NUNC DIMITTIS DE SIMEÓN: JESÚS TRAE SOLUCIONES PARA ESTE MUNDO

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NUNC DIMITTIS DE SIMEÓN: JESÚS TRAE SOLUCIONES PARA ESTE MUNDO.

Lucas 2:25-35.

 

   INTRODUCCIÓN: Después de haber escuchado diversas predicaciones acerca de los primeros tres de los 4 cantos evangélicos registrados por San Lucas en su versión del Evangelio de Jesucristo, ahora estaremos escuchando acerca del cuarto y último canto conocido como “El Nunc dimittis” o “El Cántico de Simeón”.  Este cántico en su versión en latín inicia precisamente con las palabras “Nunc dimittis”, que en el español se traduce como: “Ahora, despides”; ya que en español la primera frase completa dice: “Ahora despides, Señor, a tu siervo, conforme a tu palabra, en paz; …” (Lucas 2:25-35).  Parte de esta primera frase del canto, resalta el tema de la paz, uno de los cuatro temas esenciales que se enfatizan en la temporada litúrgica del adviento, aunque también podemos encontrar tanto en el canto como en la vida personal de su autor, el tema de la esperanza.  Los cuatro temas de la temporada son: Esperanza, Paz, Gozo, y Amor.  Pero, en este mensaje no enfatizaré propiamente el tema de la paz que habitualmente se predica el segundo domingo de adviento, sino que presentaré otro énfasis que también vale la pena considerar en esta serie de cantos evangélicos que estamos usando para nuestros temas de adviento: El Magnificat de María, El Benedictus de Zacarías, El Gloria in Excelsis Deo de los Ángeles, y hoy con el Nunc Dimittis de Simeón.

   De los versículos 25 al 28, la parte narrativa que nos presenta San Lucas, quiero que observen cuatro detalles. El primer detalle, por el hecho de que Simeón y mucha gente más esperaba la consolación de Israel, es porque la nación entera estaba viviendo momentos de aflicción por causa de la opresión al que el imperio romano les estaba oprimiendo, además de que realmente nunca se habían recuperado de las cautividades que la nación sufrió de manos de los Asirios 721 años atrás, y de los Babilonios 586 años atrás. El segundo detalle es que Simeón tuvo una revelación especial de que no moriría sin antes haber conocido al “Ungido del Señor” (Lucas 2:26). El tercer detalle es que en el privilegiado momento cuando los padres del niño Jesús lo trajeron al templo, para hacer por él conforme al rito de la ley, 28 él le tomó en sus brazos” (Lucas 2:27b -28a). ¿No es esto un bendito privilegio?  En consecuencia, el cuarto detalle, según las últimas palabras de la narración de San Lucas en el versículo 28, es que Simeón, ¿qué hizo?: “bendijo a Dios” (Lucas 2:28b). Y le bendijo ¿cómo? Entonando la alabanza Nunc Dimittis.  Y lo que percibo de este cántico es que Simeón bendice a Dios porque reconoce que Él trae bendiciones especiales a la humanidad.

   Basado en estos antecedentes, al igual que en parte de la letra de este cántico de Simeón, les voy a predicar lo siguiente, que: Dios trae soluciones especiales a la humanidad por medio de Jesucristo. / ¿Qué soluciones especiales trae Dios a la humanidad por medio de Jesucristo? / Escuchen durante los siguientes minutos, tres soluciones especiales que Dios trae a la humanidad por medio de Jesucristo.

 

   La primera solución especial que Dios trae a la humanidad por medio de Jesucristo es:

I.- SU CONSOLACIÓN A UNA NACIÓN DECADENTE.

   En el versículo 25 hemos leído que Simeón, un hombre, justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel” (Lucas 2:25).  Estas palabras nos aportan información acerca del contexto de Simeón.  La nación entera de Israel estaba siendo oprimida por el poderío del imperio romano.  A la luz de la historia la condición de Israel mucho tiene que ver con no haber querido vivir apegados a la voluntad de Dios.  Por su pecado contra Dios, sus antepasados sufrieron las consecuencias de mano de los asirios en el 721 a.C.; y de los babilonios durante 70 años desde el 586 a.C.  Estaban viviendo sin dejar que Dios sea quien dirija el destino del país; y no en vano dice el proverbio: Donde no hay dirección sabia, caerá el pueblo; mas en la multitud de consejeros hay seguridad” (Proverbios 11:14).  Esto es lo que en repetidas ocasiones le había sucedido a la nación del antiguo pueblo escogido de Dios.  Sus propios gobernantes civiles y religiosos no les dirigieron con la sabiduría de Dios, y en consecuencia tenían constantemente una nación padeciendo las consecuencias de sus propias decisiones.  Y una nación así, necesita la intervención especial de Dios, y Dios intervino por medio de Jesucristo.  Simeón, en su tiempo: “esperaba la consolación de Israel”; y le tocó ver el nacimiento y los primeros años de Jesús el “Ungido del Señor” quien trajo esta consolación o solución especial que le hacía falta a la nación de Israel.  Por medio de Jesús les llegó la solución especial que Simeón llama “la consolación de Israel”.

   Ustedes y yo no nacimos ni estamos en la nación de Israel, sino en México, pero la decadencia de nuestro país tal como ocurrió en la antigüedad con los israelitas va en aumento, especialmente en estos últimos años, y nuestro propio estado en el que vivimos no está en mejores condiciones que a nivel nacional.  Necesitamos también que “la consolación de Dios” bendiga nuestra patria.  Pero, al igual que Simeón estoy seguro de que si no todos, la gran mayoría de los que hoy están presentes en este lugar, tienen mucho en común con Simeón.  Ustedes como él, están llenos de fe y esperanza de que Jesús es la solución especial para los asuntos en los que nuestra nación está fallando y caminando hacia la decadencia de nuestros valores históricos fundados en el cristianismo que ahora están siendo desechados.

   Solamente Jesucristo tiene el poder para transformar el corazón confundido de quienes promueven los antivalores que nos llevan a la decadencia; pero solamente nosotros podemos proclamar a este Cristo que renueva vidas transformando entendimientos (cf. Romanos 12:2).  Que Jesucristo traiga esta bendición a nuestra tierra ahora más que nunca.  Hoy debemos decirle a Jesús: “Venga tu reino” (Mateo 6:10a), que venga a sustituir el nuestro.  Nos urge demasiado, pero solamente Jesús puede cambiar a nuestro país y estado que se proclama libre y soberano que por cierto este 23 de diciembre cumple 198 años[1] desde su creación, y en dos años más estaremos celebrando nuestro bicentenario estatal.  Que en estos 2 años siguientes, y todos los que Dios nos conceda, contribuyamos predicando a Jesús aquí en esta colonia o fraccionamiento donde estamos, para que su consolación sea evidente por lo menos entre nuestros vecinos.

 

   La segunda solución especial que Dios trae a la humanidad por medio de Jesucristo es:

II.- SU SALVACIÓN A PERSONAS ALEJADAS DE DIOS.

   A pesar de que era un hombre anciano, le fue revelado que no moriría hasta que hubiese conocido el “Ungido del Señor” que él tanto esperaba, y el momento de conocer al “Ungido del Señor” había llegado. Aunque ello significaba la cercanía y seguridad de la muerte de Simeón, Jesús ya llevaba por lo menos unos 40 días de nacido, era todavía un bebé, pero había llegado el día que sería presentado al Señor como todo bebé varoncito de Israel, pero como un caso sumamente especial.  Dios había querido privilegiar a Simeón con tener nada menos que a Jesús en sus propios brazos.  Por eso en su cántico de bendición a Dios, Simeón expresa satisfacción cuando le dice a Dios: Ahora, Señor, despides a tu siervo en paz, conforme a tu palabra” (Lucas 2:29).  Pero, no solamente expresa satisfacción por él mismo de que estaba sin ningún pendiente para partir a la eternidad, sino que añade en el versículo 30 Porque han visto mis ojos tu salvación” (Lucas 2:30).  La salvación de quién o de quiénes.  De la gente de Israel para empezar, pero también para todos los elegidos de Dios dentro del entonces presente imperio romano, trascendiendo más allá de solamente romanos, sino hasta a griegos, y a gentiles en general.  Dios trajo salvación a personas alejadas de Él por el pecado.

   Es totalmente seguro que Simeón como otras muchas personas como él, acudió al templo de Jerusalén todas las veces que pudo en su vida para encontrarse con Dios al que sin duda le habrá suplicado no pocas veces que Dios hiciera algo a favor de su pueblo que se encontraba en aflicción política, pero también en aflicción espiritual.   Cuando Simeón dice en su cántico que: “… han visto mis ojos tu salvación, la cual has preparado en presencia de todos los pueblos” (Lucas 2:30-31), no estaba él pensando en sí mismo, sino en la gente que necesita esta intervención no de carácter político sino espiritual en la vida de las personas, no solamente de Israel, sino más allá de Israel.  Hacía poco más de un mes que debió haber sabido que un ángel había anunciado a unos pastores, por Belén, cerca de Jerusalén que: os ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es CRISTO el Señor” (Lucas 2:11).  Quizá ya se había enterado también que unos 10 meses atrás un ángel del Señor, en sueños le dijo a José que María la que sería su mujer: “dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo 1:21).

   Desde el principio, Jesús fue anunciado como el Salvador, no del poderío romano, sino del poderío de los pecados que abundan en la gente, y en el corazón de todas las personas; situación que no es tan diferente en la actualidad.  La gente sigue necesitando ser salvado del dominio, del poder, y de las consecuencias del pecado.  En la actualidad, es el mismo pecado que está trayendo consecuencias mortales en el mundo que vivimos; es el mismo pecado que está trayendo decadencia de valores en todo nuestra nación; pero es el mismo pecado que está llevando a la gente a la condenación eterna, porque como dice el apóstol Pablo en el contexto no solamente de lo físico sino también de lo eterno, “la paga del pecado es muerte” (Romanos 6:23a), pero Dios no ha querido dejar en esa condenación eterna a los que Él escogió para salvar, sino que envió a su hijo Jesucristo para que sea su Salvador.  Hoy, Jesús sigue salvando a personas que han vivido alejadas de Él. Hoy, sabemos por la predicación del apóstol Pedro que: “en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser salvos” (Hechos 4:12), sino solamente en el nombre de Jesús.  Dios quiere comunicar su salvación por medio de Jesucristo a las personas alejadas de Él, siendo nosotros los agentes que debemos anunciar estas buenas noticias de que Jesús es la solución especial para la humanidad al problema del pecado.

 

   La tercera solución especial que Dios trae a la humanidad por medio de Jesucristo es:

III.- SU REVELACIÓN A PERSONAS DE TODO EL MUNDO.

   Luego de que Simeón se refiriera a la salvación preparada por Dios en presencia de todos lo pueblos, y hay que especificarlo bien, no se refería tanto al efecto de la salvación, sino del acto salvador que Jesucristo llevaría a cabo por su pueblo, los escogidos, Simeón añadió: luz para revelación a los gentiles, y gloria de tu pueblo Israel, …” (Lucas 2:32). Hay 3 detalles que observar en estas palabras. Primero que hay “luz para revelación”; segundo que esta luz divina está destinada “a los gentiles”; y tercero que esta acción que se cumple por medio de Jesús sería la “gloria” para el pueblo de Israel el pueblo de Dios.  En realidad, es la misma luz de la revelación de Dios que levanta a cualquier nación en incluso a personas en particular, y a la misma iglesia de la actualidad cuando pasa por momentos difíciles, de decaimiento, e incluso de desorden.

   Los israelitas siempre tuvieron un malentendido, aunque hay que reconocer que siempre hubo entre ellos, gente que sí comprendía bien el plan de Dios.  Algunos pensaron que solamente los descendientes de Abraham, o de su nieto Jacob también llamado Israel, serían los únicos escogidos de Dios y que sin importar cómo se comporten delante de Él, Dios les consentiría para ser parte de su pueblo, así como de las personas que él salvaría de la condenación eterna.  Vivían engañados por su propia rebeldía y por su propio egoísmo.  Por su rebeldía porque preferían desobedecer a Dios antes que obedecerle, y por egoísmo, porque no les cabía en la cabeza la idea de que Dios tenga en su plan a más escogidos que solamente ellos. A toda persona y naciones que no sean israelitas, ellos les llamaban en lengua hebrea Goy’ en singular o ‘goyim’ en plural, que los israelitas usaban como calificativo de personas no descendientes de Jacob con los que Dios no formó su pueblo escogido de entre las naciones.  Estas palabras hebreas son traducidas al español como gentiles, y que no significa personas con amabilidad y de un carácter educado y atento.

 Pero, Dios desde los tiempos de Abraham, Isaac, Jacob, y siglos posteriores siempre trató no solamente con ellos y sus descendientes, sino que siempre dejó abierta la bendición de incluir entre los escogidos a personas, familias, y tribus de otras naciones y ascendientes, siempre y cuando estén de acuerdo en sumarse a la obediencia al Dios de Israel. Por ejemplo, en el tiempo del nacimiento de Jesús, es muy evidente que Dios tuvo una especial revelación, para los magos que vinieron del oriente, que evidentemente no eran israelitas, sino gentiles.  Dios les reveló el nacimiento de su Hijo Jesús.  Y basta con leer Hechos 6 donde se relata que ya había griegos creyentes en Jesucristo, y en Hechos 10 que Dios instruyó a Pedro que le predicara a los gentiles de Cesarea, y en Hechos 11 con ellos se establece una iglesia numerosa en Antioquía.  Dios siempre tuvo en cuenta a gentiles, y los capacitó para que no rechazaran a Jesucristo y su evangelio, sino que, todo lo contrario, lo acepten para su vida. Jesús y su evangelio fueron la luz enviada por Dios a los gentiles.

   Por eso, el evangelio que nosotros hemos conocido y creído, y el Jesús Hijo de Dios en quien hemos creído, no es exclusivo para nosotros, sino que debemos desear anunciarlo como Simeón lo deseó también para los gentiles de su tiempo.

 

   CONCLUSIÓN: Amados hermanos, Simeón y su cántico: Nunc Dimittis, nos dejan una bendita enseñanza, primero que Jesús es la esperanza no solamente para la iglesia de Jesucristo en su dimensión universal, sino también para las naciones que creen y viven los principios enseñados por Jesucristo el único y suficiente Salvador para todo grupo de personas; segundo, que trae salvación a toda persona que por causa del pecado vive alejada de Dios; y tercero, que la luz de la revelación de Dios por medio de Jesucristo y su evangelio no la debemos retener egoístamente solo para quienes ya la tenemos y conocemos.  Somos la iglesia de Jesucristo, llamados de proclamar a Jesucristo, la esperanza de Simeón, la esperanza de Israel, la esperanza de Yucatán, la esperanza de México, y la esperanza de esta ciudad donde ahora vivimos.  Prediquemos a Jesús al Hijo de Dios que Simeón exaltó en su cántico Nunc Dimittis.

   Dios bendiga a cada uno de ustedes.

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[1] https://www.conago.org.mx/entidadesfederativas/detalle/yucatan

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El Pbro. Diego Teh Reyes, es Licenciado en Teología y Servicio Social; Maestro en Estudios Teológicos; y Doctorante en Ministerio; y actualmente es Ministro de la Palabra y los Sacramentos como pastor de la Iglesia Nacional Presbiteriana de México "PENIEL", de la ciudad de Mérida, Yucatán.

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