posee y que le da derecho de ser adorado es:
III.- SU MISERICORDIA.
María ya ha reconocido en su canto que Dios es Poderoso, luego que Dios es Santo, pero apenas es la primera estrofa de su canto, diríamos que apenas está tomando vuelo. Ahora, en el versículo 50 dice de Dios en su canto: “Y su misericordia es de generación en generación a los que le temen” (Lucas 1:50). Con esta descripción, lo que primeramente queda claro es que Dios es misericordioso. Como se puede leer en la letra del canto, es por esa misma misericordia que él posee, que tiene compasión de manera muy particular y especial por los que sufren. Cualquiera que sea la miseria que suframos los seres humanos, ya sea económica, en lo espiritual, o ya sea emocional, él siempre tiene misericordia para compartir. Dios es misericordioso basado en su atributo divino natural conocido como misericordia, el cual no es ocasional ni de manifestación periódica o eventual, sino tan duradera, constante, o más bien, eterna, de acuerdo también a su naturaleza divina que es eterna.
En el plano de la vida familiar, y en el transcurso de los años, décadas, y siglos, según las mismas palabras de María en su cántico, dicha misericordia “es de generación en generación a los que le temen”. Lo que María está expresando en este canto es el cumplimiento del pacto que Dios con Abraham desde que le dijo: “Y estableceré mi pacto entre mí y ti, y tu descendencia después de ti en sus generaciones, por pacto perpetuo, para ser tu Dios, y el de tu descendencia después de ti” (Génesis 17:7). Considerando que José no es el padre biológico de Jesús, creo que María estaba pensando cómo es que, desde el pasado hasta ella, Dios había estado cumpliendo su pacto sin interrupción alguna. En otras palabras, ella, rastreando su ascendencia, se veía como hija del pacto de Dios, como fruto del pacto de Dios. Ana como se presume extrabíblicamente que se llamaba la mamá de María fue descendiente del primer sumo sacerdote Aarón (1500 a.C., aprox), y Aarón fue descendiente de Abraham el receptor de la promesa (desde el 2000 a.C, aprox); así que, de parte de su mamá, Dios había sido misericordioso con todos sus antepasados y con ella también. Por otra parte, Joaquín el papá de María, de quien, por cierto, ella al parecer era hija única, fue un descendiente del rey David (de hacía unos 1000 años atrás), y David, también era un descendiente de Abraham (de otros 1000 años atrás). Así que, de ambos padres de María, la misericordia de Dios cumpliendo su pacto “de generación en generación”, fue una realidad. Ella también fue incluida en esa misericordia del pacto de Dios. Es por todo este análisis genealógico que María, observa la misericordia de Dios, y toma la decisión de adorarle con su precioso Magnificat.
Algunos de nosotros aquí en nuestro contexto, somos como Abraham, los primeros llamados de Dios en nuestra familia. El pacto de Dios incluye también a nuestro cónyuge, a nuestros hijos, y Dios está comprometido a ser igualmente el Dios de nuestros nietos, y de todos nuestros descendientes. Cuando bautizamos a nuestros infantes, igualmente como lo hicieron los israelitas de la antigüedad con la circuncisión a sus hijos, estamos aceptando el pacto de Dios a favor de nuestros hijos. Dios quiera que nuestros descendientes, crezcan en el temor de Dios, porque en realidad, Dios es Dios de los que le temen, y no solamente porque papá o mamá haya aceptado el pacto de Dios. Para los que ya somos hijos de tercera generación de creyentes en Cristo, o de segunda generación, ya estamos observando este aspecto de la misericordia de Dios, que cuando su gracia salvadora es aceptada por alguien, a partir de entonces, Dios quiere ser el Dios de todos los descendientes de tal persona. Dios quiera que nosotros tengamos la dicha de ver que toda nuestra familia, luego que nuestros nietos, bisnietos, y tataranietos, vengan a la fe salvadora de Dios por medio de Cristo. Mientras tanto con que la gracia salvadora de Dios haya comenzado con nosotros, es motivo también para que adoremos a Dios “por su misericordia”.
CONCLUSIÓN: Muchas gracias por haber tenido paciencia de escuchar la exposición de estos tres atributos especiales y esenciales por las que Dios debe ser adorado. Dios debe ser adorado por su poder, por su santidad, y por su misericordia. Estos mismos tres atributos de Dios, se encuentran en la persona de su Hijo Jesucristo. Jesucristo es el poder de Dios, Jesucristo es el Santo de Dios, y Jesucristo es la misericordia de Dios. Jesucristo es la encarnación de estos tres atributos divinos. En Jesús se encarna el poder, la santidad, y la misericordia de Dios. Todos aquellos que creemos en Jesucristo, tenemos la bendición de experimentar la gracia de estos tres atributos divinos: Su poder, su santidad, y su misericordia. Y habiéndolos experimentado, ahora, debemos incansablemente adorar a Dios.
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